Los incumplimientos mutuos de los términos de alto el fuego acordados en Gaza y Líbano están comprometiendo seriamente las esperanzas de que las respectivas treguas pudieran favorecer los esfuerzos diplomáticos y políticos en favor de un proceso de paz que pudiera alcanzar al máximo posible de Oriente Próximo. Los 15 muertos registrados ayer en Líbano por disparos del ejército israelí, así como el fallecido en la Franja de Gaza, dan cuenta de que los alto el fuego se hallan en un momento crítico y penden de un hilo. En ambos lugares, decenas de miles de personas se encuentran a la intemperie a la espera de que las autoridades israelíes les permitan regresar a lo que queda de sus hogares tras haber tenido que abandonarlos debido a la guerra.
En Líbano, el plazo de 60 días estipulado en el acuerdo para la retirada de las tropas israelíes se ha cumplido sin que las fuerzas hebreas hayan dejado paso al ejército libanés. En Gaza, por su parte, y cuando se cumple una semana del alto el fuego, el incumplimiento por parte de Hamás de la liberación de una rehén civil, pese a que sí lo hizo con tres soldados israelíes en el reciente intercambio de personas secuestradas y prisioneros palestinos, tal y como estaba previsto en el acuerdo de alto el fuego, ha llevado al primer ministro, Benjamin Netanyahu –que liberó a su vez a 200 prisioneros– a endurecer su postura e impedir por la fuerza le entrada a la zona norte del país de miles de gazatíes que estaban desplazados y que buscan regresar a a sus casas.
En este tenso contexto, aunque ya desde el inicio se comprobó que se trataba de un alto el fuego excesivamente frágil y parcial, Israel vuelve a cebarse con la población civil, ya muy castigada por la ofensiva militar, aumentando la crisis humanitaria. Ambas partes deben cumplir rigurosamente, tanto en Gaza como en Líbano, los términos acordados para la tregua y no comprometer de ninguna manera el propio alto el fuego. La extemporánea e inasumible propuesta del presidente de EEUU, Donald Trump, de “limpiar Gaza” y que Egipto y Jordania reciban a millón y medio de desplazados para su “alojamiento” a medio o largo plazo mientras retira la suspensión decretada por Biden del envío a Israel de bombas pesadas, no deja de ser una cruel ofensa que solo cabe atribuir a su acreditada ignorancia.