donostia - No es su primera experiencia como alcaldesa en funciones, pero siempre ahí está el gusanillo, el punto de preocupación, la responsabilidad. Cruza los dedos para que en una ciudad todavía llena de visitantes no pase “nada especial”. Duñike Agirrezabalaga (PSE-EE) concejala del área de Mujer y Participación Ciudadana, es la cuarta en la línea de sucesión, pero a falta del alcalde, Eneko Goia; el primer teniente de alcalde, Ernesto Gasco; y la segunda teniente de alcalde, Miren Azkarate; le ha tocado tomar las riendas de la ciudad por unos días. Lo lleva con tranquilidad y es víctima de alguna broma, como la de unos guardias municipales que, entre risas, se han cuadrado a su paso.
No es la primera vez que le toca ser alcaldesa de Donostia en funciones. ¿Las tablas se notan?
-Es la segunda ocasión en esta legislatura, pero también me tocó ser alcaldesa en funciones en la última legislatura de Odón Elorza. Siempre supone una preocupación y deseas que no ocurra nada malo en la ciudad y que todo discurra con tranquilidad y normalidad.
Habrá pasado unos días cruzando los dedos para que no pase nada.
-Sí, lo que quiero es que sean unos días tranquilos y en los que se logre cierto equilibrio entre los intereses de las personas que nos visitan y los de los donostiarras que se han quedado en la ciudad.
¿Qué supone ser alcaldesa accidental?
- Las agendas ya están cerradas y, además, en las fechas de vacaciones el trabajo institucional baja. Me toca hacer alguna cosa que hace el alcalde, como inaugurar el jueves un congreso en el Kursaal. El domingo, por ejemplo, recibo una representación de Cariñena.
¿Pocas sorpresas?
-No, espero que no. Todo está más o menos programado. Lo que me queda es estar alerta por si ocurre alguna novedad.
Pese a todo reconocerá que un punto de nervios sí tiene.
-Sí, porque por unos días eres la máxima autoridad de una ciudad y eso impone respeto y responsabilidad. Pero lo cierto es que soy una concejala con responsabilidades de gobierno y esto supone estar algo más alerta siempre.
Menos mal que no es algo que ocurra todos los días.
- No es nada frecuente que me toque ser alcaldesa en funciones, aunque sea la segunda vez en esta legislatura. Cuando no está el alcalde, Eneko Goia, acostumbra a estar Ernesto Gasco, el primer teniente de alcalde.No me diga que el domingo, cuando se quite de encima esta responsabilidad, no dormirá mejor .
- La verdad es que tengo la suerte de dormir muy bien, con tranquilidad.
El resto del año lleva las riendas del área de Participación Ciudadana. ¿La participación goza de buena salud en Donostia?
- Está sana, porque la gente se involucra. Muestra de ello ha sido el proceso de Arroka, en el que casi el 50% de la población del barrio ha participado en la consulta. También en los últimos procesos, viaducto de Iztueta y obras de Egia, la participación ha sido importante. Sigue siendo una ciudad con un asociacionismo vivo y activo que hace propuestas y también protestas.
Y después de las propuestas ¿qué?
- En el Ayuntamiento las recibimos sin problemas, pero es importante que los políticos y el funcionariado tengan una actitud receptiva, y se está trabajando de forma positiva en ese sentido. Pero no siempre la respuesta política da la razón a lo que se propone.
¿Las consultas son la panacea?
-No siempre. Muchas veces es más interesante generar movimientos de acercamiento entre distintas posturas para que todas las partes cedan un poco y se alcance una solución. Se busca frustrar al menor número de personas y optar por A o B no siempre es lo más positivo, a veces es mejor buscar una solución C .
El Gobierno lo conforman dos partidos, PNV y PSE-EE. ¿Hay sintonía en la apuesta por la participación? -Desde el Gobierno -cada uno en su estilo- se trabaja para mantener una relación con la ciudadanía. Es positivo que los concejales del Gobierno acudan a reuniones y estén en constante relación con la ciudadanía de una forma u otra. Además, hay distintos grados de participación, con procesos que son meramente de información y otros en los que las aportaciones pueden contribuir a cambiar una decisión.