NO aparece en los folletos turísticos, pero durante muchos años atrajo a Urola Garaia más visitantes que las iglesias y los museos. Se trata de la discoteca Golden de Urretxu. Esta catedral de la fiesta se abrió hace ya 41 años, pero sigue contando con fieles. En sus años de esplendor fue lugar de peregrinación, en su pista se declararon muchas parejas y ocupa un lugar en el baúl de los recuerdos de muchísimos vecinos de Urola Garaia y Goierri. ¡Que levante la mano el que no haya estado jamás en el Golden!

La discoteca la abrió el matrimonio de Zegama formado por José Miguel Ormazabal y Gregoria Otaegi en diciembre de 1969. Él trabajaba para Renfe y le destinaron a Zumarraga. Aquí tocó el acordeón con los hermanos Oria. Antes de abrir el Golden regentaron otro establecimiento mítico: el bar Isabel.

Lo dejaron al poco de abrir la discoteca. Fue el promotor del edificio, Ángel Elorza, el que les propuso comprar ese local y abrir en él una sala de fiestas. Un cuñado del constructor tenía una en Arrasate, les dijo a Ormazabal y Otaegi que era un buen negocio y estos se echaron a la piscina.

La apertura del local causó un gran revuelo en Urretxu, pues no había nada parecido para los jóvenes. Todas las semanas tocaba un conjunto. Por el escenario del Golden pasaron el Dúo Dinámico, Rudi Ventura y Formula Quinta, entre otros. La discoteca tuvo tal éxito que al poco de abrirla hubo que ampliarla: de los 500 metros cuadrados iniciales pasó a 700. También hubo que contratar a más trabajadores: en su época dorada contó con una veintena de empleados. Los cinco hijos del matrimonio Ormazabal-Otaegi y sus parejas trabajaron en el negocio familiar.

anécdotas

"Un billete al Golden"

Uno de los hijos y su esposa, Juan Mari Ormazabal y Gabina Garmendia, cuentan que venía gente de todo el Goierri, Bizkaia, Oñati, Arrasate, Alsasua... "Muchos clientes se casaron con chicas de aquí. ¡Hicimos más milagros que San Antonio!".

Los trenes llegaban a rebosar. "La gente venía en procesión. Muchos no pedían un billete a Zumarraga, sino un billete al Golden. Los clientes necesitaban un cuarto de hora para ir de una barra a la otra", recuerdan.

Consideran que el secreto del éxito radicaba en el trato "familiar" y que la relación con los clientes era muy buena. "Nunca hacía falta discutir. Poco antes de las 2.00 horas comenzaba a sonar la trikitixa y la gente se acercaba al guardarropa", comentan.

Parece ser que los jóvenes tenían buen beber. "Se bebía más que ahora. Al principio se servían sobre todo combinados y hubo una época en la que el champán estuvo muy de moda". Pero la bebida de la casa era el combinado llamado San Francisco. "No tenía alcohol y su color era bonito. Las mujeres lo pedían mucho".

Precisamente en San Francisco está el puente que da nombre a la discoteca: Golden Gate. ¿Por qué decidió un matrimonio de Zegama poner un nombre tan cosmopolita a su local? "Fue idea del contratista. Además, pidió unos trozos de madera en la carpintería Biona y con ellos hizo una réplica del puente. Elorza era un artista. También hizo una escultura de chapa que todavía sigue allí".

En la actualidad el local lo regente el hostelero oñatiarra Antton Galdos. Los Ormazabal le traspasaron el negocio en 1997, por lo que trabajaron en el Golden durante 28 años. Tres décadas rodeados de jóvenes dan para mucho. El matrimonio Ormazabal-Garmendia recuerda infinidad de anécdotas. "Hace poco nos encontramos en un restaurante con tres hermanos de Bidania que venían todos los sábados y domingos. Nos dijeron que su madre quería hablar con nosotros. Resulta que los chicos solían volver a casa hambrientos y comían del jamón que su madre tenía guardado. Luego le metían papel para disimular. Cuando llegó la hora de servirlo solo quedaba el hueso".

Otros, en cambio, cenaban en la discoteca: ¡cuántas parejas se habrán besado por vez primera en el Golden! Unos novios que se conocieron allí les pidieron un aplique de recuerdo en vísperas de casarse. Otros, en cambio, no tienen tan buen recuerdo de las lámparas del Golden. Un cliente un tanto agarrado prefirió colgar la chaqueta de la lámpara a pagar por el servicio de guardarropa, pero le salió caro: la prenda cogió fuego. La semana siguiente les dio la chaqueta a los Ormazabal: "Tomadla, será mejor pagar un duro, pues el guardarropa de la semana pasada me salió caro", reconoció con humor.

La escultura de chapa, los apliques, los sofás, la mítica luz de neón que da la bienvenida a los jóvenes con ganas de fiesta... llevan 41 años siendo testigos de juergas interminables y breves pero intensos momentos de pasión. Dicen que estar rodeado de jóvenes es revitalizante y, por lo que se ve, es cierto: el monumento civil más visitado de Urretxu tiene cuerda para rato.