Aranzadi afirma que las piedras de Ondarreta son escombros y que la solución sería retirarlas
biólogos y geólogos creen que muchas proceden del campo de maniobras de 1872 La sociedad de ciencias entregó ayer su estudio al Ayuntamiento donostiarra
donostia. Un estudio de la sociedad de ciencias Aranzadi concluye que prácticamente todas las piedras de Ondarreta son, en realidad, escombros, procedentes de construcciones y obras como el campo de maniobras que se creó en 1872. Por eso, el estudio plantea que la solución a las molestas piedras de los últimos veranos es retirarlas completamente. Dado que cribar la arena de toda la playa para eliminarlas sería muy costoso, Aranzadi propone hacerlo paulatinamente y de forma integrada en las laborales de limpieza, para conseguir que en un plazo de entre tres y cinco años no haya más pedruscos en Ondarreta.
El estudio ha sido elaborado por el biólogo Jon Etxezarreta y los doctores en geología Alejandro Cearreta y Eneko Iriarte que, por iniciativa de Aranzadi, han hecho un seguimiento de este tema durante diez años. Una vez redactadas las conclusiones, ayer las hicieron públicas y las pusieron a disposición del Ayuntamiento de Donostia, con el objetivo de que le puedan ser útiles.
La principal novedad de las conclusiones de Aranzadi es que las piedras no forman parte de la base de gravas de la playa y que tampoco han sido arrastradas por la regata Gorga, que antiguamente desembocaba en la playa, sino que son consecuencia de actuaciones exclusivamente humanas. Etxezarreta explicó ayer que en muchas piedras han encontrado restos de cal hidráulica en materiales de mampostería y de cemento portland y que los cantos rodados que muestran las piedras son solo consecuencia de su erosión durante más de 100 años. Además, el biólogo afirmó que por encima de las piedras que forman la base de la playa hay fango procedente del estuario y que la arena nunca ha llegado a desaparecer tanto como para dejar a la vista ese fango, por lo que tampoco las piedras que hay debajo han salido a la superficie.
Al tratarse de escombros y, por lo tanto, de elementos ajenos a la playa, Etxezarreta insistió en que eliminarlos no pondría en riesgo la estabilidad del arenal, al contrario, permitiría que la playa recuperara sus procesos naturales y su perfil. Y es que más que sujetar la arena, según las explicaciones del biólogo de Aranzadi, las piedras generan más turbulencias y eso provoca que el oleaje arrastre más arena.
solución económica y sostenible "Retirando todas las piedras paulatinamente se eliminaría el problema de una forma económica y sostenible", añadió ayer el secretario general de Aranzadi, Juantxo Agirre. Su propuesta es que las máquinas que utiliza el Consistorio para limpiar los arenales incorporen un aparato específico que sirva para cribar la arena de las piedras. De este modo y limpiando la playa tanto en invierno como en verano, calculan que en unos cinco años se habrían eliminado todas estas molestas piedras. Después, Aranzadi plantea que habría que reperfilar la playa para recuperar su inclinación natural, si es que las corrientes no han hecho ya ese trabajo.
Agirre explicó que Aranzadi ha solicitado el permiso necesario para hacer una prueba en la playa con el citado aparato para cribar piedras, utilizado en la agricultura, y que esperan poder hacerla en mayo.
escombros Según el estudio de Aranzadi, la gran mayoría de los escombros proceden del muro del campo de maniobras que se construyó en Ondarreta en 1872, ante la segunda guerra carlista. El muro tenía hasta cinco metros de altura y un metro y medio de ancho en la base y atravesaba toda la playa, desde la zona del Pico del Loro o Loretope hasta el entorno del Tenis. Entre los escombros también hay restos de la cárcel (que se construyó en 1888 y se desmanteló en 1954), de las obras del paseo de Ondarreta, de la construcción de la cafetería que se desmanteló el año pasado y de los trabajos de reforma de la rampa del Tenis. Todos estos restos, según el estudio, se quedaron bajo las aguas de la bahía y ahora las corrientes y las mareas los depositan en la zona más occidental de Ondarreta.