La pandemia de coronavirus supuso el segundo gran ‘shock’ al que se han tenido que enfrentar las economías a nivel local y global en lo que va de siglo. Después de la denominada Gran Recesión, originada en el sistema financiero internacional y trasladada después a cada región mundial con sus características propias, el golpe que representó la covid amenazó con paralizar la economía de nuevo mientras la enfermedad -y eso es lo más importante- mataba a miles de personas en el mundo cada día. Sin embargo, había más recursos, y también consenso, para hacer frente al impacto en la producción y en el empleo. Uno de esos mecanismos ha sido la gran aportación de las finanzas públicas, mucho más saneadas en toda Europa que en 2008, cuando se empezaba a atisbar la crisis de deuda en el continente. De esta manera, la inyección de ayudas e inversiones desde todas las administraciones ha permitido afrontar mejor el temporal. Un ejercicio en contraposición a las políticas de austeridad y de recortes del gasto público que caracterizaron a los años posteriores a la pasada crisis. En Euskadi, según los datos oficiales del Gobierno vasco, los diferentes departamentos que componen el Ejecutivo han desembolsado 1.725 millones de euros en el trienio 2020-2022 para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, que solo en su primer año provocó un desplome del PIB vasco cercano al 9,5%. 

Un importe concentrado en más de un 90% en reforzar Osakidetza y los sistemas de educación y protección social, además de ayudas a la conservación del empleo y la actividad económica en los diferentes sectores. Las ayudas a pymes, autónomos y sectores específicos, además del apoyo al mantenimiento de los puestos de trabajo empleo mediante soporte a empresas en situación de ERTE sumaron más de 375 millones de euros en ese período.

Más de la mitad del gasto total -en concreto, 900 millones de euros- ha ido destinado a Osakidetza. El refuerzo de profesionales para atender la Atención Primaria y los ingresos hospitalarios derivados de las sucesivas olas de contagios procuró un gasto de 139,5 millones de euros en 2020 Al año siguiente, esta cifra se incrementó hasta los 175,1 millones de euros, resultado sobre todo de la tercera ola, mucho más virulenta que la segunda y cuyos efectos en forma de contagios e ingresos en los centros de salud hospitalarios se concentraron sobre todo en los meses de enero y febrero. 

El pasado año, la aparición de la variante ómicron, en términos generales más benigna que las precedentes, rebajó el número de ingresos, lo que provocó que el gasto en personal sanitario adicional fuera menor (34,9 millones). Además de la inversión económica en el apartado de recursos humanos, destaca la partida que Osakidetza dedicó a la compra de productos sanitarios, que en 2020 llegó a alcanzar los 137,4 millones de euros. En 2021, el gasto en esta materia fue de 79,9 millones, en tanto que el año pasado descendió hasta los 41,3 millones. Para atender la actividad sanitaria derivada de la estancia hospitalaria de los pacientes ingresados por covid se han destinado en estos tres años un total de 111 millones, con 44,8 de gasto en 2020, 31,6 en 2021 y 34,9 el pasado año. Asimismo, Osakidetza destinó 130 millones a otros gastos corrientes relacionados con la atención por covid y 29,4 millones en concepto de inversiones, además de 7 millones en gasto farmacéutico.

Además del gasto en materia de sanidad, el otro aspecto que en estos tres años ha aglutinado más inversión es la educación, con más de 250 millones de euros. La contratación de personal sustituto docente para cubrir las bajas por contagios y aislamientos, además de por las medidas de prevención que la pandemia demandaba, implicó un gasto de 11,5 millones de euros durante el primer año de pandemia, pero se ha incrementado en los dos siguientes: en 2021 fue de 74,1 millones y el pasado llegó hasta los 44 millones, para rozar los 130 millones en conjunto a lo largo de los tres ejercicios. 

Por otra parte, se han destinado 55,3 millones de euros en este trienio para ayudas a centros concertados con el objetivo de sufragar los gastos adicionales derivados de la aplicación de las medidas exigidas por los protocolos de prevención y 20 millones para subvenciones en materia de comedores y transporte escolar, además de casi 30 millones en suministros y servicios. Asimismo, se han dedicado cuatro millones a becas de estudios universitarios y la misma cantidad al resto de estudios. Las políticas de protección social, por su parte, han supuesto un desembolso de 68 millones de euros, concretado de forma fundamental en los 41 millones dedicados, a lo largo de tres años, a las AES (Ayudas de Emergencia Social) y otros 19 para ayudas destinadas a combatir la exclusión social y los efectos de la crisis en los grupos más vulnerables. 

El empleo y las políticas económicas también han sido importantes receptoras de fondos. Así, destacan las aportaciones directas a Elkargi. Por un lado el reforzamiento del fondo de provisiones técnicas de esta sociedad de garantía recíproca, con 28 millones de euros, y por otro la subvención concedida, junto a otras entidades financieras, encaminada a la reducción de costes de financiación para pymes. Pero es la línea de ayudas directas a empresas y autónomos la que concentra la mayor parte del importe, con una cifra cercana a los 100 millones de euros. De igual manera, las líneas de financiación puestas en marcha en los años 2020 y 2021 por el Departamento de Economía y Hacienda en colaboración con Elkargi han permitido la formalización de 8.601 préstamos, por un importe total de 753 millones de euros. De ese volumen total de beneficiarios de créditos financieros, el sector de la Industria ha recibido en los dos primeros años de pandemia el 35% (267 millones), seguido por el del Comercio, con 23% (176 millones) y el de los Servicios (15% y 114 millones). Continúan en la lista la Construcción (80 millones) y la Hostelería (54 millones). 

Se trata, principalmente, de ayudas concedidas por Elkargi pero avaladas por el Ejecutivo que han permitido a, sobre todo, pequeñas y medianas empresas hacer frente a su actividad cotidiana ante un escenario de fuertes descensos en su facturación como el que ha representado en los años 2020 y 2021 la pandemia. Por Territorios Históricos, las firmas radicadas en Gipuzkoa han percibido una financiación total en esos dos años de 304 millones de euros, mientras que las de Bizkaia coparon 271 millones y las de Alava 177 millones. 

El sector primario también ha recibido financiación a través de diversos instrumentos incluidos en la línea de actuación del Departamento de Desarrollo Económico. Así, se han destinado 21 millones en ayudas reintegrables al programa Bideratu, que está dirigido a la reestructuración y relanzamiento de empresas en crisis. Además, el sector de la ganadería ha recibido subvenciones por valor de 13,4 millones de euros, mientras que al mantenimiento de la actividad pesquera han ido dirigidas ayudas de 3,3 millones. De su parte, Lanbide también ha invertido cerca de 30 millones en ayudas para los autónomos, trabajadores afectados por ERTEs, profesionales de la cultura y empresas de inserción laboral. 

Por último destacan también las ayudas concedidas a SPRI (6 millones de euros para reforzar la reactivación empresarial), la Agencia Vasca de Cooperación y Desarrollo (2,9 millones) y en ayudas al alquiler de vivienda libre (5,6 millones).