El camino de Mundaiz, un espacio aledaño a Tabakalera y lleno ahora de oficinas y locales, algunos de ellos convertidos en lofts, está llamado a desaparecer. El sencillo racionalismo de algunos edificios, envejecidos y faltos de cuidado en su exterior, no ha sido suficiente para que alguno de ellos se incluya en los planes de protección. El Plan General, aprobado en 2010, autoriza el derribo de las construcciones y la transformación de este triángulo situado entre las vías del tren y Tabakalera en una nueva parcela residencial, con 18.000 metros cuadrados de techo: cerca de 300 viviendas. Además, permite también 8.000 metros cuadrados de usos terciarios (comercios, oficinas, hostelería?), 5.000 de ellos en los sótanos.
La proximidad de la puesta en marcha del complejo cultural de Tabakalera, prevista para el verano, da protagonismo a la vieja fábrica de cigarrillos, pero sigue dejando en el olvido un entorno desconocido para muchos donostiarras que, sin embargo, tiene vida residencial, profesional y también de ocio. Así pues, Tabakarela parece que se abrirá, pero no contará a su lado con viejas reliquias urbanas aprovechadas al estilo berlinés, por poner un ejemplo, recuerdo de un modesto pasado industrial. Tampoco parece avanzar la idea, prevista en el Plan General, de crear las nuevas y modernas viviendas. La zona está en punto muerto. Ni se rehabilita ni se reconstruye.
En los últimos tiempos, el conjunto de propietarios de este espacio situado en pleno cogollo de la ciudad se ha dirigido al Ayuntamiento para solicitar un aumento en el número de viviendas autorizadas en el lugar, es decir, convertir las parcelas existentes en bienes mucho más rentables que lo que son en la actualidad. Para ello, y dado que el solar no puede extenderse por los lados por falta de espacio y además debe reducirse para crear aceras, solo podría autorizarse aumentar la altura de las futuras construcciones.
El Gobierno municipal asegura que los propietarios han solicitado que los bloques residenciales puedan alcanzar la altura del edificio de Tabakalera. Pero no de la construcción de piedra, sino la del prisma de cristal añadido en su rehabilitación. De este modo, aumentaría la edificabilidad y el lucro posible en la zona, aunque también crecería la densidad, “en exceso” para algunos.
más viviendas El Gobierno municipal de Bildu ha rechazado las pretensiones de los propietarios, que no cree justificadas urbanísticamente. Tampoco ha aceptado la segunda alternativa sugerida: eliminar la VPO del solar. Según la normativa en vigor, las nuevas zonas destinadas a vivienda deben contar con un 20% de viviendas protegidas y otro tanto de pisos de precio tasado. Estos porcentajes reducen al 60 los de precio libre, en los que se puede sacar rendimiento económico. Esta opción tampoco ha sido vista con buenos ojos por parte del Ejecutivo local.
Por otra parte, algunos propietarios han señalado que su interés sería mantenerse en el lugar, aunque con edificios más modernos, dotados de mejores prestaciones que los inmuebles actuales. “Les propusimos modificar el planeamiento urbanístico con el fin de que puedan rehabilitar o reconstruir sus edificios de tipo terciario con destino a ser complementos de Tabakalera, pero entonces no se destinarían a vivienda y no serían tan lucrativos”, explica el concejal de Urbanismo, Ricardo Burutaran.
La situación no avanza ni retrocede pero, como ha sucedido en muchos otros lugares, cuando un entorno tiene permiso para construir nuevas viviendas deja de prestar atención a sus viejos edificios.
Mientras tanto, la vida sigue bullendo en este recóndito espacio, a la sombra de Cristina Enea y de espaldas a Tabakalera.