Desde las primeras elecciones generales celebradas en 1977 hasta la doble cita con las urnas de 2019, en Euskadi han resultado vencedoras tres formaciones políticas diferentes: el PNV –con una hegemonía absoluta–, el PSE y Podemos en sus diferentes configuraciones. El hecho de que el foco se desvíe hacia las cuitas del Estado dota a estos comicios de una cualidad líquida, cambiante, que no se produce en otras convocatorias como las autonómicas, y que se extiende más allá del ganador, haciendo que los resultados tengan un plus de imprevisibilidad.

En los últimos 15 años, desde 2008, las tres siglas mencionadas se han subido a lo más alto del podio en los seis comicios generales convocados. De cara a la nueva apertura de los colegios electorales, un sondeo elaborado por el Gobierno vasco en precampaña volvía a dar a la formación jeltzale como ganadora en votos, pero protagonizando un triple empate con EH Bildu y el PSE, con cinco diputados cada una. Apenas 24 antes del inicio de la campaña electoral, el CIS aseguraba que el PSE y EH Bildu se disputarían el primer puesto, con entre 4 y 7 diputados, mientras el PNV quedaría en tercer lugar con 3 o 5 escaños.

“El comportamiento electoral varía en función del tipo de elecciones”, certifica la catedrática de Sociología María Silvestre. “No votamos de la misma manera en las municipales, autonómicas o generales –añade a este medio– porque lo que está en juego no es lo mismo y el contexto sociopolítico de cada elección también es determinante”.

El politólogo y conocido tertuliano Pablo Simón asegura que, de cara a las elecciones generales, “el vasco es el voto útil más estudiado”. Ello puede tener como consecuencia que el votante no apoye a la opción política con la que se siente más identificado y, de forma puntual, dirija el sufragio a otro partido, por intereses y circunstancias alejadas además de su ámbito más cercano.

Otras razones detrás de esta volatilidad se encuentran en la coyuntura de cada momento, lo que da lugar a una respuesta más emocional que se refleja en las urnas. Silvestre cita las dos victorias de Podemos Ahal Dugu y Podemos-IU-Equo Berdeak en las generales de 2015 y 2016 en Euskadi, cuando los ecos del movimiento 23-M en las plazas del Estado aún resonaban con fuerza.

Explica que, pese a que el partido morado “carecía todavía de una fuerte estructura y de líderes autonómicos reconocibles, la ilusión por una nueva forma de hacer política motivó a muchos electores”. Las circunstancias no paran de mutar, por lo que “mantener la fidelidad de ese voto ha sido imposible y en las próximas elecciones generales, el nuevo contexto sociopolítico va a condicionar de otro modo nuestro voto”. A juicio de Silvestre, que dirige el sondeo del Deustobarómetro, la irrupción de la marca Sumar puede beneficiar a este espacio.

Fuera caretas

La disyuntiva entre los partidos más apegados a Euskadi, como el PNV y EH Bildu, y las sucursales de formaciones estatales, como el PSOE y el PP, se convierte en un auténtico choque de placas tectónicas en esta cita con las urnas. Más aún por tratarse de unas elecciones adelantadas por el líder del PSOE, Pedro Sánchez, para confrontar con el binomio PP-Vox. El hecho de que el partido de Alberto Núñez Feijóo se haya quitado la careta y haya pactado diversos gobiernos con la ultraderecha tras las autonómicas y municipales del 28-M ha acentuado esta polarización.

Ello explica que el PNV se haya volcado desde el primer momento en desmarcarse de esa pelea a dos entre la derecha y la izquierda, y haya puesto el foco en quién representa mejor los intereses de Euskadi en Madrid. Lo ha hecho además de forma explícita, con el cartel que preside Sabin Etxea en el que el portavoz del Grupo Vasco, Aitor Esteban, emerge entre las figuras de Sánchez y Feijóo con el eslogan Hemen, PNV. Con voz propia. Aquí se encuadra también la denuncia, verbalizada por el propio Esteban, de la expulsión de facto de los partidos vascos y catalanes de los debates televisados a dos entre el candidato del PSOE y el del PP.

La debacle del PSOE en las elecciones del pasado 28 de mayo está por tanto en el origen de esta nueva cita con las urnas, que Sánchez anunció cuando no habían pasado ni 24 horas del veredicto de las urnas. Para la socióloga María Silvestre, el buen resultado cosechado por EH Bildu entonces en Euskadi se puede replicar ahora, lo que “tiene mucho que ver con el nuevo papel que la formación abertzale ha jugado en la política estatal”, asevera.

Siguiendo con esta prospección a futuro, a juicio de Silvestre “aquellos partidos que tienen opciones a ganar las elecciones y a gobernar suelen salir más beneficiados”. Por ello, “en Euskadi es posible que tanto el PSE como el PP vean mejorar sus resultados con relación a las pasadas elecciones municipales y forales”. El PNV puede acusar un mayor desgaste, “a pesar de que tradicionalmente ha sido el partido político que gran parte de la sociedad vasca ha definido como el defensor de los temas vascos en Madrid”.

Los resultados de estos comicios también pueden presentar diferencias con las recientes municipales y forales. “Sin duda, la respuesta del electorado vasco será distinta”, avanza Silvestre. Según su parecer, “el contexto de polarización hará subir la participación –a pesar de celebrarse en pleno julio–, y el bipartidismo estatal conformado por un bloque a la derecha (PP y Vox) y un bloque a la izquierda (PSOE y Sumar) activará el voto y la participación”.

Evolución

Desde la celebración de las primeras elecciones generales en 1977, el PNV ha resultado vencedor en 11 ocasiones, mientras que el PSE y Podemos atesoran dos victorias cada uno. También se ha dado el caso de que la segunda fuerza supere en escaños a la ganadora. Tras un lapso fuera del tablero de juego debido a su ilegalización, el regreso de la izquierda abertzale al Congreso se visualizó en primer lugar en 2011 con la marca Amaiur. El PP ha tenido un número de apoyos decrecientes y en los últimos comicios tuvo que conformarse con un único escaño. En estos cerca de 50 años, partidos como EE, EA y Ezker Batua también han llegado a obtener representación en la Cámara baja.