Maren pertenece a una nueva estirpe de jóvenes cantautoras vascas que cantan en euskera y castellano, abrazan un pop accesible y desprejuiciado y han sabido conectar con un público amplio. La prometedora artista de Bilbao (21 años) acaba de publicar un nuevo adelanto, Plastificar, de su próximo trabajo, el segundo LP de su carrera. “Es quizás el tema más personal del disco”, afirma. 

Su nuevo single empieza con toda una declaración de intenciones: “No me gustan los abrazos hasta que no me los das / y cuando los tengo cerca, los quiero plastificar”. ¿Ha dejado de ser una persona desconfiada?

-No sé si en general he dejado de ser desconfiada… Sí que es verdad que antes tuve una fase en que sí lo era por una serie de cosas que me habían pasado en mi vida y que me llevó a crearme una fachada más cerrada. Con el tiempo te vas relajando, eliges a la gente con la que quieres estar y creas un círculo de amistades de manera más consciente y con mejor criterio.

Lo que ha sido es muy echada para adelante. Su primer trabajo, el EP Alguien sin vergüenza, sale cuando apenas tiene 15 años. ¿Sabía en qué mundo se estaba metiendo?

-No. No hay nadie en mi familia que se haya dedicado a la música, que es algo que siempre he querido hacer. Por suerte, he tenido a mi ama a mi lado, que me ha ayudado desde pequeñita en mi carrera. Me siento muy afortunada porque, además, hay muchos artistas que tienen unos padres que se aprovechan de la situación y ella siempre me ha acompañado.

¿Cuál ha sido su papel en su carrera musical?

-Mi primer concierto fue en la tienda de ropa que tenía en el puerto de Bermeo y, desde entones, me empezaron a llamar de otros sitios para tocar. Al principio, me ayudaba con las cosas más administrativas y aburridas. Ella sigue siendo mi conductora de gira. La ama vale igual para un roto que para un descosido.

El EP 'Alguien sin vergüenza' fue su primer trabajo. Cedida

Hace vídeos en Youtube contando algunos pasajes de su vida, su pareja, Víctor, aparece en su último videoclip en la Costa Brava… ¿Alguna vez ha pensado: “Uy, para, Maren; no voy a compartir tantas esferas de mi vida privada”?

-Sí, últimamente sí que tenía ese miedo, pero los límites de lo que quiero enseñar y no los tengo muy claros. Aunque parece que hablo de muchas cosas, al final son cuatro cosas contadas las que comparto de una vida entera. En el caso de Víctor, para mí es muy normal que salga mucho; no solo porque sea mi pareja, él también es músico y está acostumbrado a la exposición pública. Los vídeos que hago en Youtube me sirven para ordenar las cosas en mi cabeza, son una especie de diario. Además, es parte de mi trabajo como música.

¿Cuáles son esos límites?

-Siempre tengo mucho cuidado con mi entorno, intento ser respetuosa con la intimidad de los demás. Es un límite muy definido. Para mí (las redes sociales) son una herramienta muy chula con la que puedes relacionarte con los demás, aunque a veces oigas cosas que no se ajusten a la realidad o no te gusten. Hace poco subí un vídeo a Instagram en el que decía que lo que enseño en los vídeos no se corresponde en un cien por cien a mi vida. Por suerte, la gente me dijo que era consciente de ello y que ya lo sabía.

¿Qué es lo que le han llegado a decir que le haya molestado?

-No me gusta que me quiten mérito. Vengo de una familia normal, de clase media. No soy una pija. Llevo trabajando en la música desde los 14 años para dedicarme a ello hoy en día. 

Se marchó a Barcelona para estudiar Bachillerato y es donde ha madurado como artista. Graba allí sus discos, colabora con artistas catalanes… ¿La versión de Escriurem ha sido su mayor pelotazo colectivo?

-En general, todas las colaboraciones que he hecho han salido muy bien, hayan sido en euskera (con Bulego o En Tol Sarmiento) o en catalán, que es un idioma que lo hablo todos los días. Me hace mucha ilusión que esas dos lenguas que son parte de mí prácticamente al cincuenta por ciento, el euskera y el catalán, hayan funcionado tan bien en mi música

Musicalmente, ¿qué conexiones observa entre la escena vasca de música pop y la catalana? ¿Se pueden establecer unos puentes claros entre artistas actuales?

-Puede ser. Cuando me mudé tenía el presentimiento de que entre los vascos y catalanes nos entenderíamos bien. El otro día grabé un tema con Judit Neddermann, que saldrá en breve, y me decían que una parte importante de la buena relación que tenemos entre músicos se debe al respeto mutuo por nuestros idiomas propios. Y artísticamente es verdad que hay propuestas musicales parecidas.

¿Qué artista o grupo vasco suele recomendar en Barcelona?

-J Martina me gusta mucho. Siempre lo estoy recomendando.

Su mayor hit, La estación espacial de Teruel, es un oxímoron como una casa. ¿Cómo se le ocurrió?

-(Ríe). Es fruto de un delirio durante la pandemia. Estaba encerrada en casa en medio de una videollamada con Víctor y mi cabeza hizo una extraña conexión. Tengo una amiga de Teruel que su padre trabaja en el parque temático de dinosaurios, y de ahí salté a los aliens, medio en broma. Ya tenía el enfoque de la canción. Hubo gente que me dijo que no sacara el tema porque todo era un poco absurdo, pero en esta vida tiene que haber margen para pasárnoslo bien. Es mi canción más festivalera. Me ha valido para poder explorar otra faceta musical mía y hacer un híbrido entre un lado un poco surrealista y otro más sincero y honesto.

¿Hay en su música cierto pop que encajaría con algunas canciones de La Oreja de Van Gogh? ¿Es fan? 

-Ahora mismo no los escucho tanto, pero con 11 años o así tenía un iPod con muchas canciones descargadas de La Oreja. Este verano estuve en un festival en el que tocaban ellos y me di cuenta de que me sabía casi todas las canciones. Me acuerdo de que una vez hice un trabajo de inglés en la escuela, en el que decía que de mayor quería ser cantante y puse una foto de Leire (Martínez, de La Oreja de Van Gogh) como ejemplo. Así que, sí, igual hay una conexión inconsciente por ahí…

En su Instagram hay una historia destacada con muchos vídeos de los conciertos que vio en el festival Cala Mijas de 2022: Artic Monkeys, Nick Cave, Patti Smith, Liam Gallagher… ¿Se ve como telonera de Oasis en 2025?

-El otro día uno de los hijos de Liam Gallagher (creo que era Gene), vio uno de mis stories en Instagram, así que quién sabe. Sinceramente, no creo que se vayan a hacer esos conciertos. ¡Se van a enfadar entre ellos mucho antes! Pero si me llaman estaré lista y haré una versión de Live Forever, aunque tengo que reconocer que soy más de Blur que de Oasis.

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Sin máscaras

A punto de publicar su segundo LP con apenas 21 años, Maren despuntó en la adolescencia con unas canciones sencillas y emotivas que, con muchas dosis autobiográficas, iban dirigidas al corazón del oyente. Canciones como Alguien sin vergüenza o Heroes never die hablaban de la pérdida de la inocencia y el paso a la vida adulta. 

Maren se marchó a estudiar bachillerato artístico a Barcelona y es allí donde ha despegado su carrera musical, sin perder el contacto con sus raíces vascas. En 2021, se alió con Bulego y salió a la luz Ezer ez da berdina, que se ha convertido en uno de sus temas más populares, con cerca de 2 millones de reproducciones en Spotify. Con su primer LP, Margaritas y lavanda, asomó una nueva imagen de la cantante, más atrevida e innovadora, sobre todo en su dueto con Anni B Sweet (Margarette, todos lloran por ti) y la bailable La estación espacial de Teruel, uno de sus grandes hits

La joven cantante se muestra ante el mundo sin máscaras, sin subterfugios, sin retórica. “No se me da bien separar mi vida personal de la profesional, las canciones hablan de mí y por eso creo que siempre irán de la mano”, asegura.