Errenteria - Para aquellos que no encuentran su sombrero en las tiendas, bien sea por talla o por estilo, Inma Gómez tiene la solución. La granadina trabaja siempre con cita previa en el atelier de Torrekua (telf.: 647 881 393).
Qué le ha traído a una granadina a Errenteria?
-Aunque nací en Granada, me he criado prácticamente toda la vida en Irun. Sí que he tenido un periodo de vida en Málaga, pero de espíritu soy muy vasca, aunque no soy euskalduna, no sé euskera. En Errenteria estoy porque Habian! (fábrica creactiva) apostó por mi proyecto y es la ciudad de acogida para mi trabajo.
¿Cómo llegó al mundo del diseño y a la sombrería?
-Lo mío es un poco más complicado. Yo soy una mujer reciclada. Yo era delineante topógrafa y hacía reproducción de traje histórico en miniatura para casas de muñecas. Cuando vino la crisis, después de varios años, me di cuenta de que podía hacer flores (aplicaciones para ropa) y de que podía aprender ese oficio. Me fui con una artesana sevillana, con Eugenia Jiménez, estuve una semana con ella y me enseñó las técnicas antiguas de sombrerería y flor de alta costura. Cuando volví, vi el curso de AEG de vestuario escénico y decidí apuntarme. Todo ha ido más o menos rodado.
La sombrerería no es una práctica que esté muy extendida.
-No. Ha habido unos años, después de los 80, que todavía estaba en boga, pero el tema de la sombrerería ha caído en desuso. Todo lo que es adorno en la cabeza se había ido perdiendo. La sombrerería me surgió, porque mi marido perdió un poco de pelo y no quería llevar siempre gorras. Fuimos a Ponsol a comprar un sombrero, pero no tenían talla para él porque tiene la cabeza un poco más pequeña de lo estándar. Y decidí, que como se me daba bien hacer flores y demás, ir a Sevilla a estudiar. La gente empieza a verlo (los sombreros por la calle) y yo estoy en el hecho de hacerlos a medida. Solo hago un sombrero para una clienta en particular y con necesidades definidas, no hago una serie de sombreros.
¿La gente de aquí es atrevida para llevar tocados?
-Errenteria a mí siempre me ha asombrado, porque puedes ver de todo: una señora de 50 años punkarra, se arriesgan con los colores en el pelo... aunque tengo que reconocer que les cuesta más verse con adornos en el pelo. Aunque alguna clienta sí que he tenido. Era una señora que necesitaba sombrero y tenía una cabeza algo más grande que las tallas estándar. Yo sobre todo trabajo para esos casos en los que no encuentran en la tienda lo que necesitan o buscan.
Además trabaja para el teatro.
-Aparte de las aplicaciones de alta costura y sombrerería, una parte importante de mi trabajo ahora es el vestuario escénico. Soy sastra y realizo los diseños que marcan los figurinistas.
Acaba de entregar el trabajo para una nueva obra teatral.
-Sí, pare el Teatro Clásico Nacional Español de Madrid. La obra se llama El desdén con el desdén y trabajamos con la figurinista Ikerne Jiménez, y acabamos de entregarlo, porque se estrenó el martes. Me dijeron que el vestuario había quedado muy bonito y creo que no ha habido ningún problema con él.
Habrá tenido que invertir muchas horas a contrarreloj.
-Sí, es mucho trabajo. El problema del vestuario escénico es que somos la última parte de la cadena. El director diseña el espectáculo, la figurinista el vestuario y según los tiempos del director, los diseños de la figurinista tienen que ir cambiando y cuando estos ya están definidos, ya queda poco tiempo para el estreno y después de que ensayen con los trajes también suele haber reajustes.
Trabaja para importantes nombres de las artes escénicas.
-Sí, no le quiero quitar mérito a mi forma de trabajar porque repiten, pero he tenido la suerte de dar con las personas adecuadas. Ahora cuando Deabru Beltza estrene su nuevo espectáculo se podrán ver los monos que hemos confeccionado, Erritu para Kukai también lo hemos hecho nosotras y los de Oreka TX en Pikotailuke.