hondarribia - Carles Pons es de Lleida y hoy vive en Palencia, aunque fue profesor en el Conservatorio de Irun. De ahí su vinculación con Hondarribia, donde vivió “durante siete maravillosos años”. Ciudad a la que vuelve, cada año, con motivo del Festival Internacional de Guitarra, que echa a andar hoy mismo y del que Pons es su director e impulsor desde hace trece años, cuando nació.
Ya son trece años de festival y una vez más, cuentan con un nuevo escenario, el convento de las Carmelitas. ¿Lleva usted la cuenta de por cuántos lugares han pasado ya?
-En trece años habremos pasado por unos 15 escenarios. Desde el restaurante de Ramón Roteta, donde empezamos, hasta la iglesia de La Marina, el Parador, el bar Banako, el auditorium de Itsas Etxea o la sala de Kultur Etxea en Hondarribia; el Amaia, el museo Oiasso, el Conservatorio, la sala Tunk! o la capilla de la Milagrosa en Irun, y los conciertos que hemos llevado a Bera, al Koldo Mitxelena de Donostia o a Bilbao... Digamos que este festival ha hecho de la necesidad virtud, porque hace años, no había tantos lugares adecuados para los conciertos, o no era fácil disponer de ellos. Con los años eso ha ido cambiando. Hoy, Hondarribia tiene, por ejemplo, dos salas magníficas como Itsas Etxea, algo grande quizá para un festival como el nuestro, en el que las cifras de público rondan las 150 personas por concierto, o Kultur Etxea, que tiene ese tamaño más adecuado. Quiero pensar que el festival, junto con el empuje y las ganas de tantos colectivos y entidades en la ciudad, ha contribuido a que hoy, Hondarribia tenga esas infraestructuras que hace trece años no tenía.
Este año programan también lo que han denominado conciertos sociales, acercando la música a los mayores de las residencias San Gabriel y Caser Betherram. ¿Por qué?¿Es algo que llega para tener continuidad en años venideros?
-Es una forma de llevar el festival a las personas que no pueden acercarse a los conciertos, en este caso, a los mayores de las residencias. No nos cuesta nada hacerlo y creo que esas personas tienen el derecho a disfrutar de la música. Yo mismo, en Palencia y en otros muchos lugares, he ofrecido conciertos para personas con Parkinson, en residencias de mayores, en hospitales... No es una terapia sino puro disfrute. Queremos que colectivos desfavorecidos o que no tienen la posibilidad de venir a los conciertos del festival, puedan disfrutar también de la música de guitarra. Es una experiencia maravillosa y ver las caras de estas personas y cómo disfrutan y agradecen estos conciertos es un goce. Y sin duda, es algo a lo que queremos dar continuidad cada año.
El festival se pasa en un fin de semana pero su organización le lleva todo el año. ¿Encuentra tiempo para disfrutar de Hondarribia estos días?
-Estar aquí estos días para mí es un trabajo, porque tengo que estar pendiente de todos los detalles. Pero me siento como en casa, porque la ciudad es maravillosa, se come estupendamente y además, tengo buenos amigos. La organización del festival es algo que se va hilando a lo largo de todo el año. El Ayuntamiento aprueba su presupuesto en diciembre, pero yo para esas fechas ya tengo perfilado el programa, porque hay que casar agendas de los artistas, los viajes y demás. La verdad es que tengo que agradecer al Ayuntamiento de Hondarribia y a los patrocinadores que sigan apostando por este festival y por la guitarra.