Trabajo y superación. Son dos palabras que definen a la perfección al zarauztarra Aitor Francesena Gallo. Dos palabras que ha tratado de transmitir siempre a sus pupilos, y que por ende, también ha aplicado en su vida hasta hacerle llegar a ser campeón del mundo de surf adaptado el pasado mes de diciembre. Hasta ahí todo normal, puesto que normalmente el sacrificio y el esfuerzo de grandes deportistas se pueden traducir en obtener títulos de tal envergadura.

Pero Francesena es mucho más que eso, es mucho más que un campeón del mundo, porque además de trabajar duro para conseguir ser el mejor, ha hecho frente a díficiles situaciones que se le han planteado en la vida, superándose siempre a sí mismo. Y es que nació con glaucoma congénito, a los 14 años perdió la vista del ojo derecho, y hace cuatro años perdió la vista del único ojo que le quedaba a causa de un accidente mientras practicaba surf, quedándose completamente ciego. No obstante, Gallo se hizo grande frente a la adversidad, y luchó por conseguir lo que en un principio podría parecer imposible: surfear a oscuras.

Y a base de horas y horas de trabajo y mucho esfuerzo, en diciembre se proclamó campeón del mundo de surf adaptado para invidentes. Ahí es nada. Un gran ejemplo y un gran referente del surf zarauztarra que será premiado este viernes, a las 19.00 horas, en Modelo Aretoa, con el premio a mejor deportista masculino del año 2016. Un reconocimiento más para la larga lista que está acumulando últimamente: fue proclamado Mahasti Jaun en Getaria el pasado 17 de enero, realizó el saque de honor en un partido de la Real y fue homenajeado en la Gala del Deporte de la Asociación de la Prensa Deportiva de Gipuzkoa. “Todos estos reconocimientos son algo que me llenan una barbaridad, para mí es algo increible, y el que recibiré el viernes no será para menos. De hecho, que mi pueblo me dé el premio a mejor deportista es algo que en la vida hubiera pensado que conseguiría , y habiendo sido deportista y después entrenador, que ahora como deportista me den este reconocimiento es increible. Además, con todos estos reconocimientos me doy cuenta de lo que he conseguido, mucho más que cuando gané el campeonato”, cuenta Francesena a este periódico.

Asimismo, reconoce que nunca hubiera pensado en ganar el campeonato del mundo, y que cuando perdió la vista pensó que no podría volver a surfear. “Pensé que no iba a poder hacer surf porque me iba a marear con el mar en movimiento y con la pantalla en negro. No obstante, seis meses después de salir del hospital, me di un baño y tuve sensaciones de que sí podría porque las olas me daban datos. Es cierto que fue empezar de cero otra vez; comencé con tablas grandes y anchas y con olas muy pequeñas, y hoy es el día en que llevó tablas más pequeñas y exigentes y ando en casi todo tipo de olas”, comenta. Al ver que poco a poco lo podía hacer mejor, se dio cuenta de que podía ir a los campeonatos y es cuando decidió prepararse y entrenar para ello. Todo un ejemplo de superación.

Cómic ¡A tope! Cuatro horas y media de entrenamiento

“El surf es mi vida”

Actualmente tiene 46 años, pero tiene claro que seguirá compitiendo tanto en el campeonato estatal como el mundial mientras el cuerpo le deje. “Llevo ya un par de semanas entrenando a muerte, haciendo físico por las mañanas y surfing por las tardes, o al revés, según la marea. Diariamente entreno como cuatro horas y media, lo máximo posible”, cuenta el zarauztarra. Además, después de meter a Aritz Aranburu en el circuito mundial, uno de sus grandes logros profesionales, sigue entrenando a jóvenes y está inmerso en la trilogía del cómic ¡A tope!, del que ya se ha publicado la primera parte y próximamente se publicará la segunda.

El surfista está eternamente agradecido a su compañero y amigo Ibon Illarramendi Koala, porque “sin él quizás no habría ganado el campeonato”, y agradece también a sus sponsors (Pukas, Quiksilver, Ocean Earth, Carver, Seventy One y Siroko), “porque he conseguido todo esto gracias a ellos”. A Aitor se le ilumina la cara al hablar de surf. “El surf es mi vida, es todo para mí. Conocí a mi ex mujer haciendo surf, mi hija hace surf, me quedé ciego haciendo surf y he hecho surf toda mi vida. Si tengo mi dosis de salitre estoy feliz para todo el día, puedo con todo lo que venga”, concluye.