Hondarribia. Miguel Soto es un enamorado de la ciudad de Hondarribia y "en especial de su Casco Antiguo", donde se ubica su restaurante. Se muestra "satisfecho" con su labor al frente de los hosteleros locales, "una tarea que sin duda da muchas más satisfacciones que sinsabores, ya que es un instrumento de motivación y trabajo en equipo".
¿Cómo está en estos momentos la hostelería de Hondarribia?¿Se nota la crisis en sus locales?
La crisis económica ha afectado a toda la sociedad y nosotros tampoco somos ajenos a ella, nadie se ha librado de esto. Algunos de nosotros recordamos cómo se vivió en el sector la del año 1992 y creo que ésta ha sido más virulenta.
¿Habla usted en pasado, cree que lo peor ha podido pasar ya?
Tampoco puedo estar seguro de eso, pero sí hemos visto signos positivos que indican una posible recuperación. Lo estamos viendo en la clientela, tanto la de Hondarribia como la que nos visita, que siguen siendo fieles a nuestros establecimientos. Los puentes y la Semana Santa han funcionado bastante bien y parece que las cosas pueden empezar a ir a mejor en los próximos meses.
¿Cómo han afrontado la crisis?¿Han tenido que adaptarse, por ejemplo, bajando precios?
La hostelería de Hondarribia se ha adaptado a la crisis, pero no lo hemos hecho bajando los precios, porque eso implicaba bajar la calidad, y ésta, es una de nuestras señas de identidad. Hubiera sido peor. Lo que sí se ha hecho en muchos bares y restaurantes es utilizar la imaginación, ofrecer cosas distintas. Y sobre todo, se ha visto que la gente ha cambiado de hábitos y tiende a controlar más el gasto, yendo, por ejemplo, a menús cerrados. Desde luego, no podemos comparar la situación actual a cómo se trabajaba hace tres años, pero tampoco estamos tan mal ahora.
Su asociación se caracteriza por organizar multitud de eventos, desde campeonatos de pintxos a cenas de maridaje o jornadas gastronómicas, como las que dedicaron hace poco a la cocina de México. ¿Siguen teniendo que hacer un doble esfuerzo para hacerse oír tanto como las grandes ciudades?
Tenemos una ventaja, el ser una asociación de una ciudad pequeña pero que agrupa a una parte más significativa de la hostelería que la que agrupan algunas entidades de ciudades más grandes. Hemos ganado mucho terreno en los últimos años, organizando eventos diferentes y originales, hasta crear una base de público y clientes que están pendientes de qué va a ser lo siguiente que vamos a organizar. Estamos muy satisfechos de esa andadura y no miramos a nadie más.
¿Y qué será lo siguiente?
Nuestro próximo gran evento será organizar en Hondarribia la mayor concentración de cocineros de pintxos de toda Euskal Herria, volviendo a traer el Campeonato de Euskal Herria aquí, que es donde lo iniciamos. Se hará junto con otras actividades paralelas, con una carpa instalada en Arma plaza. Estamos muy ilusionados con ello.
¿Considera un error el haber llevado la final del pasado Campeonato de Euskal Herria de Pintxos a Donostia?¿No hizo eso que se diluyera la fuerte asociación de este evento con Hondarribia?
No fue un error, sino que le dimos una proyección muy importante, aunque diferente a la de otros años, al enmarcarlo dentro del congreso San Sebastián Gastronomika. Pero creemos que el campeonato tiene su base en Hondarribia y por eso, volvemos a traerlo a casa, porque nos da una imagen muy potente.
Los hosteleros de Hondarribia también están conviviendo, al igual que los ciudadanos, con algunas obras que se han realizado en la ciudad. ¿Cómo valora los trabajos que se han llevado en la antepuerta de Santa María?
Las molestias e inconvenientes que acarrean algunas obras son problemáticas tanto para el vecino como para los hosteleros y comerciantes. En el caso de la antepuerta de Santa María, los hosteleros del Casco Antiguo, entre los que me incluyo, hemos tenido un año complicado, aunque la comunicación con el Ayuntamiento ha sido buena. Pero creo que eran unas obras necesarias y que el resultado va a beneficiar al sector y a toda la ciudad, porque supone potenciar la imagen de Hondarribia. En el caso del Casco Antiguo, la renovada antepuerta de Santa María y el centro de interpretación de Arma plaza van a ser dos elementos importantes para atraer a más gente a la zona y revitalizarla, y esto, a los hosteleros y también a vecinos y comerciantes, nos va a beneficiar.
Otra zona con un buen número de locales de hostelería es la de la calle Almirante Alonso y el paseo Butrón, donde también hay obras en marcha. ¿Cómo están yendo las cosas en este ámbito?
Son, como las obras que he mencionado antes, unos trabajos necesarios y que contribuirán a la mejora de la zona y de la ciudad en general. Pero sí es verdad que mientras transcurren, los hosteleros tienen algunos problemas; cada uno, también los ciudadanos, pensamos que nos llevamos la peor parte. Pero cuando terminen, esperamos que sean beneficiosas para todos.
Hace un año que los hosteleros de La Marina están obligados a emplear el compactador de basura que se instaló en Itsas Etxea. ¿Ha pasado ya la polémica por las quejas de algunos hosteleros?
El compactador en sí podía ser una buena idea, pero creo que faltó diálogo por parte del Ayuntamiento y la Mancomunidad, para encontrar entre todos una solución óptima. La dinámica de trabajo de la hostelería es distinta y muchos no tienen fácil el ausentarse para ir hasta el compactador. El tema se planteó como un cambio estético, pero no se tuvo en cuenta lo funcional.