Un año más, las Navidades llega a su fin y es posible que quede alguna tableta de turrón, mazapán o polvorón sin consumir. Si nos lo tomamos con calma puede que las piezas pequeñas pueden ir desapareciendo poco a poco, pero los turrones tienen un componente estacional muy fuerte que hace que no se consuman mucho más allá del mes de enero. ¿Qué hacemos entonces con los que han sobrado?

Si el que se hace la pregunta es un cocinero o cocinillas que adora los postres puede buscar recetas que aprovechen este producto de miel, almendra y azúcar. Si no es el caso puede que la pregunta planteada sea ¿podré aprovecharlos las próximas Navidades? En teoría no caducan. De hecho, la miel y el azúcar tienden a ser buenos conservantes. Además, junto con la almendra, el turrón es un producto con poca agua, lo que hace que sea más fácil su conservación.

Cortes de turrones de chocolate, yema, jijona y alicante. Freepik

De todas maneras esto se refiere principalmente a los turrones clásicos, el de jijona, el de alicante y los guirlaches. Pero hay que tener en cuenta que a estos se han ido uniendo otras variedades con otros ingredientes, sabores y elaboraciones que emplean otros productos más delicados como la yema, la nata o la mantequilla y cuya conservación es más peliaguda y delicada.

Fecha de consumo preferente

Con el paso del tiempo puede que los turrones no se pongan malos, que no sean insanos y hagan enfermar a quien los coma, pero si puede ocurrir que pierda cualidades organolépticas, que se altere su sabor o su textura, que se enrancien y dejen de ser agradables al paladar.

Para evitar esta desagradable sorpresa, conviene que nos fijemos en la fecha de consumo preferente. Este dato lo ofrecen los fabricantes y señala la fecha que se calcula como límite máximo en el que los ingredientes mantienen todas sus cualidades en buen estado y a partir de la cual pierde propiedades pero todavía es apto para el consumo. No hay que confundir con la fecha de caducidad, que señala a partir de cuando la ingesta de ese alimento es peligroso para la salud. Generalmente se emplea en alimentos frescos que tienden a estropearse con rapidez.

Por ello, la fecha que aparece en los envases de turrones indica a partir de cuándo deja de ser un turrón organolépticamente bueno, no es una conspiración de los fabricantes obligarnos a comprar cada año nuevas tabletas. De hecho, la duración máxima recomendada para los jijona, alicante o guirlaches es de entre 10 y 12 meses desde su fabricación, por lo que comer en noviembre un turrón de la temporada anterior es arriesgarse a que sepa a rancio. Otras tipos de turrón tiene una vida más corta.

Cómo conservarlo

Ahora bien, si eres de esas personas que quieres desestacionalizar el consumo de turrones e ir comiéndolos a lo largo del año dentro del plazo establecido por el fabricante, lo primero que debes tener en cuenta que el turrón no es lo más recomendable para consumir de seguido, tiene mucho azúcar y mucha grasa. Con esto claro, podemos hacer varias cosas para que aguante de la mejor manera posible hasta el final incluso si el envase ya se ha abierto.

  • Mejor en el frigorífico: Si de por sí el turrón permite poca actividad microbiana, en las condiciones de la nevera la misma disminuye casi totalmente, por lo que el turrón se puede mantener sin contaminaciones durante un año. Por otro lado, en el caso de los aceites, ya sean de almendra o palma, el frío los dejará más estables y permitirá que el producto mantenga mejor su estructura sin pérdidas.
  • Fuera de la nevera: Si necesitas espacio en el frigo, muchos especialistas avisan de que se puede guardar sin problemas en el armario, pero las condiciones deben ser que no le dé la luz ni el sol, que sea un sitio seco y fresco y que esté libre de olores. También debe estar bien envuelto.
  • Mejor en su envase: Los envases del turrón están pensados para conservar la barra en las mejores condiciones, es por ello que muchas veces incluyen una capa de aluminio aislante. Si se conserva el envase entero tras las Navidades, se puede guardar el turrón dentro.
  • Bien envuelto: Es importante, especialmente en las neveras que funcionan con frío seco, evitar que el turrón pierda parte de su humedad y se sequen, haciendo que pierda consistencia. Si el envase está abierto, se ha roto o presenta algún daño, pasarlo a un recipiente con tapa o envolverlo en papel de aluminio.
  • A oscuras: La luz es un potente catalizador de reacciones que pueden estropear el turrón, especialmente por oxidación, y que las grasa que tiene el turrón se enrancien dando mal olor y mal sabor.