¿qUIÉN no recuerda la serie Las chicas de Oro? Tuvo un gran éxito a finales de los años 80 y comienzos de los 90. Los telespectadores disfrutaron de lo lindo con las aventuras de cuatro mujeres que compartían un chalet en Miami. Años después los españoles hicieron su propia versión con Concha Velasco, Carmen Maura, Lola Herrera y Alicia Hermida. Si ETB quiere algún día hacer la suya, le ahorramos el casting: nadie podría hacerlo mejor que las cuatro mujeres de Ezkio-Itsaso que se reúnen todos los miércoles en el restaurante Labekoa para cotillear un poco acerca de lo que se cuece en el pueblo y solucionar los problemas del mundo. Después de más de dos años acudiendo a la cita, se han ganado el cariño de los comensales y los trabajadores del Labekoa.

Las cuatro mujeres son Juana Zumarraga, María Rosa Esnal, María Tomasa Zabaleta y Melitona Pérez. A Juana no le gusta su nombre y todo el mundo le llama Juanita. Nació en el caserío Sagastizabal hace 90 años. Tiene cuatro hijos y con 35 años se quedó viuda. Tuvo que emplearse a fondo en todo tipo de trabajos para poder sacar a su familia adelante.

María Rosa Esnal es cuñada de Juanita. A ella no le disgusta su nombre, pero nadie le llama por él. "Me llaman Rosa, Rosi, Rosario...", comenta con humor. Nació hace 79 años en Zarautz. Tiene cinco hijos y se quedó viuda hace cinco años. Desde que se casó ha sido ama de casa, pero antes trabajó en la fábrica de mimbres de la familia Busca. Se lleva muy bien con su cuñada. "Siempre nos hemos arreglado bien. ¡Menos mal!".

A María Tomasa Zabaleta todos le conocen como María. Nació en el caserío Beain de Urretxu hace 87 años y se casó con un hijo del caserío Izarre Berri de Ezkio-Itsaso. Tiene dos hijos y ella también es viuda. Siempre ha trabajado en el caserío, "peleando con el ganado". Recuerda que durante muchos años iba con el burro a Zumarraga, a vender leche.

La cuarta y última chica de oro es Melitona Pérez. Todos le llaman Meli. Es la más joven de las cuatro. Nació en Almajano, Soria, hace 71 años. Vive con su marido en la empresa Ayma de Ezkio-Itsaso, donde hacen de guardeses. No tienen hijos.

Cuando Meli dice su edad, Rosa salta como un resorte. "¡Su edad está bajando! ¿Soy yo la única que sube? Vais a ir al infierno, por malas". La verdad es que el infierno no les da ningún miedo. Se ríen del diablo y de todo el que se les planta delante. Se ponen el mundo por montera. "Tenemos comprado un puesto en el cielo, pero como inversión a largo plazo. No tenemos ninguna intención de ir allí", añade la propia Rosa.

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Se ríen del diablo y del infierno

Su cuñada le responde que las puertas del infierno deben estar abiertas, porque todos los malos están sueltos. "El demonio del que nos hablaron no existe. Todos los demonios están en este mundo". Se muestra muy crítica con la educación que recibieron. "Menudas sorpresas nos hemos llevado con los años... ¡La de mentiras que nos contaron! Nos dedicábamos a traer un hijo detrás de otro, porque no hacerlo era pecado". Su cuñada añade que no le desean a nadie todo lo que pasaron ellas en la posguerra y reconoce que ahora viven de maravilla.

Su amiga María comenta que la clave para mantener el humor es no mirar a lo que hicieron o dejaron de hacer en el pasado y disfrutar del presente. Y tener buenas amigas, claro. Recuerda que cuando murió su marido, Meli le invitó a pasar unos días en su pueblo. Además de buenas amigas, son vecinas. Viven la una cerca de la otra. Las dos cuñadas también.

Las cuatro amigas tenían costumbre de reunirse en casa de Juanita y decidieron empezar a hacerlo en el Labekoa por comodidad. María vive enfrente del restaurante y acude andando. Tiene que cruzar la carretera que va de Zumarraga a Ormaiztegi, lo cual es un poco peligroso. "Hoy mi hijo se ha ofrecido para acompañarme, pero le he dicho que sola me arreglo muy bien". A Meli le lleva su marido y después vuelve andando, mientras que Rosa y su cuñada van en el coche que conduce la primera.

Después de todo lo que les ha tocado ver y sufrir en la vida, tras haber conocido los años en los que las mujeres vivían totalmente a la sombra de los hombres, son todo lo independientes que pueden y se expresan con total libertad.

Quieren saber cómo se ha enterado el periodista de su reunión semanal. "¿Quién ha sido el chivato?", pregunta Juanita. "Últimamente, anda mucho chivato suelto", responde María. Su amiga enseguida capta a qué se refiere. "Está hablando del espionaje de EEUU al resto de los países", comenta. Ante la cara de asombro del que esto suscribe, María comenta que escucha todas las noches Onda Vasca.

Otro de sus temas de conversación es la obra del TAV. Están enfadadas. "Nos han cambiado el cruce", dicen Juanita y María. "Y a nosotros nos lo llenan todo de agua", añade Meli. "Como puedes ver, nos reunimos para salir un poco de casa, hablar de lo que está sucediendo en el pueblo y arreglar el mundo. Viendo como está el planeta, me parece que todavía nos quedan unas cuantas comidas", bromea Rosa.

Después de comer y de charlar un rato, regresan a sus casas a echar la siesta. Antes, tienen que posar para la fotografía. No les hace mucha gracia, pero acceden. Tras la breve sesión fotográfica, cada una paga su comida y se vuelven a casa. Previamente, han dejado un café pagado para el periodista. Son todo carácter y clase. Gracias.