La Semana Músico Coral de San Pedro cada año trata de recuperar la historia de un personaje ilustre del pueblo y la recientemente clausurada 33ª edición se ha dedicado a la viuda de Passaman. De hecho, Concepción Echeverría continuó con la idea de su marido, de ayudar a los más necesitados, hasta que falleció en San Sebastián el día 26 de enero de 1881. En su testamento no se olvidó de fundar “a perpetuidad” un asilo en su casa número 57 de San Pedro. El asilo funcionó hasta 1969. Así las cosas, la viuda de Passaman es una de las pocas mujeres que tienen una calle en su honor en el casco histórico del distrito.
No obstante, la vida de la bondadosa viuda no ha sido la única que se ha recordado en el ciclo musical. En este sentido, el pasado jueves se llevó a cabo la representación Emakumeak eta itsasoa en la que se narraba, acompañada de fotografías y momentos musicales, la historia de mujeres sanpedrotarras de diferentes épocas. Bateleras, sirgadoras, mariscadoras, vendedoras, rederas, descargadoras... “El trabajo de la mujer ha sido fundamental en el ámbito portuario y pesquero”, señalan los organizadores del evento. Además a todo ello, había que añadir el cuidado de sus casas, sus familias y su economía; y a pesar de todo ello, algunas lograron destacar por encima de todos los obstáculos que se encontraron en su vida.
Por ejemplo, las famosas bateleras se dedicaban a pasar en sus botes a los visitantes de una orilla a la otra. Son innumerables las citas que sobre ellas se encuentran, ya que causaban gran impresión por su fortaleza a quienes visitaban la bahía. El oficio de batelera se mantuvo durante, al menos, casi cuatro siglos; y cada una dedicó a este trabajo muchos años de su vida.
De la última batelera que se tienen noticias de que transportaba gente en San Pedro es Amalia Lopetegui en 1892.
Las conserveras también tuvieron un peso importante en la economía de San Pedro. En el soto de la casa de Allo hubo una fábrica de conservas, en la que trabajaban solo mujeres, en la década de los años 30 y 40. En ella se limpiaban las anchoas en las mesas de fuera, situadas entre el almacén y el edificio de La Lonja.
Igualmente había mujeres de familia de pescadores que salían por las calles a vender el pescado recién llegado a puerto, a las que denominaban kalekuak. Una de ellas, Manolita Iruretagoiena ganó un concurso de pregoneras de pescado, que se celebró el 5 de agosto de 1930 en la Plaza Constitución de Donostia, dentro de la Semana Vasca.
Otro grupo era el de las rederas que trabajaban por lo general sentadas sobre el duro suelo, otras veces aisladas del mismo por pequeñas y alargadas banquetas de madera recubiertas por un forro de hule o lona fuerte.
Algunas mujeres también buscaban otros trabajos u otros medios de conseguir dinero en el servicio doméstico en la capital, como amas de cría o inudeak, o adoptando huéspedes, apupiloak.
También artistas tuvo San Pedro. Aunque nacida en Getaria en 1918, Pepita Enbil se trasladó de niña a Pasaia por el trabajo de su padre y desde muy joven comenzó sus lecciones de canto. Su potente voz y encanto en el escenario, le otorgaron el sobrenombre de Reina de la zarzuela. Su amiga Rosario Vergara se encargó durante la guerra de tocar el órgano de la iglesia de San Pedro, a pesar de que las mujeres tenían prohibido en aquella época subir al coro, pero ella consiguió un permiso especial del arzobispo. Otra cantante reconocida fue Mª José Arrizabalaga Irigoien nacida en San Pedro en 1938 que cantó en la ópera de Berlín.
También hubo emprendedoras como María Concepción Arrieta Segurola quien en 1903 fundó La Casa de las Labores. Las profesoras Juana Zubia, Pilartxo Arratibel y Carmen Antía y la bordadora de la bandera de La Concha entre 1969 y 1989 Maruja Carballo fueron otras de las mujeres homenajeadas. También se recordó a las deportistas Maritxui Barrenetxea y Ana Ruiz y a los equipos de remo y de fútbol que ganó el Reina Sofía y supercopas.
Punto y aparte es la lonja de pescado, donde la tarea de la venta ha recaído por costumbre en los hombres. No obstante, en este terreno también hay que citar a una ventera, Conchita Arrillaga, que estuvo llevando a cabo, la venta de la Cofradía desde los años cuarenta hasta el año 1982 en que se jubiló.
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