El sector exportador vasco ha superado la primera mitad del año con nota, con unas ventas de más de 15.800 millones de euros, el tercer mejor registro de la historia para ese periodo. Según los datos hechos públicos esta semana por el Instituto vasco de Estadística, Eustat, Euskadi solo ha superado en el acumulado de enero a junio ese nivel en 2022 y 2023. Dos ejercicios en los que el club de exportadores vascos encadenó dos récords en un contexto internacional muy complejo por la inestabilidad política que ha generado la invasión de Ucrania junto al conflicto en Gaza, las tensiones inflacionistas y la desaceleración de la economía europea. 

Son ingredientes que, en mayor o menor medida, siguen formando parte del menú económico, pero que no han hecho descarrilar el tren que traslada la producción de las empresas vascas a todos los continentes. Es difícil mantener el ritmo de los dos últimos años, con ventas cercanas e incluso superiores a los a los 32.600 millones. En todo caso, el ritmo de los primeros seis meses de este año apunta a un volumen superior a los 30.000 millones. Sería la tercera mejor marca de la historia y reforzaría el carácter exportador que asumió la economía de la CAV durante el lento proceso de recuperación de la crisis financiera de 2008.

Los primeros de la clase

¿Cuál es el secreto? En estos momentos, el petróleo, el sector aeronáutico y el ferroviario impulsan las ventas exteriores de las empresas. Apoyadas además en segmentos productivos como los artículos de grifería y válvulas, las manufacturas siderúrgicas o los componentes eléctricos. 

Con todo, en el balance del arranque de este año destaca la caída de la producción de Mercedes-Benz en Gasteiz. La mayor fábrica de Euskadi ha acordado con los sindicatos la ampliación de 18 a 33 días de la bolsa de flexibilidad pactada en convenio. Se trata de un instrumento que permite a la multinacional alemana ajustar el ritmo de trabajo a la demanda del mercado y parar la producción en momentos valle de actividad.

La plantilla renuncia esos días a la mitad del salario y en esta ocasión los motivos para cerrar más jornadas son dos. Primero ésta el frenazo de las ventas por la transición de los motores de combustión al eléctrico. Y después, ligadas también a ese proceso, las obras de adaptación de la factoría a la producción de los nuevos modelos eléctricos. 

De forma que las exportaciones de las furgonetas que se fabrican en la capital alavesa, el principal músculo del comercio exterior vasco, han descendido en casi 400 millones de euros. Supone prácticamente un tercio de la bajada de las exportaciones en los seis primeros meses del año. El retroceso en las ventas de automóviles destinados al transporte de mercancía, de los neumáticos que fabrican Michelin y Bridgestone, junto a la menor actividad de Tubacex y Tubos Reunidos –en los tres casos cerca de 200 millones menos– explican la desaceleración en las exportaciones vascas.

En la ecuación también hay que incluir el parón de la economía alemana, que es el principal destino de los productos vascos y que este año  está muy lejos de Francia, que le disputa tradicionalmente esa posición. 

Francia, Reino Unido, Italia...

El mercado francés es, junto a Reino Unido e Italia, uno de los tres principales destinos que ha mejorado respecto al año pasado. El protagonista del avance en los dos primeros países es el derivado de crudo que se refina en la planta de Petronor en Muskiz, que ha incrementado sus ventas exteriores un 29% entre enero y junio. En el mercado italiano, en cambio, destaca el crecimiento de las ventas vascas de Bienes de Equipo. El protagonismo en este caso es de Gipuzkoa, que concentra casi el 80% de la fabricación de maquinaria del conjunto del Estado.

En la otra cara de la moneda, la de los mercados que retroceden, las exportaciones a Alemania caen cerca de un 17% principalmente por el desplome del sector de la maquinaria. Las empresas de Bienes de Equipo han facturado 800 millones en la primera mitad de este año frente a los 1.023 del mismo periodo de 2023. A ello se suma el retroceso en el sector de la automoción y la siderurgia, que suman un ajuste a la baja de más de 260 millones.

Otro mercado que cae con fuerza es el de Estados Unidos, también condicionado por el descenso de los sectores de bienes de equipo y la siderurgia. Sin embargo, la primera economía es el primer socio del sector aeronáutico vasco y los turboreactores para aviones que se fabrican aquí han experimentado un repunte de ventas del 46% en lo que va de año.

La solidez del sector ferroviario

Además, hay un campeón infalible de las exportaciones de Euskadi, el fabricante de locomotoras guipuzcoano CAF. Su cartera de pedidos se alimenta con contratos con destino a un abanico muy diverso de países a medio plazo y no depende tanto de la coyuntura económica. De modo, que las ventas de trenes se mantienen incluso por encima (+6,8%) de los niveles del año pasado. 

Una base sólida para una economía como la vasca, en la que los seis principales productos suponen a estas alturas del curso algo más del 44% de las exportaciones. Los automotores para vías férreas se sitúan tradicionalmente en el top 10. Lo mismo ocurre con la siderurgia, cuyas ventas exteriores crecen a un ritmo del 9%, 

La evolución sectorial explica el comportamiento heterogéneo por territorios. Araba es la que más sufre, con una caída acumulada en el primer semestre del 17%, precisamente por el mal momento de la automoción, que se suma al parón de las fábricas de tubos de Amurrio y Llodio. Bizkaia compensa en parte el bache del automóvil con el petróleo, los motores de avión que fabrica ITP en Zamudio y el potente sector de componentes eléctricos solo retrocede un 2%. Y Gipuzkoa retrocede un 3,6% con el apoyo del sector ferroviario y la industria de bienes de equipo, que absorben la espiral negativa de la industria del coche y la siderurgia. 

Al margen de la excepción alavesa, de carácter coyuntural, puede decirse que el círculo de exportadores vascos salva los muebles en un año complejo en el que el crecimiento económico de la CAV se apoya básicamente en la demanda interna y los servicios. 

La sombra de la guerra en Ucrania condiciona el panorama. Sin ser uno de los principales mercados de las empresas vascas, antes del conflicto bélico, Rusia compraba a las empresas vascas productos –sobre todo siderurgia, material de transporte, componentes eléctricos y plásticos y caucho– por valor de cerca de 290 millones de euros anuales. Con las restricciones de comercio actuales, el balance de este año rondará los 40 millones, ocho veces menos.