Donostia. Inicios de las Edades del Metal. Hasta los años 2000 antes de Cristo retrocede el investigador donostiarra Fermin Muñoz en su nueva obra San Sebastián, origen y desarrollo de una ciudad. Con una mirada retrospectiva, relata el nacimiento y la evolución del entorno de Izurun y sus pobladores hasta convertirse en la ciudad actual.
La primera referencia a Donostia se encuentra en el año 939, cuando el conde Fernando González hace una primera mención del municipio. En aquel tiempo, Donostia "fue hijuela de Hernani", explica el investigador: "Empezó a ser dentro de Hernani, en un trozo de territorio plenamente hernaniarra". Muñoz señala que las tierras de Hernani contemplaban entonces un espacio "amplísimo", desde Buruntza hasta el mar Cantábrico, incluyendo el terreno entre el Urumea y el Oria. A principios del siglo X nació en, lo que hoy se conoce como Ibaeta, lo que más tarde sería "el germen de la población".
En esas tierras hernaniarras, apunta Muñoz, se construyó un hospital, "bajo el nombre y patrocinio del Mártir San Sebastián", para los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. Años después ese hospital o "lazareto" se convirtió en una parroquia, "en cuya jurisdicción eclesiástica se fundó luego la Villa de San Sebastián".
documentación A partir de ahí, Muñoz analiza en su nueva obra aspectos históricos de ese origen y del desarrollo de Donostia, desde el porqué de su nombre a la situación de la población conocida como Izurun. También se refiere a los primeros pobladores de la ciudad.
San Sebastián, origen y desarrollo de una ciudad ofrece, además del relato de Muñoz, una serie de interesantes documentos relacionados con la historia donostiarra. Reproduce, por ejemplo, el padrón más antiguo de la capital del territorio: data de 1566 y muestra que en aquel año Donostia contaba con sólo 742 ciudadanos.
Merece una especial mención el trabajo que ha hecho Muñoz a la hora de recopilar material sobre el desarrollo y la vida cotidiana de la ciudad en sus diferentes épocas. Ejemplo de ello son los capítulos dedicados a los reconocimientos que ha conseguido la capital en su historia, como la norma del Rey de Castilla Felipe IV, con la que Donostia pasó de ser noble y leal villa, a ser noble y leal ciudad en el año 1662. A su vez, otro apartado del libro reproduce las ordenanzas municipales que regían la vida cotidiana en distintas épocas.
euskera Un último apartado se dedica a la evolución del uso del euskera en Donostia. Muñoz recurre a expertos que explican, entre otras cosas, el descenso del uso de la lengua vasca a partir de la Edad Media. También recoge los intentos que hubo a finales del siglo XIX y principios del XX (hasta la década de 1930) para recuperar y fomentar el uso del euskera en la ciudad.