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Con un agujero en el pasillo de casa

Una vecina de Gros ve impotente cómo su piso se hunde y las paredes se agrietan

UN agujero en el suelo, grietas en las paredes, puertas que no encajan con marcos desencajados y baldosas rotas. Con todo eso en casa y bastante miedo en el cuerpo temiendo que alguna pared se pueda venir abajo vive Isabel en su piso de Gros.

Hace ya cinco años que un promotor inmobiliario reformó el piso inmediatamente inferior para luego venderlo y, a lo largo de esas obras, cortó parte de una viga de madera que formaba parte de la estructura del edificio. A partir de ahí, a Isabel se le empezó a hundir el suelo de su pasillo hasta que, a pesar de sus advertencias, se abrió un gran boquete en febrero de 2008. "Acudieron los bomberos, nos llevamos un susto terrible", recuerda Isabel. El informe de los bomberos atribuye el accidente a las obras de reforma del piso inferior. El agujero dejó al descubierto la viga rota y la comunidad de propietarios tuvo que reforzar la estructura con una viga de acero. Sin embargo, con la viga recolocada y el problema aparentemente resuelto, en casa de Isabel continúan surgiendo grietas desde entonces.

La casa de la calle Iparragirre fue construida hace unos 100 años y su estructura es de madera. Pero en torno a 1925 se le añadieron dos plantas más a las tres con las que contaba originariamente. Así, el piso de Isabel está en el levante construido entonces y su estructura es más débil que la del edificio principal, motivo por el cual la ruptura de la viga podría haber afectado a otros elementos estructurales.

la pared

Madera podrida

El agujero de la casa de Isabel deja a la vista, por ejemplo, parte de la madera de una de las paredes, que forma parte de la estructura del levante y que está bastante dañada. En los últimos años tanto en esa pared como en otras de la casa siguen surgiendo y agrandándose algunas grietas, se han roto varias baldosas y en el pasillo de la casa se percibe que la zona central está algo hundida. También los marcos de las ventanas y de las puertas están ligeramente inclinados, lo que provoca que las puertas y ventanas no encajen bien. Todo ello parece demostrar que el piso, poco a poco, sigue hundiéndose y las paredes moviéndose.

Isabel está convencida de que los daños en la pared son también consecuencia de la ruptura de la viga de madera durante las obras del piso inferior, y en este tiempo ha acudido al colegio de arquitectos que, en un informe, constata el estado de pudrición de la madera. Lo achaca a filtraciones y humedades habituales pero, también, a las obras "mal ejecutadas" del piso inferior que eliminaron parte de la viga que formaba parte de la estructura del edificio.

El informe de los arquitectos insiste en que el refuerzo de acero colocado en el lugar de la viga se sujeta sobre piezas que ya están deterioradas, por lo que no considera que esa actuación sea suficiente para garantizar la seguridad del edificio. "El estado actual de la vivienda, sus deformaciones, grietas y el hundimiento de parte de su pasillo son efectos inmediatos de las obras de remodelación en el tercer piso", decía el informe de los arquitectos en 2008.

inspección técnica de edificios

Permisos y licencias

La reparación de los problemas supone intervenir en elementos comunes, de ahí que Isabel intentara, sin éxito, implicar a la comunidad de vecinos en la reforma. Además, la propietaria considera que también el Ayuntamiento de Donostia tiene parte de responsabilidad, ya que las reformas en el tercer piso se llevaron a cabo con una licencia otorgada por la Administración para una obra menor. Sin embargo, se tocaron y dañaron elementos comunes, lo que habría requerido otro tipo de autorización. El Ayuntamiento, sin embargo, ante las reclamaciones de Isabel, responde que las obras de 2006 se llevaron a cabo con todos los informes y supervisiones pertinentes. De ahí que el Consistorio considere que "carece de competencias" para intervenir en el perjuicio que un particular (el promotor inmobiliario que ejecutó las obras) haya podido causar a otro.

Isabel intentó también requerir al Consistorio para que obligara a la comunidad a contratar una inspección técnica de edificios que analizara el estado de la estructura del edificio y dejara en evidencia la precariedad de la situación. Desde hace cuatro años esas inspecciones son obligatorias para los edificios de más de 50 años, como es el caso, aunque depende siempre de los propietarios contratar esa inspección a un arquitecto o aparejador y financiarla. La Administración no puede interceder ni obligar a los propietarios a contratar la inspección a menos que exista un riesgo para terceros que, en este caso, el Ayuntamiento no consideró que estuviera acreditado.

En esa situación y tras varios años a vueltas buscando una solución, Isabel está estudiando acciones legales contra la comunidad para exigirle que intervenga en la reparación de la estructura del inmueble y de su vivienda. También estudia personarse contra el Ayuntamiento de Donostia para exigirle responsabilidades por haber dado el visto bueno a unas obras que, al parecer, dañaron la estructura del edificio.

Mientras, abogados y arquitectos le recomiendan no emprender la reforma de su vivienda, ya que la actuación debería extenderse al resto del inmueble para poder reforzar la estructura. Y, por eso, Isabel continúa viviendo con un agujero en el pasillo cubierto con una placa metálica, grietas que siguen creciendo y con el temor de que alguna de las paredes acabe cayéndosele encima.