“Había un sueño llamado Roma”, y probablemente fuera el mismo que el de Cornelia Africana, la protagonista de la novela Ingrata Patria de Elvira Roca. Esta es la historia basada en una mujer que no solo desafió al Senado de Roma, sino que fue la primera en tener una estatua en el Foro y educó a grandes héroes del Imperio.
Con Ingrata patria vuelve a la antigua Roma, una localización y un periodo que forma una parte importante del eje de su trayectoria académica. ¿Qué le ofrece Roma que no le ofrece otra época para reflexionar sobre el presente?
No te lo podría decir. Tomé la decisión de estudiar Clásicas con 15 años. Supongo que existe eso que se llama una vocación, algo que te atrae poderosamente por encima de todo lo demás. En mi caso, no he planteado nunca a qué se debe. Sé que es así, existe. Nunca ha caducado, es decir, he seguido manteniendo a lo largo de toda mi vida ese interés. Todas las semanas leo a clásicos, Sófocles, Cicerón, Séneca, Homero... Forma parte de mi vida. Desde que tropecé con ellos fue como haber llegado a casa. No puedo decirlo de otra manera.
En este relato, en concreto, decidió contar la historia de Cornelia a través de los ojos de su esclava, Antígona. ¿Qué le permite esa mirada desde el margen que no le permitiría una narración más convencional o en primera persona?
Cornelia es un personaje histórico, creo que hay que tener cierta cautela con ellos. Por otra parte, Antígona es una griega muy romanizada, pero no deja de ser una mirada ajena o extraña a Roma. Ofrecía muchas posibilidades. El hecho de que fuese una esclava la convierte en alguien que está en la vida íntima y familiar. Establece un vínculo muy estrecho con Cornelia desde la infancia, prácticamente. En cuanto al género epistolar es muy clásico y también está muy abandonado y muy poco tratado. La novela ha explorado formas variadísimas, algunas delirantes, y ha dejado de lado algunas que tienen una larga tradición. El género epistolar ha dado tantas obras importantes que me apetecía un poco recuperarlo.
Esta estructura epistolar presenta saltos temporales. ¿Qué desafíos y ventajas encontró en esa forma de narrar?
Le he encontrado muchísimas ventajas. Permite una cercanía de la voz narrativa al lector, de otra forma es difícil de alcanzar. También te da una gran libertad en tanto que una carta no tiene una estructura rígida. Antígona va contando aquello que se le va ocurriendo, aquello que le tiene que contar a su pariente para animarlo a escribir esos Annales Corneliae, que es lo que ella quiere que sea escrito. Una historia, la de Cornelia y la de sus hijos, que compense un poco la que va a ser la versión oficial robada, escrita por Polirio. Realmente ella no está haciendo historia, sino contándole a alguien sus recuerdos, para que ese alguien sí la haga. Esto permitía no solo la cercanía, sino también una gran libertad.
Volviendo a su protagonista, Cornelia Africana no solo educó a héroes y desafió al Senado de Roma, sino que también fue la primera dama romana a quien se erigió una estatua en el Foro. ¿Cómo equilibró la documentación histórica con la creación literaria para dotarla de una voz tan poderosa sin caer en la idealización?
Cornelia es un personaje que estaba totalmente abandonado. Invisibilizado, absolutamente. Tropecé con ella cuando estaba haciendo Clásicas y estudiaba las Guerras Púnicas. Cornelia es la hija menor de Escipión el Africano y me asombró que, habiendo sido una mujer tan destacada en su tiempo, prácticamente no había nada sobre ella. Siempre esperé que, en algún momento, apareciera una gran novela o una gran investigación sobre ella. Y no, no ocurrió nunca. Cuando llegó el feminismo este reivindicativo, dije: “Este es el momento en el que va a aparecer un foco que va a alumbrar a Cornelia y la va a sacar de la invisibilidad”. Tampoco, no consigo entender por qué. Siendo ella un personaje tan tremendamente atractivo y singular. Es un dato objetivo, ninguna mujer había tenido una estatua en el Foro antes de ella; y estando viva menos, ni en ningún sitio del mundo en aquella época. Fue una mujer pedida en matrimonio por un faraón egipcio, otra cosa sin precedentes que nos demuestra que la fama de Cornelia había rebasado los límites de Roma y había ido muy lejos. Que no hubiera despertado interés me parecía inconcebible. Me sigue pasmando y asombrando a día de hoy.
Usted ha sido profesora durante años. ¿Hay algo en la figura de Cornelia como educadora y formadora de conciencias que conecte con su propia experiencia como docente?
He enseñado en institutos mucho tiempo y es la parte de mi actividad como educadora de la que me siento más orgullosa, aunque también he enseñado en la universidad. Hay un interés que Cornelia tiene en todo momento y lo comparte con su marido mientras está vivo. Al morir Tiberio, ella se hace cargo y mantiene una ininterrumpida atención en lo que se refiere a la educación, la considera fundamental. Son un matrimonio extraordinario, pese a que la diferencia de edad entre ellos es tremenda -su marido le lleva más de treinta años a ella-. Sin embargo, pese a parecer destinado al fracaso, era un matrimonio por amor que se sobrepuso a todo. Aquella pareja tan desigual asombró a Roma entera y esa pareja, que fueron muy padres los dos, estuvieron preocupadísimos todo el tiempo por darle a sus hijos la mejor educación. Y salieron dos hombres extraordinarios, que fueron Tiberio y Cayo.