idiazabal - ¿Cómo empezó en esto?

-Siempre he tenido vocación de pintor y me especialicé en alta decoración, en Francia. Allí aprendí a restaurar cosas y, poco a poco, me fui metiendo en el tema. De todos modos, con quince años ya restauraba bicis, dentro de mis posibilidades. Antes restauraba solo las que la gente echaba a la basura y ahora también lo hago por encargo.

¿Por qué esa pasión por la bicicleta como objeto?

-De chaval me gustaba el ciclismo y siempre me ha dado cargo de conciencia ver cómo la gente tira a la basura objetos que todavía se pueden utilizar. Hay que dar una segunda oportunidad a las cosas. En Francia aprecian más los objetos antiguos. Hay que conservarlos para que nuestros descendientes sepan cómo vivíamos.

¿Qué dice su familia?

-A mi mujer y a mis hijos les encanta mi afición. Y tengo un vecino que está restaurando la bici de su abuelo. La gente se está dando cuenta de que estos objetos tienen un valor y se pueden recuperar. Estamos pensando crear una asociación y quedar para dar una vuelta una vez al mes. Cualquiera con un poco de maña puede dedicarse a esto. Como conozco el tema, trato de ayudarles.

¿Sus hijos le ayudan en las labores de restauración?

-A uno de ellos le grabé un vídeo restaurando la bici de la foto. Al otro le gusta más andar en bici que restaurarlas. Son gemelos y tienen 9 años.

¿Cuántas bicis calcula que habrá recuperado?

-Unas 20. La verdad es que no llevo la cuenta. Y he ayudado a resturar otras muchas. Hemos restaurado bicicletas de carretera legendarias, de las marcas Alan, Vitus... A algunos les gusta mantener todas las piezas originales y lo único que hacemos es limpiarlas y barnizarlas para parar el deterioro.

Y una remodelación total, ¿cómo se lleva a cabo?

-Se chorrea la bici y después se pinta. El trabajo está en el fileteado, que hay que hacerlo a mano. Las llantas hay que cambiarlas siempre. Las traemos de Holanda. El resto de las piezas originales, se croman. Cuando hay que cambiar otras piezas, las traemos de Portugal. Tenemos la suerte de que en en este país se siguen fabricando bicicletas como las que aquí se hacían antes. Muchas las envían a África. Son bicis muy duras y cómodas, aunque parecen toscas.

¿Cuántas bicicletas tiene?

-Unas doce. Algunas las tengo prestadas. Entre mis clientes hay comerciantes y me las piden para los escaparates de sus tiendas.

¿Cuál es la bici más valiosa que tiene?

-Una BH de 1919. La iban a tirar y mi mujer se enamoró de ella. Es la bici que con más cariño he restaurado. La utiliza ella. Muchas veces a las personas que tienes más cerca no les gusta tu afición, pero a mí no me pasa eso.

¿Cuál es la bici de sus sueños?

-Una Alan. Cuando tenía catorce años la veíamos en la tienda de bicicletas Montero de Ordizia. Costaba 200.000 pesetas. En aquella época un trabajador cobraba unas 50.000 pesetas, por lo que era inalcanzabale para nosotros. Me ha costado casi 40 años conseguirla. Una persona me la ofreció a cambio de que le pintara un pasillo y una sala y no lo dudé. En Internet te encuentras de todo, pero no te puedes fiar. Y no puedes ir hasta Valencia para comprobar si una bici está en buen estado. Ahora ando detrás de una bici del ejército suizo.

¿Qué dice de la bicicleta con la que ha posado para la fotografía?

-Es una BH de 1939. Se la trajeron de Madrid a una niña de catorce años que ahora tiene 87 años.

¿Cuánto cuestan estas bicicletas?

-Una bicicleta por restaurar cuesta 100-150 euros. Prefiero comprarlas, pues una vez me dieron una y cuando la vieron restaurada quisieron recuperarla. Una vez restauradas, cuestan desde 600 a 1.200 euros.

¿Suele salir a pasear con sus bicis?

-Sí. Una vez fuimos los cuatro desde Itsasondo hasta Alegi y nos paró hasta la Ertzaintza para sacarnos fotos. Y una pareja nos pidió que les prestáramos las bicis para su reportaje de boda.

¿Cuál es su marca favorita?

-BH. Orbea y BH eran una y después se separaron. Las dos marcas me gustan mucho, pero en esta zona BH tuvo mucho éxito. En Euskadi se hacían muchas bicis y es una pena que se estén perdiendo.