Legazpi: el pueblo de los ‘cacharros’ de hierro
Legazpi presume con razón de ser un pueblo que lleva siglos trabajando con el hierro. Y ha convertido la relación histórica con este metal en su principal reclamo turístico. Para que quede claro, el pueblo está lleno de ‘trastos' de hierro.
Si una nave extraterrestre aterrizara en Legazpi, una de las cosas que los alienígenas destacarían en el informe sobre este pueblo es que está lleno de cacharros de hierro: el nombre del pueblo y una escultura en la rotonda de entrada, una grada en Kale Nagusia, tres máquinas en otras dos rotondas y en el parque de Mirandaola, un puente, un frontón y mesas en este parque... Legazpi presume de ser un pueblo que lleva siglos trabajando con el hierro y ha elegido la relación con el metal como su principal reclamo turístico. Para dejar claro al visitante que se encuentra en el Valle del Hierro, lo han llenado todo de este material.
Muchos de estos elementos de hierro se colocaron tras la puesta en marcha de la fundación Lenbur, en 1997. Se creó con el objetivo de conservar y dar a conocer el patrimonio y, tras la concesión de una importante subvención europea, se formó un equipo interdisciplinar: arquitecto, historiador, paisajista... "Teníamos el discurso, pero necesitábamos el lugar. Ese lugar tenía que ser Mirandaola, por supuesto: el sitio en el que se encuentra la ferrería", comenta Aurelio González, secretario del patronato de la fundación.
Lenbur quería mostrar la relación entre el ser humano, la naturaleza y el hierro, pero en aquel entonces solo contaban con un elemento relacionado con el hierro: la ferrería. "Había que reforzar este aspecto. Además, no queríamos que la parte dedicada al hierro se centrara solo en la preindustrialización. Si hubiese sido así, nos hubiésemos limitado a colocar unas azadas. Así, colocamos unas cucharas, un martillo.... Estamos en una ferrería, pero no nos queríamos quedar en eso".
Y tanto que no se quedaron en eso... En el parque de Mirandaola hay toneladas y toneladas de hierro. Porque cuando hablamos de unas cucharas y un martillo, no estamos hablando de unas cucharas soperas y un martillo de los que se puede uno encontrar en cualquier caja de herramientas. Las cucharas y el martillo que donaron GSB y Bellota Herramientas pesan miles de kilos y su traslado al parque de Mirandaola fue toda una odisea. "El martillo está junto a la carretera y del traslado se encargó la empresa Usabiaga. Hubo que cortar el tráfico para colocarlo".
Se trata de un martillo neumático de doble efecto de la marca estadounidense ERIE. Se fabricó en 1959. El peso de su maza es de tres toneladas y su peso total de 87,6 toneladas.
En Mirandaola colocaron también un puente del tren del Urola. "En aquella época nadie tenía en mente convertir el ferrocarril en bidegorri y pedimos permiso para llevarnos un puente. tuvimos que ir de noche con la Ertzaintza y con unas grúas bestiales", afirma González.
El arquitecto Además, el Museo del Hierro Vasco tiene una gran marquesina de hierro y las paredes del frontón de Mirandaola están revestidas con chapas de acero. El ideólogo de estos dos proyectos fue el donostiarra Pedro Izaskun, por aquel entonces arquitecto municipal.
Izaskun, socio del estudio Soroa Arquitectos de Donostia, fue arquitecto municipal desde 1990 hasta 2010. Recuerda muy bien cómo se gestó el parque de Mirandaola. "El terreno lo adquirió el Ayuntamiento, cuando todavía no existía Lenbur. Era época de crisis y estaban muy en boga las escuelas-taller. En Legazpi se hicieron varias, con la ayuda del Ayuntamiento y el INEM. Los desempleados que participaron en estas escuelas-taller reconstruyeron el palacio Bikuña, construyeron viviendas sociales en el antiguo cuartel e hicieron el parque de Mirandaola. Los albañiles y herreros que participaban en la escuela-taller construían con la ayuda de sus maestros".
Para entonces ya existía la idea de abrir un museo sobre el hierro en Mirandaola, por lo que decidieron equipar el parque con elementos de hierro. "Las mesas se hicieron con piezas de las empresas. También quisimos utilizar el hierro en el frontón. Las paredes son de mampostería. Por encima tienen una capa de ladrillo y después unas chapas de acero corten. La idea fue de nuestro estudio y la verdad es que no encontramos ningún otro frontón de hierro. Las chapas se hicieron en la calderería Aizkorri de Legazpi y de la obra se encargaron los alumnos de la escuela-taller. Son 300 metros cuadrados de chapas de un centímetro de grosor, que pesan 27 toneladas. Eduardo Chillida fue uno de los patronos de Lenbur y cuando le llevaron a ver el frontón, le llamó la atención. Le pareció original".
Años más tarde, Izaskun diseñó la marquesina del edificio que acoge el Museo del Hierro Vasco y el bar de Mirandaola. "En 2002 se adquirió el pabellón de la empresa Fundiciones San Miguel y se hizo el Museo del Hierro Vasco. Queríamos que fuera el elemento de entrada a Legazpi, que tuviese relación con el hierro... y teníamos miedo de que se confundiese con el resto de las empresas. Así fue como se nos ocurrió hacer una marquesina de diez metros de altura, con una txapela de diez metros de diámetro. Es un elemento que tiene mucho volumen y con él conseguimos una entrada potente al edificio y al pueblo".
La txapela y las escaleras del perretxiku gigante también se hicieron en la calderería Aizkorri, mientras que el tubo que sujeta la txapela se hizo en Alemania. "El tubo es de una pieza y dentro tiene hormigón para darle estabilidad. La txapela, la escalera y el tubo pesan 25 toneladas. El montaje fue espectacular".
Rotondas Pero, tal y como se ha indicado, no todos los elementos de hierro están en el parque de Mirandaola. Las rotondas de Legazpi están decoradas también con máquinas y esculturas de hierro. En la rotonda de entrada al pueblo acaban de colocar una escultura del artista local Juan Mari Burguera. En la de Saturnino Telleria hay una prensa de estampar y en la de Bikuña está la base de la prensa que utilizó Eduardo Chillida para hacer el Peine del Viento y algunas de las obras que se pueden ver en Chillida Leku. Esta prensa alemana se puso en marcha en la forja de Patricio Echeverría en 1962. La máquina (que está en el museo Chillida Lantoki de Legazpi) pesa 185.000 kilos y el conjunto 270.250 kilos.
González destaca que los legazpiarras fueron los primeros en poner máquinas en las rotondas. "Después de nosotros, en otros pueblos también lo han hecho. Algunos vecinos nos dijeron que tras toda la vida trabajando con ellas, no les hacía gracia tener que verlas cada vez que pasaban por las rotondas, pero la gente les ha cogido cariño".
Por cierto, como no podía ser de otra forma, los ferrones tienen su propia escultura. Las personas que se han dedicado a trabajar con el hierro merecían un homenaje. Adivinen de qué material está hecha la escultura de los ferrones... Pues no. Es de piedra.