posiblemente muchos aficionados recordarán que entre 1980 y 1985 el Eibar disputó cuatro promociones de ascenso a Segunda B sin conseguir el objetivo. En la plantilla del equipo armero figuraba Francisco Javier Guruceta Muro, hermano de Emilio, el árbitro donostiarra fallecido en un accidente de tráfico en 1987 cuando se desplazaba a dirigir un Osasuna-Real Madrid. Llevado por mi afición a la música, desde 1955 a 1988 pertenecí en calidad de trombón a la Banda de Música de Eibar. Esta faceta provocaba que muchos domingos tuviese que acudir a Ipurua vestido con el uniforme de músico para retransmitir los partidos del Eibar.

Un día de San Juan me contaron que el difunto árbitro y otro de sus hermanos, que había sido jugador de baloncesto, estaban comiendo en el restaurante Chalcha de la ciudad. Por aquel entonces los colegiados se habían autoimpuesto no hablar con los medios de comunicación, pero decidí probar suerte. Cogí el magnetofón, entré en el restaurante y me dirigí a la mesa en la que comían los dos hermanos. Con suma educación le dije: "Señor Guruceta, por favor...". Al escuchar mi voz, ladeó su cara y se topó con una persona vestida con uniforme azul y botones niquelados. Me miró de los pies a la cabeza y, soltando los cubiertos de las manos, exclamó: "¡Anda la hostia! ¡Ya he dejado el coche mal aparcado!". Ni qué decir tiene que, tras aclararles mi doble condición de periodista y músico, los dos hermanos salieron de su sorpresa y se rieron un rato. El árbitro me contó que el día anterior había arbitrado un amistoso en Vitoria a beneficio de un colega que sufría una grave enfermedad, lo que aprovechó para desplazarse luego a Eibar para comer con su hermano exbaloncestista y ver el partido que jugaba el otro hermano con el Eibar.

Correctamente, Guruceta Muro me pidió que dejáramos la entrevista para después del partido. El árbitro cumplió su palabra y me atendió una vez finalizado el encuentro. Así que lo que no habían conseguido los periodistas de importantes medios de comunicación estatales, lo logramos los eibarreses. Una metáfora que bien se puede aplicar a este Eibar que está derribando todos los muros y nos está haciendo soñar con el ascenso a Primera.