“El problema no es del fútbol, está en la sociedad y hay que hacerle frente”. Así de rotunda se expresa la presidenta de la Unión Deportiva Aretxabaleta (UDA), Agurtzane Elkoro, cuando habla de los desagradables y lamentables episodios que desde hace un tiempo se están viviendo en las gradas de Ibarra y en las de otros campos, mientras se disputan los partidos del equipo juvenil de Liga Vasca del club aretxabaletarra. “Nueve, puto maricón”, “cinco, gordo”, “seis, adoptado”… son algunos de los gravísimos insultos que un grupo de jóvenes acostumbra a proferir a jugadores, árbitros y al público que les increpa por sus deplorables actitudes. No dejan títere con cabeza.

Estos comportamientos incívicos y violentos le han costado a la UDA varias multas, que en la temporada pasada sumaron 250 euros, y en lo que va de esta alcanzan ya la cifra de 550 euros. Elkoro tiene claro, sin embargo, que lo preocupante no es el “importe de estas sanciones, sino el problema social que hay en el fondo y que debemos erradicar”. Las escenas que se repiten cada semana en el campo aretxabaletarra vienen sucediéndose “a partir de la pandemia”, tal y como aprecia la presidenta de la entidad deportiva. “Es como si estos jóvenes descargaran su odio, en este caso en espacios que concentran a mucha gente como es el fútbol, donde la repercusión es mayor”, añade.

La gran labor social y de formación que desarrollan los clubes “no puede quedar empañada por las conductas de una minoría”, que no entiende que el terreno de juego debe ser un lugar de encuentro en torno a un objetivo común: disfrutar de un deporte donde la solidaridad, la inclusión, la igualdad y el respeto por los futbolistas, técnicos y colegiados tienen que ser valores de primer nivel. “Más allá de las multas, estas acciones nos afectan a todas y todos por el mal ambiente que se genera alrededor”, señala Elkoro sobre una problemática a la que, según insiste, hay que “ponerle freno”.

Hace dos semanas, en el desplazamiento a Gasteiz del conjunto juvenil de Aretxabaleta, la volvieron a liar en el campo de Betoño. Estos jóvenes soltaron por la boca, una vez más, todo tipo de insultos que quedaron reflejados en el acta del árbitro y una multa de 100 euros. El hartazgo y preocupación por la proliferación de estos hechos hizo que la directiva de la UDA, en la antesala del partido del pasado sábado, difundiera un comunicado en el que invitaba a aquellos que buscan follón a no acudir a Ibarra.

“No hicieron caso y estuvieron en el campo. No recibimos ninguna multa, pero sí que se lanzaron insultos”, recuerda Elkoro, para quien hay que “socializar el problema”. “Somos un pueblo pequeño donde la mayoría nos conocemos. Entre todos tenemos que hablar para abordar estos comportamientos y ver cómo atajarlos de forma civilizada, porque entendemos que, aunque no es fácil y puede costar, tienen solución”, confía Elkoro. En este proceso también deben involucrarse “los padres, madres, las instituciones, asociaciones y otros agentes, además de los propios jóvenes”.

El de Aretxabaleta no es un caso aislado, como demuestran hechos similares que han ocurrido entre el público, que en lugar de apoyar a su equipo busca bronca con actitudes incívicas, maleducadas y violencia verbal. El pasado diciembre, por ejemplo, en Oñati el Comité de Competición cerró Azkoagain después de que se expulsara a un grupo de jóvenes que se dedicó a insultar durante el partido del Aloña Juvenil de Honor. El equipo oñatiarra tuvo que jugar su siguiente partido como local en otro campo y también pagó 300 euros de multa. Ese mismo mes, en Txintxerpe el padre de un jugador agredió al juez de línea, y en septiembre en Hernani un futbolista del Hondarribia sufrió insultos racistas que fueron motivo de apercibimiento al club.

Desde la UDA inciden, por tanto, en que esta problemática no se vive solo en Aretxabaleta y apuestan por afrontarla “con el resto de clubes”. “Estas actitudes no tienen cabida. Al campo hay que venir a disfrutar, a transmitir el calor de la afición al equipo en un buen ambiente”, sentencia Elkoro.