La industria de la automoción es esencial para la economía europea y también para la vasca. Según los datos del Cluster Vasco de Automoción, el sector facturó el pasado año 25.023 millones de euros el año anterior, un 11,5% más que en el ejercicio anterior. Por eso cualquier acontecimiento que trastoque su evolución es especialmente sensible. Y una amenaza que está emergiendo con mucha fuerza en los últimos tiempos es la que representan los automóviles eléctricos chinos, más baratos tanto a la hora de producirlos como de venderlos. 

El pasado mes de septiembre, la Comisión Europea puso en marcha una investigación sobre las importaciones de vehículos eléctricos de batería procedentes de China. La investigación tiene como propósito determinar si las cadenas de valor de estos coches “se benefician de subvenciones ilegales” y si estas causan o amenazan con “causar un perjuicio económico” a los productores de dichos vehículos en la UE. Aunque la investigación no ha concluido -se prevé que lo haga en noviembre- las agencias de noticias Bloomberg y Reuters han avanzado, sin citar fuentes oficiales, que la Comisión Europea tiene pruebas de que el gobierno chino está subsidiando con ayudas estatales la fabricación de estos automóviles. 

“Además de disponer de una mano de obra barata, China tiene acceso a minerales como el litio y los que están en las denominadas ‘tierras raras’, y que son fundamentales para desarrollar las baterías de estado sólido que necesitan estos coches”, proclama Massimo Cermelli, profesor de Economía de la Universidad de Deusto. Se refiere Cermelli a los elementos químicos muy escasos -solo se encuentran en China y algunos países africanos- que pueden ayudar a ensanchar la distancia del país asiático con el resto de competidores en fabricación de baterías.

El problema no reside únicamente en que estos coches fabricados en las factorías china dominen el mercado europeo, sino que, además, las marcas del Viejo Continente opten por trasladar allí su construcción. “Esto impactaría de forma severa en el sector de la automoción, con una pérdida de puestos de trabajo, y también afectaría a la industria vasca”, recalca el docente de Deusto. 

Europa, en riesgo de quedar descolgada

El fuerte apoyo de la Casa Blanca a las inversiones para la reindustrialización y la innovación y el modelo de subvenciones de Pekín, entre otros factores, están haciendo que Estados Unidos y China lideren la carrera global por la economía en estos momentos. ¿Qué lugar le espera a Europa? “El riesgo de quedarnos descolgados existe. Estados Unidos y China están inmersos en una batalla por el comercio internacional y la UE tendrán que elegir su camino. El envejecimiento poblacional y la desindustrialización son dos problemas que hay que afrontar y que van a tener su impacto en términos de generación de PIB y de riqueza para las sociedades europeas”, advierte Cermelli.

Ante esta situación, y sabedor de que los trabajadores del sector del automóvil suponen un importante granero de votos para el Partido Demócrata, el presidente estadounidense, Joe Biden, ha deslizado su intención de imponer aranceles a estos automóviles. A juicio de Cermelli, “la electrificación es beneficiosa por razones medioambientales, pero es necesario asumir que se puede producir una pérdida en la capacidad de producción” para la economías europea y vasca.

Poco a poco surgen iniciativas en el entorno más cercano que tratan de garantizar una competencia en la fabricación de baterías. Así, BasqueVolt, ubicada en el Parque Tecnológico de Miñano, que cuenta con el respaldo tanto de inversores privados del sector de la energía y de la automoción como del Gobierno vasco, está desarrollando una tecnología de baterías de estado sólido “sostenible, más segura y muy competitiva”. Se puso en marcha el año pasado y comenzarála producción de celdas de batería en el año 2027. 

Conscientes de que el poderío chino es difícil de limitar, en Europa surgen cada vez más voces que abogan por alcanzar acuerdos con Pekín para equilibrar las relaciones comerciales en esta materia. China está disconforme con la investigación por parte de la Comisión Europea, y al mismo tiempo el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, tratan de apaciguar tensiones y evitar que el país asiático deje de importar productos de sus industrias. La competencia no se limita solo a los automóviles eléctricos. El pasado mes de abril, los ministros de Energía de la UE y más de un center de firmas del sector acordaron impulsar la cadena industrial de valor en la generación de energía fotovoltaica y eólica y cortar así la fuerte importación de módulos solares desde China.