BRUSELAS – Los líderes de los Veintisiete apostaron ayer por acelerar los trabajos para cerrar un acuerdo sobre las propuestas para impulsar las industrias limpias y la fabricación de tecnologías estratégicas, lo que permitirá a la Unión Europea alejarse del “rival sistémico” en el que consideran que se ha convertido China.

Conscientes de que la UE y China siguen siendo socios comerciales y económicos “importantes”, los jefes de Estado y de Gobierno abogaron en sus conclusiones de este segundo día de cumbre en Bruselas, por que la UE trabaje para garantizar la igualdad de condiciones para que la relación entre ambos actores internacionales sea “equilibrada, recíproca y mutuamente beneficiosa”, a fin de defender una economía abierta pero sin comprometer sus propios intereses y garantizar la seguridad.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, celebró, a través de un breve mensaje en Twitter, este nuevo enfoque acordado por los líderes en aras de la ambición europea por reducir el riesgo pero sin llegar a desvincularse del todo de China. Sin embargo, varios mandatarios aseguraron a su salida de la reunión que la manera en que pueda reducirse ese riesgo está “aún por definir”, como ha asegurado el canciller alemán, Olaf Scholz, mientras que para su par belga, Alexander de Croo, es “una solución global a través de la diversificación de dependencias”.

“Para algunos puede ser una definición más estricta, relacionada, por ejemplo, con intereses de seguridad nacional, o un tipo de control de las exportaciones, mientras que para otros es algo más amplio”, ha reconocido, por su lado, el primer ministro holandés, Mark Rutte, que pidió pasar “del eslogan a la realidad”.

A pesar de esta falta de definición, los líderes advirtieron de la necesidad de que el Consejo y el Parlamento Europeo lleguen a un acuerdo antes de que acabe el año sobre dos de los dosieres con más peso de cara a alcanzar los objetivos climáticos y desplegar la producción doméstica en tecnologías estratégicas: la ley para una industria de cero emisiones y la ley de materias primas críticas.

La norma propuesta por Bruselas para alcanzar ese objetivo de cero emisiones netas se propone alcanzar para 2030, al menos el 40% de las necesidades anuales de despliegue de tecnologías estratégicas limpias fabricadas en la UE, para compensar un incremento en la fabricación que se acelerará a través de la relajación de plazos y trámites burocráticos.

Paralela a esta, la ley de materias primas críticas persigue diversificar las importaciones de litio, cobalto o magnesio, entre otros, para garantizar que, también con el horizonte 2030 en mente, la UE no obtiene más del 65% de estos materiales de un único tercer país como China.

Ambas propuestas fueron perfiladas por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el marco de su plan para contrarrestar el impacto en la economía europea del paquete estadounidense de 369.000 millones de dólares en subsidios a tecnologías limpias, y a las inversiones anunciadas por China, que superan los 280.000 millones de dólares. “China nos parece cada vez más un rival sistémico”, reconoció la primera ministra estonia, Kaja Kallas, a su llegada a la reunión y pidió a los otros presidentes acordar un “enfoque común” respecto a China. “Soy liberal y estoy totalmente a favor de la apertura del mercado, pero también hemos visto lo que ocurre cuando se está en contacto con socios que no comparten los mismos valores”, explicó, antes de incidir en que teniendo en cuenta la situación de seguridad actual, la UE debe asegurarse de estar “conectada con amigos”.

En la misma línea, su par irlandés, Leo Varakdar, afirmó que China es a la vez “un socio y un rival”, e insistió en que la UE sea “menos inocente” en sus relaciones con el gigante asiático y mantenga “los ojos abiertos”. También el primer ministro letón Krisjanis Karins, recordó la dependencia energética que tuvo la UE con Rusia para apuntar a la necesidad de evaluar y reducir las dependencias comerciales con China.