José Antonio Cristóbal no se detiene ni un instante. Lleva décadas ofreciendo buena parte de su tiempo a causas solidarias. Recientemente nombrado presidente honorífico del Teléfono de la Esperanza y de la Amistad de Álava, su primera toma de contacto con esta asociación fue cuando trabajaba en la Caja de Ahorros Municipal.

El 5 de abril de 1979 nació el Teléfono de la Esperanza y, unos meses más tarde, tras recibir el Celedón de Oro (galardón otorgado por el consistorio gasteiztarra), un compañero le habló de él y le animó a participar. Desde el 80 lleva dedicado a esta iniciativa que ha ayudado a aliviar la soledad de muchas personas, a acompañarles y, sobre todo, a escucharles.

José Antonio mientras está con el Teléfono de Esperanza Alex Larretxi

Y en esta andadura, en estos 44 años siendo esa mano amiga al otro lado de la línea, han sido muchas las cosas que han hecho desde esta asociación. Y es que, su labor en la prevención del suicidio y en paliar la soledad no deseada, sigue estando ahí.

“Hay que escuchar”, tal y como establece el eslógan de sus Bodas de Plata: “Háblame, que yo te escucho”, porque para él el principal objetivo de este teléfono es ese. Aunque no solo eso. Cristóbal también nos invita a sonreír y a abrazar porque las sonrisas y los abrazos son contagiosos, cambian vidas. “Eso invita a la gente a hablar, y te cuentan cosas, con algo tan fácil como eso”, señala. 

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Pero, cuando están tantos días y tantas noches al otro lado de la línea, ¿cuesta no llevarse el trabajo, las preocupaciones, a casa? “Precisamente a todos los voluntarios que atienden al teléfono se les da un cursillo de coescucha, y hay unas personas más sensibles que otras. Yo desde luego, después de tantos años, sí las tengo ahí, pero no me las puedo llevar”, explica. Porque el sentimiento tiene que ser “de esperanza, de darle una posibilidad, una salida, aunque el problema sea muy complicado”, señala.

Y eso también te lo da la experiencia, algo que puede acreditar tras 44 años atendiendo esta línea. Porque nos confiesa el secreto de su eterna juventud: “Para poder vivir largos años tienes que estar activo, para no aburrirte nada. Se pueden hacer tantas y tantas cosas, que no hace falta ser un gran experto para poder dedicarlas a todo el mundo que está necesitado”.

Un teléfono antiguo decora la sede Jorge Muñoz

Y es que en Vitoria es muy conocido, no solo por su corazón de oro, ni por su Celedón del mismo material. Es que no para en ningún aspecto. También canta en el coro y no se aburre nunca. Y al otro lado de la línea lo seguiremos escuchando también porque ya no podemos imaginarnos el territorio alavés sin este teléfono.

“Me han llamado de Argentina porque también quieren montar allí un Teléfono de la Esperanza”, cuenta además. Porque la soledad no entiende de lugares, puede hacer acto de presencia en cualquier parte del mundo y es cosa de todos ahuyentarla, hacer que deje de acechar.

Por eso invita Cristóbal a todas aquellas personas que quieran participar -ahora mismo hay diez personas atendiendo- a que se animen a convertirse también en esa voz al otro lado. “A los que están dispuestos y disponibles a escuchar, decirles que es una labor muy importante la que se puede hacer por los demás”, invita.

El teléfono es una herramienta imprescindible Alex Larretxi

Una vida intensa para un corazón grande

José Antonio Cristóbal recuerda que nació en Vitoria, un 23 de enero de 1937 en la calle San Antonio, coincidiendo con el día de San Ildefonso. Ahora ha cumplido 87 años, pero su generosidad le viene de lejos. “Me dicen que estoy como el perejil, en todas las salsas”, sonríe.

Pero es que es así como este gasteiztarra concibe la vida. “Hay que estar activos, dedicando a los demás todo lo que uno tiene. Mucha gente, sobre todo los mayores, necesitan compañía, necesitan sonreír, que alguien les hable...”, explica Cristóbal. Y, como en el Teléfono de la Esperanza solo pasa algunos ratos, otros muchos los dedica a otras actividades solidarias. “Al estar jubilado y libre, puedes hacer muchas más cosas. Gracias a Dios tengo salud para seguir haciéndolas”, nos cuenta.

Una voz amable al otro lado de la línea, una persona que escucha

El 945 14 70 14 atiende diariamente a personas que se sienten solas y necesitan hablar

Tras la pandemia, quedó patente la realidad de que hay muchas personas que se encuentran solas aunque no lo deseen. Es por eso que muchas veces lo que necesitan es a alguien con quien hablar, que los escuche incondicionalmente, a quien transmitir sus preocupaciones e inquietudes. Y de eso se encargan en muchas ocasiones en el Teléfono de la Esperanza y de la Amistad de Álava, donde José Antonio Cristóbal sigue colaborando.


“La soledad está a la orden del día. No solo mayores, jóvenes también”, explica Cristóbal, porque muchos les llaman porque están solos. “Hay que estar ahí, donde esas personas que se sienten solas, que necesitan una comunicación”, señala. Y especialmente desde la pandemia hemos sido más conscientes de ello, pero con la llegada de las redes sociales también.

“No hay comunicación, y es por culpa de los teléfonos móviles”, apunta. Y ahí pone de ejemplo cuando, hace unos días, estaba paseando por Vitoria y se encontró a un grupo de jóvenes, todos con el teléfono en la mano. Y en este tiempo en materia de prevención de suicidio, de paliar las soledades no deseadas, se han dado muchos pasos.

Pero, ¿qué pide Cristóbal a la sociedad? “Ante todo que haya empatía en el mundo, que haya una posibilidad de dar lo que lo que cada uno tiene , de dar lo que puedas dar. Sea mucho o poco”, señala. Y de ejemplo pone su propia experiencia porque, incluso cuando estuvo viviendo en Alemania, hizo actividades sociales haciendo de intérprete para quienes no sabían alemán. “Toda mi vida he estado de voluntario en todas partes”, sonríe.