- Los derribos de la zona de El Infierno van avanzando y actualmente se puede contemplar cómo la antigua zona de fábricas, empresas y viejas viviendas se está preparando para convertirse en un moderno entorno con pisos, incluida una torre de trece plantas, y actividad empresarial.

La destrucción de algunos antiguos pabellones es una realidad, aunque aún queda media docena de edificios por eliminar, cerca de la mitad del total, según concretaron fuentes del departamento de Urbanismo del Ayuntamiento de Donostia, que esperan que a principios del año próximo pueda comenzar la construcción de 540 viviendas, la mitad de ellas protegidas, y distintos espacios destinados a empresas.

Uno de los seis edificios que quedan aún por derribar en El Infierno es la antigua fábrica de Plásticas Oramil, que creaba, entre otros productos, granadas para el Ejército, y que tiene ya licencia de derribo aunque no la ha ejecutado, según informó el Consistorio.

En El Infierno también funcionó hasta hace unos años la sede central de Transportes Pesa y distintos talleres mecánicos, para los que ?se espera recibir autorizaciones y comenzar con derribos en los próximos meses. También hay algún inmueble propiedad de la Diputación y otros de particulares, que deben desaparecer para que comience la construcción del nuevo barrio.

En el pasado, la institución foral contaba con un edificio en el que residían sus chóferes y se guardaban sus vehículos y otra construcción donde residían los peones camineros, encargados del mantenimiento de las carreteras de Gipuzkoa.

También tenía un edificio la antigua Caja de Ahorros Provincial de Gipuzkoa, donde había viviendas en las que residían conductores y otro personal técnico de la entidad de ahorro, además de garaje y taller. Se sabe que este edificio acogió una prisión en la Guerra Civil y las celdas se veían desde el patio hasta que la construcción fue transformada para acoger una empresa eléctrica.

El entorno, donde la actividad había ido decayendo, ha estado muy degradado en los últimos tiempos, y sus edificios han servido de cobijo para numerosas personas sin hogar que fueron desalojadas en noviembre pasado, después de que los planes urbanísticos aprobados por el Ayuntamiento diesen pie a los distintos propietarios para comenzar a demoler las viejas edificaciones.

La transformación de este entorno lleva largos años en tramitación urbanística hasta que en la pasada primavera el Pleno del Ayuntamiento aprobó de modo definitivo la operación. Todos los grupos políticos dieron su visto bueno al plan excepto Elkarrekin Donostia, que consideró que el índice de vivienda social es insuficiente. De las 270 viviendas protegidas (la mitad del total proyectado), el 50% serán de precio tasado y otro tanto (135) de alquiler social.

En total, el ámbito de El Infierno tiene 66.000 metros cuadrados de superficie entre la gasolinera y el camino de Zubiberri. La mayor parte del espacio será destinado a usos residenciales con 46.025 metros cuadrados de techo para viviendas y 1.845 para usos terciarios en planta baja. En la zona residencial habrá dos tipos de edificios, según explicó Amenabar, promotor principal del ámbito. Habrá un edificio de planta baja más siete pisos, otro de planta baja más ocho y una torre, de planta baja más trece pisos.

La zona de uso terciario, por su parte, contará con una entrada directa por una nueva rotonda y tendrá un techo edificable de 8.130 metros cuadrados divididos en dos bloques.

Para la zona se están diseñando también zonas verdes y espacios de estancia y de paseo junto a la regata de Añorga, que se recuperará.

En el nuevo entorno residencial habrá tres edificios de viviendas: uno de siete pisos, otro de ocho y una torre de trece plantas

Tras la finalización de los derribos podrá comenzar la construcción de 540 viviendas, la mitad de precio libre y la otra mitad, protegidas