Ángel Cruz Jaka Legorburu realizó una labor impagable en Zumarraga y Urretxu, recogiendo cientos de testimonios de vecinos y dejando por escrito miles de sucesos y anécdotas. La que traemos a estas líneas sucedió en el bar Kalemuzu del barrio Eitzaga y tiene como protagonista a Jaime de Borbón, carlista pretendiente al trono de España. Este bar lo regentaba un matrimonio abertzale: el formado por Buenaventura Ormazabal y Joxepa Beristain.
El 25 de julio de 1908, Zumarraga acogió una gran concentración carlista. En palabras de Jaka Legorburu, acudieron 20.000 partidarios de Carlos VII. Este era ya un anciano y había cedido sus pretendidos derechos a su hijo Jaime. El aspirante al trono atravesó la frontera clandestinamente y en Irun cogió el tren con dirección a Vitoria. En Donostia entraron en su vagón los jefes de su partido en la capital, pero no le reconocieron. “Esto tenía su explicación. Hasta entonces, Jaime había estado enrolado en el ejercito ruso a las órdenes del Zar y jamás había tenido contacto con los partidarios de su padre”, explica Jaka Legorburu.
Sin darse a conocer, el Borbón bajó del tren en Ormaiztegi y se presentó al párroco Campos. Este era un gran partidario de la causa carlista. Vicario y príncipe montaron en una calesa tirada por un caballo y se dirigieron a Zumarraga. Era un día muy caluroso y, al llegar al alto de Eitzaga, entraron en Kalemuzu para acicalarse y refrescarse. Preguntaron por el baño y, al entrar, se encontraron con una desagradable sorpresa: en el tocador había un lacito con los colores de la ikurriña.
Si subir el puerto de Eitzaga bajo un sol de justicia no les había acalorado lo suficiente, la visión de la ikurriña les acabó de rematar. Poco les faltaría para empezar a echar humo. Los comentarios de los dos carlistas serían de escuchar... Ni cortos ni perezosos, soltaron el lacito con los colores de la ikurriña y pusieron en su lugar otro con los colores de la bandera española. Y de propina, dejaron una fotografía de Jaime.
Una vez completada la hazaña, bajaron al casco urbano de Zumarraga. Atravesaron el parque Zelai Aristi, abarrotado de carlistas, sin darse a conocer ni ser reconocidos. Después, pasaron a Urretxu por el puente de la estación y se dirigieron a Azpeitia. De allí, Jaime volvió a su exilio de Francia.
Familia abertzale El pretendiente al trono y el cura intentaron enderezar a los Ormazabal, pero no lo consiguieron. Esta familia siguió siendo abertzale y, de hecho, varios nietos de Buenaventura y Joxepa han sido concejales de partidos abertzales.
Y tuvieron suerte los dos carlistas de no acabar siendo atraídos a su causa por los Ormazabal-Beristain... Si en vez de salir corriendo llegan a quedarse a comer las buzkantzas que preparaba la familia de Kalemuzu, hubieran acabado entonando loas a Sabino Arana Goiri.
En palabras de Jaka, las buzkan-tzas que preparaba Beristain eran fabulosas. En su escrito recoge incluso la receta que utilizaba. “El bar Kalemuzu era regentado por una familia lúcida y trabajadora, la de Buenaventura Ormazabal, su amable mujer Joxepa Beristain y los hijos Eusebio, Cándido, Dolores, Joaquín, Isabel, Casto, Agustín, Javier, Justa e Ignacia. La madre era experta haciendo buzkantzas. Había que verla los viernes y sábados de otoño e invierno en ese menester. Las buzkantzas de la Joxepa de Kalemuzu eran de una aceptación destacada”.