SE suele decir que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Lo que no es tan corriente es que eso suceda en un monasterio. El benedictino Juan Joxe Agirre lleva casi 40 años recopilando todo lo que llega a sus manos y el archivo del monasterio de Lazkao se ha convertido en lugar de obligada visita para todo aquel que desea estudiar la historia más reciente de nuestro país. Agirre tiene ya más de 80 años y, aunque goza de muy buena salud, estaba preocupado por el futuro del archivo. Afortunadamente, ha encontrado a quien pasar el testigo. Su sucesora será la beasaindarra Miren Barandiaran.
Agirre habla maravillas de ella. "Está muy bien preparada. Todos los periodistas me preguntaban por el futuro del archivo y la verdad es que yo sentía cierta preocupación. Me alegré mucho cuando Miren empezó a trabajar aquí. A ella también le encanta esta droga. Le gusta tanto como a mí recoger documentos y lo vive tanto como yo. Además, es goierritarra y eso también es importante".
El benedictino está orgulloso de ella y ya la está presentando en sociedad. "En un futuro será ella la responsable del archivo, por lo que la estoy presentando a la gente de este mundillo. A los periodistas también les digo que mencionen su nombre".
alabanzas
Historiadora con modestia
Agirre añade que trabajar con ella es un placer: "Empezó con un poco de vergüenza, pero enseguida me di cuenta de que le encanta este mundillo. Es historiadora, ¡eh! Es una persona humilde y nunca lo hace saber, pero ya ha publicado unos ocho libros: en Beasain, Orio, Zarautz, Amorebieta...".
Ella también está encantada. Agirre la conocía como usuaria y, cuando estudió Archivística, decidió hacer las prácticas en Lazkao. Después surgió la oportunidad de quedarse a trabajar allí. "La labor que desempeñamos aquí es mucho más agradable de lo que pensaba. El material es maravilloso y el referente a los partidos y los sindicatos de las décadas de 1970 y 1980, por ejemplo, no se puede encontrar en ningún otro lado", reconoce.
De todos modos, considera que el tesoro más preciado del archivo es el propio Juan Joxe Agirre. "Todos los que vienen aquí se quedan sorprendidos con la memoria que tiene. Recuerda quién le trajo cada documento y cuándo. Hay que tener en cuenta que hasta ahora ha trabajado solo, sin ordenador, y ha tenido la mente activa. Lo vive mucho. Viene a diario. También los sábados y domingos. Es su vida. Si no fuera así, no hubiera conseguido lo que ha conseguido".