-Empecé a tocar la batería en un grupo de instituto: Akiba MM. Después toqué en bodas y verbenas con los Gogor de Urretxu. Fui a Donostia a estudiar y estando allí me dijeron que un grupo de Gasteiz buscaba un batería. Eran los Hertzainak. Cuando Xabier Montoia lo dejó, yo mismo le llamé a Gari y preparamos el primer disco con él.

Aquel disco tuvo un éxito terrible.

-Fue un boom. La verdad es que todavía no había muchos grupos: Itoiz, Koska... Pasamos de que no nos conociese nadie a tocar en todos los sitios. Éramos unos chavales. Ibamos a tocar y de marcha. Hicimos muchas juergas. Era todo frenético. Intenso. No aparecíamos por casa en todo el fin de semana. Eso sí, ensayábamos mañana y tarde y publicamos casi un disco por año.

Se ha hablado mucho acerca de la disolución de Hertzainak.

-Acabamos cansados los unos de los otros. En todos los grupos hay líderes y confrontaciones entre ellos. Se veía venir. Intentamos arreglarlo, llegamos a publicar otro disco, pero lo dejamos. Incompatibilidad de caracteres. Hay que tener en cuenta, además, que llevábamos juntos desde los 20-21 años. Y a tope.

Después entró en Doctor Deseo.

-Conocía al bajista, era un grupo que me gustaba mucho y habían tocado con nosotros. Cuando lo dejamos le llamé y me dijo que estaban parados. Les propuse empezar otra vez y comenzamos a ensayar en mi caserío. Grabamos el cuarto disco (Gotas de dolor... un charco de olvido) y funcionó de maravilla.

Doctor Deseo lleva más de 30 años sobre los escenarios. Son los abuelos del rock vasco.

-¡Así es! Barricada ya no está, Evaristo tiene otro grupo...

¿Dónde está el secreto?

-El jefe, el líder, es Francis. Él dijo que haría las canciones y que si alguien quería hacer sus canciones las hiciera con otro grupo. Se planteó así desde el principio y así seguimos. Francis escribe las letras y la música la componemos entre todos. Un año publicamos un disco y el siguiente lo dedicamos a tocar. Además, la edad ayuda a asentarse y a controlar los egos. Si alguno se sobra, se le llama la atención. Nos encanta la música, pero no nos saturamos.

¿Se dedica exclusivamente a la música?

-Siempre he compaginado la música con otras actividades, pero la dedicación principal es la música. Primero la música y después lo que venga: sustituciones en Correos con la moto, plantar pinos en Legazpi, haciendo arreglos con Tito de Her-tzainak... Ahora trabajo en Correos. Elegir la música como actividad exclusiva es arriesgado.

¿Sus hijos han seguido sus pasos?

-Tengo dos hijos y uno de ellos era muy buen músico. Tocaba en el grupo Oppium. Ahora arregla molinos de viento.

¿Viene a Legazpi a menudo?

-Vengo a Legazpi un día a la semana, a visitar a los aitas. Veo bien el pueblo. Como siempre. No tengo cuadrilla porque salí de Legazpi siendo muy joven, pero conozco a mucha gente.

¿Cuál es el mejor concierto que recuerda?

-De esta última gira, a nivel de ambiente, el de Urretxu fue la hostia. Nos sorprendió. La gente se metió y estuvimos muy a gusto. El que tocamos en las txosnas de Gasteiz y los de Intxaurrondo también estuvieron muy bien. Los mejores conciertos solemos ofrecerlos en el centro cívico de Intxaurrondo. Siempre presentamos allí los discos y nos tratan muy bien. Espero que los legazpiarras lean que uno de los mejores conciertos ha sido el de Urretxu, les dé envidia y nos llamen. ¡Nunca hemos tocado en Legazpi! ¡Y eso que de chavales, Koldobike (la alcaldesa) y yo éramos de la misma cuadrilla!

¿Va a seguir durante mucho tiempo?

-Lo que más me cuesta es viajar. Los demás salen de Bilbao en furgoneta y yo tengo que ir solo a los conciertos. Pero el escenario es una droga. Es algo emotivo y siempre distinto. Mientras Francis siga, seguiremos.