Pasaia - ¿Qué le ha llevado a escribir un libro sobre la historia de la fábrica de porcelana de Pasaia?
-Soy profesora en la Universidad de Deusto en el grado de Turismo, pero fundamentalmente trabajo en una empresa que se llama Ereiten Kultur Zerbitzuak y una de las áreas de trabajo principales dentro de esta empresa es la recuperación de la memoria y del patrimonio. Un objetivo muy importante para nosotros es socializar y hacer llegar a cualquier ciudadano que tenga un mínimo de interés una explicación del territorio que tiene alrededor. Hacemos una investigación histórica rigurosa y seria, pero la manera de contarlo trata de llegar al ciudadano medio.
¿Cómo surgió la colaboración con el Ayuntamiento de Pasaia?
-En esta línea de trabajo llevamos años trabajando con el Ayuntamiento de Pasaia, que es un Ayuntamiento que está muy sensibilizado con la recuperación de su patrimonio. Dentro de la colaboración con Pasaia, tenemos una colección de libros que son de divulgación, que se llama Zabaldiya, y el de la porcelana es el tercer número. Son libros de pequeño formato, con una introducción histórica básica y poco texto, y siempre que se ha podido se ha acompañado de una exposición.
En esta ocasión sí que han podido montar una exposición sobre la historia de la porcelana en Pasaia que se puede visitar en la Casa Víctor Hugo hasta el 17 de julio.
-Se ha hecho una exposición pequeñita y modesta. Se ha tratado de enseñar piezas diferentes para que la gente se haga una idea de lo que se fabricaba y de la calidad y el trabajo de esas piezas. Se han llevado porcelanas del museo San Telmo, de la Diputación y de dos colecciones particulares. Está teniendo mucho éxito. La verdad es que el Ayuntamiento ha hecho un esfuerzo, porque para un Ayuntamiento pequeñito montar una exposición es algo costoso. El Ayuntamiento ha hecho un llamamiento a la ciudadanía para saber si tienen este tipo de piezas.
¿Cómo se hicieron eco de este tema del pasado de la localidad?
-El de la porcelana era un tema que teníamos sobre la mesa. Ya sabíamos que había habido ahí una fábrica de porcelana. Está ahí la chimenea de ladrillo que en cuanto llegamos a Pasaia nos recibe, pero la gente no sabe de qué es. Incluso los pasaitarras mismos lo desconocen. La idea es que conozcan su historia y que estén orgullosos de su identidad. El historiador David Zapirain es el director de la colección y él propuso este tema al Ayuntamiento y como lo consideraron interesante nos pusimos a trabajar.
¿Qué supone para ustedes la publicación de un libro de la colección?
-Cuando sacamos un libro de estos es un momento muy emocionante para nosotros, porque la gente descubre y redescubre su historia. Hemos hecho un taller de porcelana con los niños y ellos han preguntado sobre este tema en casa y los mayores les han contado recuerdos de esa época. Si no se recupera esa historia, la memoria se va diluyendo y se pierde.
La chimenea es la testigo de esa época casi desconocida.
-La chimenea de Pasaia no es una chimenea de altísimo valor cultural, pero es la chimenea y cuenta una parte de la historia del municipio y eso es lo importante.
¿En qué años estuvo activa la fábrica de porcelana?
-La fábrica duró muy poco. Se abrió en 1858 y se cerró en 1915. Los momentos de mayor esplendor son del 58 al 78, que es cuando la fábrica está en manos de sus fundadores, que son unos hermanos venidos de Limoges (Francia) y ellos hacen las mejores piezas. Luego el negocio pasa a manos de socios que son locales y la fábrica poco a poco entra en declive.
¿Qué le llevó a su desaparición?
-Entramos en otra etapa y es que en 1915 la bahía de Pasaia se está industrializando a un ritmo galopante y hay otras muchas empresas que dan mucha más riqueza y son más prósperas para el país que la fábrica de porcelana. La política local se arrima a lo que va a ser más enriquecedor y se ponen pegas para que la fábrica siga y así se determina la finalidad de esta actividad.