donostia- La cúpula del Bellas Artes modificó ayer su perfil de las últimas décadas y terminó la jornada desprovista de parte de la punta que la coronaba en el pasado. En un plazo de cinco días, según el calendario de obra, los operarios habrán desmontado el resto del elemento, cuya estructura está en ruina a causa del deterioro del hormigón, que se deshace al tocarlo.

Dos grúas de grandes dimensiones ubicadas a ambos lados del edificio izaron en barquetas a los trabajadores, que fueron retirando poco a poco la zona más elevada de este elemento constructivo. En los próximos días, seguirán con la misma tarea de ir desmontando cuidadosamente el revestimiento de la cúpula y depositando las placas en un contenedor, también elevado por una grúa. Una vez retirados los elementos metálicos, se derribará la estructura, que ha perdido su capacidad portante. Para evitar cualquier problema, el edificio lleva un tiempo vallado, además de cubierto por una malla protectora.

La presencia de las dos grúas, así como de los trabajadores en lo alto del edificio, llamó ayer la atención de los numerosos curiosos que pasaban por la zona.

Una vez desmochado el edificio, está previsto que se coloquen placas metálicas impermeables para evitar que el agua de lluvia entre en el edificio y acreciente su mal estado.

La cúpula del Bellas Artes deberá ser reconstruida según los criterios de una restauración “conservadora tipo B”, tal y como ha dictado la Diputación. Es decir, el renovado elemento tendrá que ser idéntico al original, no al que se retira estos días, que proyectó el autor del edificio, Ramón Cortázar, hace más de 100 años. El futuro de este edificio, propiedad de la Sade, sigue siendo una incógnita.