Donostia no sería la actual ciudad con altas dosis de actividad turística si no tuviera un paseo por todo su litoral, incluida la falda costera de Urgull. El Paseo Nuevo cumple este año un siglo desde la apertura de su primer tramo, al igual que el Hipódromo de Zubieta. Ambas construcciones se llevaron a cabo en plena Belle Époque, cuando la pequeña capital guipuzcoana comenzó a recibir en sus veranos a la realeza española y a la aristocracia internacional, que escapaba de la primera Guerra Mundial, que estalló en 1914. El Paseo Nuevo, además, se sufragó con las ganancias del Casino.
El kilómetro y medio del Paseo Nuevo se ejecutó en tres tramos y empezó por la zona conocida popularmente como El Rompeolas, que estaba en la confluencia con la calle Aldamar. El primero de los tramos del nuevo recorrido se inauguró el 10 de julio, con presencia de la reina María Cristina, y el nombre de Paseo del Príncipe de Asturias. Con la llegada de la República se le cambió el nombre por el de Paseo de la República y, posteriormente, por el de Primo de Rivera, pero la gente le seguía llamando Paseo Nuevo. La denominación se convirtió en oficial el 9 de julio de 1979.
Según el historiador Javier María Sada, la idea de crear un paseo que rodease el monte que albergaba el Castillo de la Mota bullía en las mentes de algunos de los responsables públicos de la época e, incluso, fue planteada por el arquitecto José de Goicoa a finales del siglo XIX, sin demasiado éxito, ya que el monte tenía usos militares, aunque entonces ya en declive.
Con el cambio de siglo, y los planes para que el Estado vendiese al Ayuntamiento el monte, lo que sucedió en 1921, el alcalde Marino Tabuyo pidió en el Senado que se cediera una franja de tierra para crear el deseado paseo y la maquinaria se puso en marcha.
En 1917, y con Gabriel María Laffitte como regidor, se abrió el segundo tramo del paseo. En este caso, fue el rey Alfonso XIII, acompañado de su madre María Cristina y del príncipe Pío de Saboya, quienes cortaron la cinta. Las crónicas de la época recuerdan que el alcalde propuso al monarca proseguir el paseo desde Sagüés hasta el Faro de la Plata, en un recorrido por Mompás que no ha dejado de olvidarse desde entonces, como da fe el proyecto de pasarela peatonal, suspendido en la actualidad.
Quedaba aún por crear el tercer tramo del Paseo Nuevo, que conectaba la zona de Urgull con la calle Mari. Inicialmente se proyectó crear el recorrido sobre las casas del muelle, aunque la idea se descartó y el paseo terminó en la zona del actual Aquarium. Esta última parte se abrió al público en 1919, con presencia, otra vez, de la realeza. Tanto Alfonso XIII como las reinas María Cristina y Victoria Eugenia estuvieron presentes en el acto.
Cerró los hipódromos
El circuito de carreras de caballos, que abrió sus puertas como Hipódromo de Lasarte, no solo fue inaugurado por Alfonso XIII sino también fue suya la iniciativa de su creación. A la afición del monarca por el mundo hípico se unió el hecho de que Donostia era el destino vacacional de la familia real y a que, en 1916, a causa de la Guerra Mundial, ningún hipódromo europeo iba a funcionar. Por ello, Alfonso XIII pidió que se construyera un hipódromo en la ciudad y se eligió la explanada de Lasarte. El recinto se hizo realidad en seis meses y se inauguró el 2 de julio.
La primera temporada contó con 41 jornadas y los primeros premios se pagaron en francos. El hipódromo donostiarra se hizo famoso y acogió a cuadras de renombre, por lo que los mejores criadores quisieron competir en él.
El final de la Guerra Mundial, sin embargo, permitió que los propietarios y profesionales del mundo hípico retornasen a sus países de origen y bajó de modo drástico el número de caballos en las cuadras donostiarras. Tras aquella readecuación, el hipódromo creó un gran premio, que se conoció como el del Medio Millón (de pesetas), que pretendía ser el más elevado de cuantos existían entonces en el mundo.
Durante la Guerra Civil, entre 1936 y 1939, las instalaciones hípicas dejaron de acoger competiciones aunque, una vez concluida la contienda, el de Lasarte fue el primer hipódromo del Estado en abrir sus puertas.
En la actualidad, el día a día en el recinto de Zubieta ha vivido un giro radical respecto a lo que resultaba habitual hasta hace solo una década. El Hipódromo abre sus puertas al público las 365 jornadas del año, ya que bajo su tribuna de propietarios se encuentra un centro de juego y de seguimiento de las carreras del circuito francés. Es esta actividad la que sustenta económicamente a Hipodromoa, la sociedad gestora de las instalaciones, que está participada en un 100% por el grupo galo Carrus y que cuenta en Gipuzkoa con una red de puntos de apuestas similares. La pista de carreras, mientras, queda reservada para entrenamientos y para aproximadamente doce jornadas de competición cada verano.