Tras la siderurgia, este lunes llegaba el turno de la automoción. El Gobierno vasco se reunía con el sector para analizar el delicado momentos que atraviesan las empresas del sector, a las que los aranceles de Estados Unidos impactarán con un sobrecoste de casi 25 millones de euros por el gravamen del 15% a sus exportaciones. La primera reunión de esta mesa sectorial sirvió para analizar y debatir la hoja de ruta que defiende Euskadi para apoyar a un sector en crisis “por la transición al vehículo eléctrico, la presión regulatoria y la desaceleración de la demanda”.
Por un lado, apuesta por exigir a los fabricantes de terceros países cuyos coches entren en el mercado europeo que incluyan componentes de automoción locales. En segundo lugar, aboga por la flexibilización del plazo para prohibir la venta de coches de combustión, fijado por ahora en 2035. Esta es una exigencia del sector desde hace tiempo que la Comisión Europea está debatiendo. “Creemos que no está funcionando y, viendo la que está cayendo en ese sector, se tiene que hacer flexible”, aseguró ayer Jauregi antes del inicio de la reunión.
No es la primera vez que el consejero muestra su apoyo a las demandas de la automoción. “La descarbonización como objetivo continúa, lo que pasa es que el acompasamiento, los plazos tienen que flexibilizarse. Tiene que haber una descarbonización equilibrada e inteligente que combine la competitividad industrial que tenemos con la continua descarbonización de nuestra sociedad”, aseguraba en una entrevista con este periódico hace unos meses. “Creo que podemos seguir dando pasos y llegar a la descarbonización de otra manera, de una manera mucho menos unidimensional en una tecnología”, añadía.
De hecho, en el plan renove impulsado por el Gobierno vasco se apuesta por la neutralidad tecnológica –es decir, que cualquier tecnología que reduzca las emisiones es válida–. Se trata de una ayuda de hasta 3.500 euros por la sustitución de un vehículo viejo y altamente contaminante por otro de cualquier tipo de combustión con un límite a la baja de emisiones de CO2.
Y esto último conecta con el tercer punto que se debatió: el impulso a la demanda. Jauregi puso este programa como ejemplo, que ha incrementado las ventas de coches más sostenibles y cuyo plazo se ha ampliado hasta el 15 de octubre. “Nos gustaría que este plan renove se implantara a nivel europeo”, avanzó Jauregi. Al igual que en la mesa sectorial de la siderurgia, en la de automoción quedó patente que los pasos más importantes para ayudar a estos sectores tienen que llegar de Europa y que la labor desde Euskadi es ejercer presión. Es por ello que hacer un diagnóstico compartido y hablar con una sola voz es prioritario. Y, mientras se dan los cambios, las ayudas al sector juegan un papel fundamental.
Muestra de ese trabajo es el viaje hace un par de semanas de una delegación vasca, encabezada por Jauregi, a Alemania para participar en la firma de la Declaración de Múnich, un compromiso promovido por la Alianza de Regiones Automotrices (ARA) cuyo objetivo principal es asegurarse de que la Comisión Europea apueste por una transición "justa" hacia la movilidad sostenible. Estas regiones representan la mayoría de los 30 millones de trabajadores del sector en Europa. En Euskadi, da empleo a 40.000 personas.
En la ciudad europea, el consejero destacó “la triple apuesta por la financiación, la inversión en innovación y la generación de nueva demanda para el sector”. Y subrayó “el compromiso firme de la automoción vasca con la descarbonización desde la neutralidad tecnológica”.
Para coordinar esta respuesta conjunta público-privada, el Gobierno vasco se reunió este lunes con representantes de las principales empresas de automoción vascas –CIE Automotive, Gestamp, Grupo Mondragón, Mercedes, Tenneco, Teknia, Gureak, Alcorta– y con el clúster ACICAE.
Impactos
El Gobierno vasco ha calculado un sobrecoste de 350 millones de euros para la industria vasca por los aranceles impuestos por Estados Unidos. Esto puede llevar a un encarecimiento de los productos exportados para el consumidor y a una reducción de los márgenes para las empresas. La consecuencia es, según lleva meses advirtiendo Jauregi, una pérdida de competitividad de las compañías vascas. Este lunes, el consejero destacó que, de estos 350 millones, casi 25 millones corresponden al sector de la automoción. Eso con un arancel del 15%, que se aplicará cuando la UE inicie el procedimiento legislativo de rebaja arancelaria que le corresponde según el acuerdo alcanzado con Washington. Por ahora, el gravamen a los productos de automoción es del 27,5%, que en caso de mantenerse así conllevaría un sobrecoste de 45 millones de euros.
Las exportaciones directas de la automoción vasca a Estados Unidos alcanzan los 164 millones, apenas un 2% de las ventas globales del sector, con un total de 8.531 millones. No obstante, presenta una elevada exposición indirecta por su integración en las cadenas de suministro de Francia y Alemania, que son los principales exportadores europeos de vehículos a Estados Unidos. En el país hay 20 plantas de fabricantes vascos y 50 más en México, desde donde se vende a los clientes de automoción estadounidenses.