El puente de Deba luce ya su renovada estructura clásica del siglo XIX no sólo como elemento de paso entre esta población y la de Mutriku sino como "monumento con valor patrimonial, cultural y social", después de 13 meses de complejas obras de restauración y más de 7 millones de euros de inversión pública.

Así lo ha considerado el ingeniero Javier León, de la agrupación Fhecor-Injelan que se ha encargado de la dirección de obra, ejecutada por Moyua y Harri, en la presentación este miércoles en Donostia de los detalles de la rehabilitación que acaba de finalizar.

El puente, construido entre 1.863 y 1866 durante el reinado de Isabel II y dotado de "protección especial" por estar calificado de Bien Cultural dentro del conjunto monumental del Camino de Santiago, es propiedad de los ayuntamientos de Deba y Mutriku, aunque ha sido la Diputación de Gipuzkoa la que ha sufragado la restauración como competente en conservación del patrimonio.

Tanto los alcaldes de una y otra localidad, Gilen García y Joseba Palenzuela, como el diputado foral de Cultura, Harkaitz Millan, han destacado "la gran envergadura" de los trabajos hechos para devolver la infraestructura a su estado original, tras el hundimiento parcial que sufrió en julio de 2018.

Después de una primera intervención de urgencia, que costó unos 3,61 millones de euros, la rehabilitación propiamente dicha arrancó, con un presupuesto de 3,51 millones, en abril del año pasado.

"Teníamos experiencia en restauraciones de puentes de piedra pero ésta ha marcado un antes y un después", ha asegurado León, quien ha considerado que "la obra ha sido innovadora y puede servile a la comunidad técnica" de ejemplo.

Ha dicho que la intervención ha sido "verdaderamente interesante" pues, además de ser una de las últimas construcciones civiles en piedra -a partir de entonces se empezaron a hacer en hierro-, su restauración ha obligado a adoptar soluciones y técnicas que apenas se usan en la actualidad.

Según ha precisado, una veintena de operarios han trabajado en las labores de restauración, que han requerido tareas de cantería y mortero especializadas, así como desechar la informática y "acudir al tradicional tiracuerdas" para, por ejemplo, "recomponer los paños a las cotas originales".