ordizia - ¿Dónde trabajó antes de llegar a los Garagune?
-Entré en este mundo a través del voluntariado. En 1982, empecé a trabajar como voluntaria en los centros de tiempo libre Txolarte de Atzegi. En 1987 comencé a trabajar en un piso de Atzegi, en Ikaztegieta. En 1999 pasé a ser la responsable del Garagune de Itsasondo. En 2004 comencé a trabajar también en Legazpi y en 2007 se cerró el centro de Itsasondo y vinimos a Ordizia. En 2011 se abrió el actual Garagune de Legazpi.
¿Qué son los Garagune?
-Goyeneche es una fundación benéfica sin ánimo de lucro. Su objetivo es ofertar un centro en cada comarca. Hay Garagunes en Irun, Errenteria, Donostia, Ibarra, Ordizia, Legazpi, Arrasate, Eibar y Azpeitia. Goyeneche también tiene en marcha un programa ocupacional, que se denomina Pausoak. El objetivo es ayudar a las personas adultas con discapacidad intelectual. Les ayudamos a llevar adelante una vida que merezca la pena ser vivida. Queremos que cumplan sus sueños y sus deseos. Tenemos un centro en cada comarca para que puedan seguir viviendo con sus familias.
¿Cómo trabajan?
-Cada usuario elige quién quiere que sea su profesional de referencia. También eligen a un familiar o un amigo para que les acompañe durante el proceso.
Pasan el día en el Garagune.
-Vienen a las 9.30 y salen a las 17.00. Cada uno tiene su propio perfil, en el que se recogen sus puntos fuertes, sus objetivos y la ayuda que necesita. Si a alguien le gusta ir al monte, le ayudamos a hacerlo para que pueda decir que su vida va bien. Por ejemplo, hay gente que ayuda en las tiendas del pueblo. También tienen un taller de pintura, juegan a las cartas y al bingo, hacen punto, van a la piscina y al gimnasio, ayudan a practicar el castellano a varios inmigrantes, salen de paseo, hacen las compras, cocinan, ven la tele, hacen las labores del hogar... Además, una vez al mes participan en un taller sobre sus derechos.
¿De cuántos profesionales disponen?
-En Legazpi tenemos dos trabajadores a jornada completa y otros dos a media jornada y en Ordizia uno a jornada completa y otros cuatro a media jornada. Hay que decir que contamos con la ayuda de voluntarios. En Ordizia tenemos catorce y en Legazpi seis.
Lleva ya más de 30 años trabajando con ellos. ¿Qué valoración hace?
-Creo que todos los que trabajamos con personas hacemos valoraciones parecidas. Es un proceso de aprendizaje muy potente. Este trabajo me ha dado la oportunidad de conocerme mejor a mí misma y he hecho grandes amigos. He vivido con ellos las distintas fases de mi vida. Al fin y al cabo, estamos compartiendo nuestras vidas. Al ayudarles he sido ayudada y al enseñarles me han enseñado. Al principio, el planteamiento era mucho más técnico. Se suponía que el profesional era el experto. Después nos dimos cuenta de que el funcionamiento debía ser mucho más horizontal. Tenemos que ser simples ayudantes y darles poder. También hemos aprendido mucho de las familias, pues son ellas las que mejor les conocen.
¿La sociedad también ha cambiado?
-Sí. Hace 50 años lo más importante era la presencia de estas personas en la comunidad, pues muchas pasaban el día en casa. El primer paso importante fue la creación de Atzegi. Un grupo de padres creó esta asociación y comenzaron a salir a la calle. La gente, normalmente, está dispuesta a ayudar. Es nuestra responsabilidad ofrecerles la oportunidad de hacerlo. En ese sentido, hicimos un decálogo para los vecinos, creamos una red social a través de los voluntarios, venden productos de comercio justo en el mercado, recogen tapones en los bares, comercios, colegios y empresas para ayudar el niño urretxuarra Markel López...
¿Cuáles serán los retos del futuro?
-Nuestro mayor reto es que puedan satisfacer sus deseos, a poder ser integrados en la comunidad. Para ello, hemos organizado unas jornadas tanto en Ordizia como en Legazpi.