Donostia. Ha pasado tiempo en un almacén municipal y recientemente ha encontrado acomodo en la renovada plaza de Cervantes. El trozo de columna de aspecto clásico situado sobre un parterre, junto a la rampa de salida del aparcamiento, corresponde a un antiguo monumento, que se instaló en la plaza de Cervantes en 1905 con motivo de los 300 años de la publicación de El Quijote.

Desde esa fecha, el triángulo comprendido entre la calle Hernani, la calle Andia y los jardines de Alderdi Eder pasó a llamarse plaza de Cervantes. Con motivo de este bautizo se colocó en el lugar una columna coronada por una farola, de la que forma parte el fragmento pétreo ahora recolocado. En uno de sus cuatro lados puede leerse la fecha de 1905, aunque ahora haya que agacharse bastante para verla.

Faltaba aún mucho tiempo hasta que la plaza de Cervantes acogiese la escultura de Don Quijote y Sancho Panza, algo que sucedió en 1973. La obra ha cambiado de ubicación en la reciente reforma de la plaza y sirve ahora como diversión a los niños, que se montan en ella mientras sus padres los fotografían. La pareja manchega que cabalga ahora sobre un mar de merluzas y rodaballos es una réplica de la obra creada en 1929 para la plaza de España de Madrid por el escultor Lorenzo Collaut Valera, curiosamente el padre del autor de la escultura del Sagrado Corazón de Urgull.

La columna conmemorativa previa era más sencilla que otro monumento instalado en el mismo lugar pocos años después, en 1913, con motivo del primer centenario del incendio que asoló la ciudad. Entonces, el denominado Monumento al Centenario ocupó la misma plaza, aunque duró poco tiempo, hasta 1924, en parte porque no fue del gusto de la ciudadanía.

El templete del Centenario también tenía una columna de estilo clásico, con una deidad griega en lo alto, y un grupo escultórico en el que aparecían los soldados que defendieron la ciudad de la quema y los Ilustres de Zubieta, que decidieron reconstruirla. Dos leones de bronce en sendas peanas de mármol y otra peana más para la reina María Cristina conformaban el conjunto.

Pero el variopinto monumento se desmontó y sus partes se repartieron por distintas zonas de Donostia. Las esculturas de los soldados defendiendo la ciudad fueron incorporadas al cementerio de los Ingleses, ubicado en Urgull, e inaugurado en 1924 con presencia de militares ingleses, la reina María Cristina y su nuera Victoria Eugenia. Las esculturas de los militares y la torre con almenas han sido la imagen de este lugar durante largo tiempo.

Otros restos anduvieron deambulando y algunos dicen que estuvieron algún tiempo amontonados tras el frontón de Zubieta. Posteriormente, el Ayuntamiento de Donostia convocó un concurso para decorar la rotonda de la plaza de Irun y el escultor Aitor Mendizabal ganó el certamen con su obra Ateak, que incorporaba parte de los trozos de aquel monumento al Centenario creado en 1913.

tomás garbizu Además de la reciente aparición del trozo de columna del monumento a Cervantes en la plaza del mismo nombre, la calle Okendo, en las inmediaciones del hotel María Cristina, acoge desde hace pocos días un busto del músico y compositor Tomás Garbizu, nacido en Lezo en 1901.

Por el contrario, aún no se ha colocado en ningún lugar el busto del pintor eibarrés Ignacio Zuloaga, que fue retirado de la plaza que lleva su nombre en la Parte Vieja por las obras de reforma del entorno.