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Con 95 años, volando en una avioneta

La zumarragarra Carmina González vio cumplido el sábado uno de sus grandes sueños: coger los mandos de un avión

Con 95 años, volando en una avionetaFotos: Arantza Mendia

La zumarragarra Carmina González es una crack. Yo de mayor quiero ser como ella. Le tocó vivir una época en la que las mujeres lo tenían mucho peor aún que hoy en día, pero nunca se amilanó y se rebeló contra aquello que consideraba injusto. Vino de Barcelona a Zumarraga siendo joven y se enfrentó a las costumbres que consideró discriminatorias. Se ponía pantalones, fumaba... Sacó el carné de conducir cuando aún eran pocas las mujeres que lo tenían y llevó a su marido por toda Europa. Condujo hasta los 80 bien pasados y, ahora, con 95 años, utiliza el avión para viajar. En un reportaje que le dedicamos en abril del año pasado dijimos que a este paso acabará montando en un cohete. Pues bien, el sábado levantó las piernas de lo lindo para poder subirse a una avioneta e incluso llegó a coger los mandos.

La excursión la planificó su sobrina Arantza Mendia. “Tengo un amigo de Irun, Juan Monje, que tiene una avioneta de dos plazas en Lumbier. Hace tiempo le dije que tengo una tía a la que le encantaría volar y la semana pasada me llamó para quedar. Le dije a mi tía que no hiciese planes para el fin de semana, pues tenía una sorpresa para ella. No se imaginaba que la sorpresa sería esa, pero no lo dudó ni un momento. Mi tía fue modista, pero le hubiera encantado ser piloto. Incluso cogió los mandos un ratito”.

La versión de Carmina Es imposible escuchar la versión de la protagonista sin esbozar una sonrisa de admiración y envidia. Se trata de una de esas personas que hacen el mundo un poco más bonito. Da gusto hablar con ella, pues te alegra el día. “El piloto pidió un voluntario para subir a la avioneta y pensé ¿Es verdad lo que está diciendo? No lo dudé ni un momento. Otro podría sentir miedo y decir que no, pero yo no. Eso sí, si lo pienso, no lo hago. Por eso siempre actúo con rapidez. En los bailes también lo hacía. Si no quería bailar y alguno me agarraba, le arreaba una torta. Es la forma de defenderse, ¿no?”, razona.

El sábado vio cumplido uno de sus grandes sueños. “Siempre he tenido ilusión por pilotar un avión. He estado en la cabina de alguno, pero para pilotar hay que estudiar mucho. El sábado, el piloto me ofreció coger los mandos, pero lo hice solo durante un ratito. Tampoco estoy tan loca”.

Disfrutó mucho del vuelo. “Desde el avión vi el pantano de Yesa, Leire, la Javierada, los Pirineos... Fue algo precioso. Me hizo mucha ilusión”.

Eso sí, acabó quitándose los cascos. “Tengo la cabeza pequeña y se me resbalaban. Si estaba atenta a los cascos no podía disfrutar del paisaje y acabé quitándomelos”, reconoce.

Pero más duro que llevar los cascos fue, sin duda, subirse a la avioneta. No en vano, subirse a una avioneta de dos plazas es bastante más difícil que subir a los aviones que salen de Loiu. Hasta los del aeropuerto de Hondarribia ofrecen más comodidades. Y Carmina tiene 95 años. “¡Qué mal! Estas avionetas no tienen puerta. Tienes que subir desde el ala, poniendo el culete. Igual con 17 años no será tan complicado, pero con 95...”.

La protagonista del día Como no podía ser de otra forma, Carmina fue la gran protagonista del día en el aeródromo de Lumbier. Ni la presencia de la reina de Inglaterra hubiera despertado tanta expectación. “La gente se acercaba diciendo ¡hay una señora de 95 años que ha volado!”.

El lunes, con su última aventura aún reciente, se dedicó a descansar. Tiene que recuperar fuerzas para su próxima misión. “Por la tarde he ido a la cafetería que tenemos debajo de casa y he tomado un café. Después, he vuelto a casa para ver el programa ¡Boom! Me encanta. ¡Cuánto saben los concursantes!”, comenta.

Tú sí que sabes, Carmina... Sabes disfrutar, que es lo más importante que se puede saber en esta vida. Nos quedamos a la espera de tu próxima aventura. Si hay que ir a Cabo Cañaveral a ver cómo te subes a un cohete, se va. Aunque la empresa no se haga cargo del kilometraje. Dedicarte un reportaje es siempre un placer.