"Puede que los comparseros parezcamos los más participativos, pero queremos que toda la ciudad se disfrace y disfrute". La invitación de la diosa Momo es firme, con el objetivo de transmitir a los donostiarras su "pasión" por estas fiestas. La errenteriarra Wendy Cerezo, de la comparsa Odissey y que participa bailando en el desfile desde que tenía siete años, será la encargada de dar vida este año al dios del Carnaval y de dirigir la ciudad durante estas fiestas, que cuentan con un total de 75 actos programados a partir de mañana mismo.
La fiesta se inaugurará precisamente con la llegada de Momo a la ciudad a las 19.00 horas. Llegará a la plaza de la Constitución acompañada de su séquito (Saray Fuente, Ainara Laskibar y Laura Plaza) y la txaranga Los Pasai, que les acompañará hasta el hotel de Londres. A esa misma hora saldrán a la calle, también, los zanpantzar de Zubieta y los dantzaris de Eskola y Goizaldi. Poco después, a las 21.00 horas, tendrá lugar en Illunbe la fiesta de presentación de las 25 comparsas que participarán en el gran desfile del sábado y el domingo por las calles del centro de la ciudad.
Las comparsas volverán a mostrar sus trajes y coreografías el viernes por la tarde (19.00 horas), esta vez a todos los ciudadanos que quieran conocerlas, en la plaza de la Constitución. En los desfiles de este año bailarán más de 1.000 personas que recrearán en Donostia los carnavales de Nueva Orleans, Brasil o Venecia, las aves tropicales, el ambiente de Las mil y una noches, a las leyendas del rock o a La bella y la bestia y que competirán por hacerse con el premio a la mejor carroza. Pasearán sus disfraces y sus bailes el sábado y el domingo a partir de las 17.00 horas.
Aunque el Carnaval donostiarra va más allá de esos desfiles y de las calles del centro de la ciudad. Para ir calentando, en muchos barrios los alumnos de centros escolares como Herri Ametsa, Axular, Amassorrain u Orixe sacarán a la calle sus creaciones y colores este viernes. Las comparsas del Carnaval tradicional también volverán a lucirse: el sábado por la tarde recorrerán la Parte Vieja los jardineros de Eskola, los percebes de la Unión Artesana, los caldereros de Amara Berri y la tamborrada Intxaurra, que se encontrarán en la plaza de la Constitución a partir de las 20.00 horas. Jardineros, percebes y caldereros también se dejarán ver el viernes por la tarde y el domingo por la mañana.
CARNAVAL VASCO INFANTIL. Pastores y gigantes
El mediodía del domingo también tendrá como protagonistas a los chavales de Gero Axular. La recuperada comparsa de pastores, gigantes y cabezudos recreará el carnaval rural vasco en las calles de la Parte Vieja a partir de las 12.00 horas.
Además de música y baile, los payasos Gari, Montxo eta Joselontxo de Tutik klowns ofrecerán el sábado por la tarde la obra Kolorez jantziz en el Teatro Principal, a la que invitan a que niños y mayores acudan disfrazados.
El fin de semana de Carnaval concluirá el lunes con el entierro de la sardina a partir de las 19.30 horas en el quiosco del Boulevard en un acto en el que el color del Carnaval se sustituirá por el negro y rojo de diablos, esqueletos, frailes, viudas y otros personajes. De todos modos, el programa no se acaba ahí ya que, como es habitual, las calles de Altza tomarán el testigo el día 14 para acoger el domingo de Piñata y un nuevo desfile de las comparsas por las calles del barrio.
El concejal de Fiestas, Alfonso Gurpegui, enfundado en una peluca afro y unas grandes gafas, también animó a los donostiarras a “no desaprovechar la oportunidad de divertirse, disfrazarse y dar la vuelta al día a día”.
EL CARTEL. Niños disfrazados de farolas
La imagen del carnaval de este año, la de dos niños disfrazados de farolas del Kursaal, es obra del donostiarra Aritz Trueba, cuyo diseño fue elegido entre las más de 100 propuestas presentadas. “Busqué un icono de la ciudad para reflejar que el cartel ilustraba el Carnaval de Donostia y no el de cualquier otro lugar”, explicó el autor, que se fijó, precisamente, en las farolas del puente del Kursaal. Con el dibujo ha querido también poner en valor el hecho de que los niños creen su propio disfraz.