La reforma fiscal vasca planteada también prevé elevar hasta el 27% el tipo para las rentas superiores a los 240.000 euros con el objetivo de que “la carga tributaria crezca a medida que crece la renta de las personas contribuyentes”, según el anteproyecto.
Otra medida es elevar hasta los 19.000 euros anuales la no obligación de autoliquidar el impuesto, “superando de manera sustancial el importe del salario mínimo interprofesional”. En coherencia, se incrementa la bonificación para las rentas del trabajo inferiores a 23.000 euros.
También propone una nueva tarifa del ahorro, que pretende “aproximar la carga tributaria al principio de progresividad, minorando aquella soportada por los pequeños ahorradores e incrementado aquella que soportan las rentas del ahorro más elevadas”. Para ello se rediseñan los cinco tramos de la escala del ahorro preexistentes y se añade uno más, elevando el tipo máximo de la escala hasta el 27%.
De este modo, a las personas con ingresos hasta 15.000 euros se les aplicará un tipo del 20%, de hasta 30.000 un tipo del 22%, de 30.000 a 60.000 euros del 23%, de 60.000 a 120.000 euros del 25%, de 120.000 a 240.00 euros del 26% y del 27% de 240.000 euros en adelante.
Se modifica también el Impuesto sobre transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados para flexibilizar la aplicación del tipo reducido del 2,5%, de tal manera que se permite aplicar en más de una ocasión el tipo reducido, siempre que la parte adquirente no sea propietaria de otra vivienda en el mismo término municipal en el que radique la vivienda adquirida.
La reforma también afecta a la fiscalidad de la previsión social voluntaria, “potenciando” las Entidades de Previsión Social Voluntarias (EPSV) de empleo preferente y “mejorando la fiscalidad de los rescates en forma de renta”. También se incrementan las deducciones cuando la persona partícipe tenga menos de 36 años.