Donostia. Cuando el año 1903 se inauguró la casa cuna de Fraisoro en Zizurkil, la situación de los niños expósitos en Gipuzkoa mejoró considerablemente. Estas instalaciones eran muy modernas y además se avanzó en la alimentación artificial de los niños. La mortalidad de estos niños se redujo a la mitad, pasando de casi el 100% del siglo XVIII hasta el 18,9% entre 1932 y 1933.

Además, cuando en 1910 se completó la construcción del edificio de la casa cuna, la Diputación de Gipuzkoa disolvió las casas de expósitos de Donostia, Tolosa, Azpeitia y Bergara, para centrar los servicios en Zizurkil.

La casa benéfica se construyó gracias a la aportación de la Caja de Ahorros Provincial, que desembolsó unas 500.000 pesetas para construirla. Las instalaciones, además, contaban con una amplia plantilla: un médico, un capellán, once monjas, una treintena de nodrizas dos o tres cuidadoras, una costurera, una cocinera, un par de criadas, dos lavanderas y un sereno. Éstos atendían en torno a 250 y 300 niños al año. "Ahora, una proporción no desdeñable de niños cumplía su ciclo vital como expósitos", añade Lola Valverde en la Enciclopedia Auñamendi.

En Gipuzkoa se decidió dar apellidos a los niños. Primero se les designó con el nombre del pueblo de procedencia, aunque posteriormente se optó ponerles dos apellidos vascos inventados que fueran agradables.