Si en vez de un artículo periodístico esto fuera un post de Facebook o Instagram o un Whatsapp, el titular de esta crónica iría seguido de un emoji con un torso levantando los hombros indicando resignación o una carita compungida soltando una lagrimilla, y es que, seamos realistas, los alumnos y alumnas de Secundaria del Colegio Público Harriberri-Oleta que acuden a las clases de cocina que Txemari Esteban les imparte semanalmente en la cercana Sociedad Gurea no habían estado tan contentos como este día en ninguna de las sesiones gastronómicas vividas durante el curso.
La felicidad que asoma a sus rostros en esta foto no es debida, no se engañen, a que el cocinar dos horas a la semana les haga sentirse realizados o a que sepan que las imágenes de ese día van a ser publicadas (previo permiso paterno) en el periódico, que también. No. El motivo de esa alegría es que en esta sesión ante la prensa su profesor, Txemari, ha optado por dejarles preparar sus platos favoritos… y estos van a ser degustados según termine el posado fotográfico.
¿Y puede adivinar el lector cuáles son esos “platos favoritos” de la chavalería? ¿Acaso una selección de ensaladas variadas? ¿Preparaciones equilibradas con profusión de verdura y pescado? ¿Legumbres? Noooooo… la clase de hoy ha servido para aprender a preparar, sin necesidad de utilizar los peligrosos fuegos de la cocina, platos como patatas con ali-oli, bikinis rellenos de jamón y queso, aros de cebolla con salsa de queso y mostaza o pan de ajo casero. Solo faltaría una hamburguesa y un plato de pasta para que el cuadro estuviera completo al 100%, y es que no nos engañemos: por mucho que conculquemos nociones de cocina en nuestros críos, por mucho que seamos didácticos con ellos, invirtiendo nuestro tiempo y nuestra energía, haciéndoles conscientes de los beneficios de una alimentación sana y los perjuicios del desequilibrio culinario… nunca conseguiremos hacerles aflorar una sonrisa tan radiante y sincera como cuando entramos por la puerta con una pizza bajo el brazo, sea ésta gourmet o congelada de quinta gama.
Y es que los niños, niños son. Y aunque los presentes en esta foto han aprendido a lo largo del curso a limpiar pescados y verduras y a componer y aliñar ensaladas, a la hora de la verdad tiran mucho más las preparaciones insanas y vulgares que los platos complejos y sostenibles. La comida basura cada vez es más omnipresente y la publicidad está claramente encaminada a promover que la gente se quede en casa atiborrándose de ella y olvidándose de los problemas del mundo. Y en esa maquiavélica estrategia es vital moldear desde el principio a las nuevas generaciones.
Pero bueno, que como es habitual en mí me voy por las ramas, el motivo que ha impulsado a Txemari Esteban, chef y responsable del asador Botarri de Tolosa y profesor de la cuadrilla presente, a preparar esta sesión de cocina vulgaris no es apoyar la teoría aquí expuesta, sino simple y llanamente dejar que sus alumnos disfruten de lo lindo en una de las clases, dejarles pecar por un día y facilitar que vuelvan a casa sonrientes, satisfechos, y con su porción de veneno en el tupper, que a nadie le amarga un dulce y ya habrá ocasión de seguir profundizando en la cocina de la salud y el producto, la buena, la que no debemos dejar desaparecer.
Las recetas de los cuatro platos presentes en la foto serán ofrecidas, con lujo de detalles, los meses de febrero, marzo, abril y mayo en la sección Menudo menú de la revista Ondojan.com. En cualquier caso, y en exclusiva para los lectores y lectoras de Noticias de Gipuzkoa, ofrecemos hoy y aquí un adelanto resumido de cada una que, pienso en mi optimismo, será suficiente para que los cocinillas saquen sin complicaciones las cuatro preparaciones. Vamos allá.
Aros de cebolla
Mezclar harina y especias al gusto en un bol. Incorporar huevo y mezclar con varilla. Ir añadiendo agua con gas hasta conseguir una Orly espesa pero no líquida. Embadurnar en ella los aros de cebolla crudos y empanarlos en panko. Hacerlos 20 minutos al horno a 180º. Mientras, preparar una salsa con mostaza, mahonesa y queso para untar. Pringar bien los aros en el engrudo resultante y disfrutar.
Patatas ali-oli
Pelar las patatas y cortarlas en cuadrados. Ponerlas en un bol y cubrirlas con agua. Taparlas con film y cocinar en microondas a tope 20 minutos, dejando reposar otros cinco. Mientras se hacen, preparar un ali-oli con leche fría, aceite de girasol, sal y ajo mezclando hasta conseguir una textura densa. Escurrir las patatas y salsearlas con el ali-oli. Optativamente, añadir pimentón dulce y/o perejil.
Bikinis york-queso con sésamo
Estirar unas láminas de hojaldre del súper y cortar cada una en ocho triángulos. Poner encima de cada uno una loncha de York y una de queso fundido. Enrollar dando forma de bikini, similar al croissant. Pintar con huevo batido, espolvorear con sésamo y hornear 15 minutos a 150º.
Pan de ajo
Mezclar un sobre de levadura con 300 g. de agua templada y sal. Añdir 1/2 k. de harina fuerte y más sal. Remover con cuchara hasta lograr una masa. Volcarla y amasarla hasta tener una bola. Dejar reposar una hora, extenderla, untarla con aceite de ajo, espolvorearla con perejil, enrollarla, cortarla en la forma deseada, dejar reposar 30 minutos y hornear a 180 hasta que el pan esté tierno y crujiente.