Estamos en agosto. El mes vacacional por excelencia. Muchos pasarán en un hotel sus vacaciones y en algunos hoteles no admiten perros. Los dueños de estos animales tienen dos alternativas: dejarlos en manos de sus familiares o amigos o llevarlos a una residencia canina. Cada vez hay más hoteles para perros y Zumarraga también cuenta con uno. Se llama Orbela.

La responsable de la residencia canina Orbela es Izaro Garmendia. A esta zumarragarra siempre le han gustado los perros. Así, hizo estudios de auxiliar de veterinaria y adiestramiento de perros. Su familia tiene un terreno en las faldas del monte Izazpi y se le ocurrió abrir allí una residencia canina. Pero abandonó la idea, pensando que era descabellada. Al poco, su padre le propuso eso mismo. Pensó que si los dos habían tenido la misma idea, quizá no era tan mala. Así, se pusieron manos a la obra. El edificio lo construyeron su pareja y su padre.

Abrieron el hotel para perros en verano de 2016. Tras la apertura de la residencia, ha estudiado peluquería canina para ofrecer un servicio extra. En Orbela cuentan con 36 habitaciones. Todas ellas tienen su propia terraza. Ellos mismos se encargan de ir a recoger los perros y los cuidan durante las 24 horas del día. Les alimentan con comida de primera calidad, acompañada de agua fresca. Además, todos los días sacan a pasear los perros y los limpian.

Peluquería y adiestramiento Tal y como se ha mencionado, también cuentan con servicio de peluquería y adiestramiento. Los dueños pueden disfrutar tranquilamente de la playa o el monte, sabiendo que sus mascotas están a cuerpo de rey en un idílico lugar de Zumarraga.

De hecho, algunos clientes le han comentado a Garmendia que se quedarían a gusto en su residencia canina. “Estas residencias tienen que estar alejadas de las viviendas, para no molestar a los vecinos. Este es un sitio muy adecuado. Al estar alejado del pueblo y de otros caseríos, no hay tráfico y es muy adecuado para que paseen los perros”, explica.

Tienen muchos clientes: personas que no pueden llevar sus mascotas de vacaciones, gente que tiene un familiar en el hospital y tiene que atenderle, jóvenes que estudian fuera, trabajadores a los que han enviado fuera a trabajar...

Garmendia cuida los perros de los clientes tan bien como si fueran suyos. “Todas las mañanas limpio las habitaciones de los perros. Para ello, los saco a la terraza. En cuanto a la alimentación, trato de respetar la dieta habitual de cada uno: algunos comen una vez al día, otros dos o tres veces... Tras limpiar los cuartos, los saco a pasear. Normalmente, los paseo de uno en uno. Pero hay dueños que quieren que sus perros estén con otros animales. Esos los paseo juntos. Antes, les observo bien. Con el tiempo los perros de los cuartos contiguos se llegan a conocer y junto a aquellos que muestran complicidad”.

Los perros pequeños los pasea en grupo y los grandes de dos en dos o de tres en tres. Siempre los lleva atados. “No conviene llevarlos sueltos, pues pueden salir corriendo detrás de los corzos o decidir volver a casa. Hay que tener en cuenta que conocen el camino, pues vienen en coche. Utilizo correas extensibles, para que tengan sensación de libertad. Solo paseo sueltos a los perros que han venido muchas veces y lo hago con mucho cuidado”.

Adapta los paseos a las características de cada perro. “Los perros que tienen muchos años, pesan mucho o tienen displasia, los saco cuando se ha ido el sol, para que no sufran con el calor”.

Considera que para dedicarse a este trabajo hay que conocer muy bien a los canes. “Todos los perros no son iguales. Son seres vivos y tienen emociones. Algunos no lo pasan bien los primeros días. Cuando ven cómo actúas con el resto de los perros, se relajan y se abren. Hay que conocer bien a los perros para trabajar con ellos”.

Está muy contenta con la marcha del negocio. “Soy cada vez más conocida y me traen más perros. Ha venido incluso gente de Madrid, Barcelona y Alicante. En este mundo, el boca a boca funciona muy bien”.

La opinión de un usuario Uno de los que confía su perro a Izaro es el urretxuarra Roberto Amado. Turco, un dálmata de cinco años, va varias veces al año a la residencia canina Orbela de Zumarraga. “Sabía que habría ocasiones en las que no podría venir conmigo y desde el primer día me preocupé por buscar una solución. Desde que Izaro abrió Orbela, lo llevo allí. Va varias veces al año: cuando me voy de puente y en las vacaciones de agosto, para una semana”.

Está encantado con el servicio. “Lo más importante es la relación del responsable de la residencia con los perros e Izaro tiene una sensibilidad especial. Es una segunda familia para Turco. Cuando voy a recogerlo, Turco me recibe muy bien, pero también se despide de forma muy cariñosa de Izaro. Le recomiendo a todo el mundo llevar sus perros a Orbela”.