Eneko Goia renunciará a la Alcaldía de Donostia al final del Pleno del Estado de la Ciudad que se celebrará el próximo jueves. El anuncio, que efectuó el pasado día 2, sorprendió a la ciudad, pero no a su partido (PNV) ni a sus compañeras y compañeros del grupo municipal. Sobre los motivos que han guiado su decisión y otros temas habla Eneko Goia con NOTICIAS DE GIPUZKOA.
En la rueda de prensa en la que anunció su salida de la Alcaldía se le notó como liberado. ¿Se ha quitado Eneko Goia un peso de encima?
En cierta medida, sí, porque ser alcalde implica una gran responsabilidad. Que ahora la asuma otro da cierta tranquilidad. Es cierto que era una cuestión que había reflexionado mucho, que había compartido con mi partido. Cuando llega el momento de anunciar esa decisión, con el convencimiento de que es lo que tenías que hacer, lo cierto es que te quedas tranquilo.
Hablar de fin de ciclo a los diez años y no a los cuatro, ocho o doce, que corresponden al fin de legislatura puede sonar raro.
Podía haber sido un ciclo de cuatro años si los donostiarras así lo hubiesen decidido. Es un número que yo he tenido siempre en la cabeza. Desde 2015 siempre he pensado que las cosas tienen que tener un principio y un final, y que el final no tiene que ser llevado por la inercia. Tenía muy claro que en 2027 no debía ser candidato por quinta vez. En primer lugar, por la propia ciudad, porque creo que después de tanto tiempo la confusión entre la persona y el cargo es perjudicial para todos. Creo también que en el partido hay banquillo y tiene que hacer la reflexión de relevo. En último lugar, e insisto que es en último lugar, porque en esta aventura, además de implicarme a mí, he implicado a unas cuantas personas más, que son mi familia, y que sin elegirlo me han tenido que aguantar. Creo que merecen una consideración.
Y unido todo se toma la decisión.
La fecha de los diez años la tenía en la cabeza. Podía no haber sido, porque uno no escribe siempre el guión al detalle. Pero creo que el momento y las circunstancias que estamos viviendo hacían posible que fuera así. Creo que el momento es óptimo, porque de las principales apuestas que he protagonizado como alcalde algunas están terminadas y otras perfectamente encarriladas. Siempre quedan cosas, siempre hay novedades, siempre hay excusas, por decirlo de alguna manera. Pero creo que era un buen momento para decir que aquí termina un ciclo y de dar un relevo ordenado para continuar con el proyecto de ciudad y para mirar al futuro.
¿Se ha buscado preparar por dos años a un candidato para 2027?
Esa es una reflexión que corresponde al PNV y es con los que la he compartido esa reflexión sobre quién tiene la capacidad de finalizar la legislatura y completar el programa, que está al 55% de nivel de cumplimiento a estas alturas. Está en una buena posición para cumplir los compromisos que quedan. Hemos compartido que la persona que lo puede hacer con solvencia es Jon Insausti y así se ha decidido. Pero esa es una decisión del partido, no me ha correspondido a mí.
Un alcalde está muy expuesto. ¿Pasear por la calle y escuchar alusiones a su persona o a su gestión ha minando?
No es fácil, pero es algo incorporado al cargo y yo era perfectamente consciente de que era así. Es una realidad que el 90% de las interacciones suelen ser para quejarse de algo o pedir algo. Pero entiendo que es así, aunque hay días en los que te puede cansar más o menos. Pero creo que lo he llevado con cierta normalidad, en el sentido de que no me ha sorprendido. Jon tiene que ser consciente de que va a ser así, que también entra en nuestro papel como alcalde.
Y los mensajes de ánimo, que también los hay, ¿ayudan?
Siempre ayudan. Te voy a confesar una cosa: estos días, cuando se ha sabido que a una semana vista dejaré la Alcaldía, probablemente mucha gente que pensaba eso pero no me lo decía se ha manifestado más. Estos días me estoy encontrando que se acercan personas para darme las gracias y para animarme y desearme que me vaya bien. Eso humanamente es gratificante.
Una década de Alcaldía da un bagaje. ¿Qué cualidades cree que tiene que tener la persona que ostente la alcaldía de Donostia?
Lo primero que tiene que tener es un proyecto de ciudad claro, saber hacia dónde queremos que vaya Donostia. Tiene también que ser consciente de que la dirección no solo la marca nuestra voluntad, porque vivimos en un mundo en el que te pueden aparecer sorpresas por cualquier lado y tieneS que saber torearlas. A mí me ha tocado torear una pandemia y también una época de inflación que nos ha generado muchas dificultades. Nunca se sabe qué vas a encontrar en el camino y tienes que estar preparado. Y hay que intentar ser un poco sistemático, contar con un programa de Gobierno y no improvisar. Creo que eso es importante.
¿Se consigue?
Eso es lo que hemos tratado hacer y es algo inédito en el Ayuntamiento de Donostia. Y lo digo con orgullo. En las tres legislaturas hemos tenido acuerdos de gobierno con contenidos que después se han traducido en un programa de gobierno concreto. Hemos contando también con un instrumento para medir el grado de cumplimiento del programa. Esto no era algo habitual en el Ayuntamiento, y en estas tres legislaturas ha sido así. Creo que es importante.
¿Jon Insausti le ha pedido algún consejo a Eneko Goia? Si es así, ¿se lo ha dado?
Sí, y se los seguiré dando si me los pide. Durante este último mes hemos hablado mucho. Sobre el área que ha liderado, Cultura, Euskera y Turismo; no le voy a dar ninguna lección. Pero otras áreas le han quedado más lejanas y al alcalde le toca entender un poco de todo. De esas otras áreas hemos hablado mucho, sobre todo para explicarle hasta dónde hemos llegado con cada tema, qué queda, etc. Esa va a ser mi disposición a partir de ahora, para eso estamos,
¿Cuál ha sido el asunto que más quebraderos de cabeza la ha causado?
Probablemente, las obras del Topo, porque se han alargado mucho en el tiempo y las afecciones, que sabíamos que iban a ser intensas, sobre todo en el Centro, al alargarse tanto han sido todavía mayores. Yo entiendo, claro está, el malestar. Pero entiendo también que cuando se hace una apuesta tan importante, y yo creo en ella a pies juntillas, hay que asumir esos riesgos. Si no lo haces no tomas decisiones, no haces nada, y yo creo que eso es más equivocado. Ha sido una obra compleja, que nos ha dado algún susto que otro, y que se ha prolongado en el tiempo. Luego está la pandemia, algo que no estaba escrito el guion.
Se paró el mundo.
Aunque nos olvidamos muy fácil y muy pronto, nos sacó del carril durante dos años. Nos tuvimos que poner a gestionar una situación que parecía distópica, sin que nadie supiera muy bien cómo se hacía. Se dejaron de lado muchas cosas, y muchas otras se pararon o se retrasaron. En algunos debates políticos, parece que a algunos se les ha olvidado que tuvimos dos años muy complicados. Fue bastante duro, sobre todo la fase final, en la que la gente estaba muy cansada de la situación. Fue cuando las decisiones que se adoptaban caían cada vez peor.
Y en el polo opuesto, ¿qué ha sido lo más satisfactorio?
Muchas pequeñas cosas, como el último encuentro que tuve en el centro escolar de Los Salesianos, con niños de 9-10 años. Esas cosas las hemos hecho bastante y dan importantes satisfacciones. La posibilidad de conocer a tu ciudad y tus ciudadanos es un privilegio que tiene el alcalde y que es una gozada, porque descubres cosas muy bonitas. Y si hablamos de cosas más grandes, citaría haber sacado adelante la reforma del Estadio de Anoeta, que fue una aventura interminable. Que los Cuarteles de Loiola sean propiedad del Ayuntamiento es también motivo de satisfacción.
Entrando en los proyectos de ciudad, ¿cree Eneko Goia en el GOe?
Creo absolutamente en el GOe. Y, sinceramente, no entiendo algunas posiciones, me cuesta. Si fuera una cosa distinta a lo que hemos dicho en el pasado, o contraria a la líneas estratégica de esta ciudad en los últimos 20 años, igual lo podría entender. Pero en 2011 se inauguró el Basque Culinary Center y la historia es prácticamente la misma. Construir en un solar de titularidad municipal cedido a una fundación sin ánimo de lucro de la que nosotros somos parte. Porque el Ayuntamiento quería promover la creación del BCC. ¿Qué pasa para que 14 años después, cuando de la misma manera se quiere dar otro salto en la apuesta por la gastronomía, lo hecho se considere un horror? Es un proyecto estratégico definido como tal por el propio Ayuntamiento. No me invento nada.
¿Es importante para la ciudad?
Supone dar un paso más en el campo de la investigación y la innovación en materia de gastronomía. ¿Qué hubiera sido de Donostia en esta materia si no hubiéramos tenido al BCC? Nos lo deberíamos preguntar, porque creo que ha supuesto un hito, un salto adelante en una referencialidad que igual hubiéramos perdido. Y es que se basaba en unos estrellas Michelín que se hacen mayores, vamos a hablar claro. Hay que dar pasos porque los demás se mueven. Ahora están todas las ciudades en esto y no te puedes dormir en los laureles. El GOe supone ser pioneros en un centro de investigación e innovación en gastronomía.
¿Y el Topo?
Tiene ventajas indudables. Yo estoy convencido de que hay que trascender del término municipal y ser capaces de mirar en otra escala. Lo he creído siempre, porque limitarnos a la jaula de los 189.000 habitantes y a nuestro término municipal nos hace perder oportunidades. Nosotros somos parte de un área metropolitana de 350.000 habitantes ligada directamente con Iparralde. Y nos tenemos que aprovechar de lo que representa. El Topo vertebra todo eso. En una segunda fase, que es por la que se tendrá que pelear, que es la de la construcción del Intercambiador, se va a poder incorporar todo lo que viene desde el Sur, con las Cercanías de Errenteria. Eso te da otra escala de ciudad. Donostia ya es desde Zarautz hasta Hendaia. Nos hemos obcecado con los dos tramos de la Pasante, pero está también la Altza-Galtzaraborda y la corta de Orio, que te van a permitir acortar tiempos de viaje y frecuencias.
Todo ventajas.
Nos va a permitir dar un salto en el transporte público. Nosotros siempre hemos tenido un problema. En el reparto modal, frente a los otras capitales de la CAV, el peso del vehículo privado en Donostia era mayor y el del transporte público, menor. Eso había que cambiarlo y los autobuses tienen un límite. Además, los urbanos no contemplan el área metropolitana. Y siempre he creído que el transporte ferroviario va a permitir dar ese paso. Hoy en día miras los datos de uso del transporte público y Dbus tiene 6 millones más de usos que en 2015, la utilización de la bicicleta es una pasada. Y hablando con ETS, pese a estar sin acabar las obras del Topo, las estaciones de Donostia tienen unos incrementos espectaculares. Es algo por lo que tenemos que apostar.
¿Qúe pasa con 'Hondalea', no se conoce, no se entiende?
Esa era otra apuesta arriesgada, no lo voy a negar. El arte siempre tiene eso, es entendido o no. A mí me gusta mucho la historia, es mi afición frustrada. Uno lee, por ejemplo, las críticas que se realizaron al edificio del Club Náutico y ahora es referencia a nivel mundial de la arquitectura racionalista. Tampoco hay que olvidar las críticas que recibió el Peine del Viento, y ahora es símbolo de la ciudad. Yo confío en que Hondalea se consolide como otro referente del arte público de la ciudad, accesible al público. Esa fue la apuesta y lo sigue siendo.
El principal problema de Donostia es la vivienda. ¿Qué le dice el último dato de los precios medios en la venta de vivienda que coloca a Donostia muy por encima de Bilbao y Gasteiz?
El diferencial con respecto a Bilbao y Gasteiz es histórico. Aquí el precio medio por metro cuadrado siempre ha sido más alto. Siempre hemos estado pugnando con Madrid y Barcelona, que no es un consuelo. Sobre esta situación se sobrepone una crisis inmobiliaria global. El mercado inmobiliario se ha vuelto loco. Eso es general. A mí es el tema que más me preocupa porque puedes ser una ciudad próspera, con una tasa de desempleo que es casi el paro técnico, etc. que como no facilites el acceso a la vivienda y al desarrollo de un proyecto de vida en la ciudad, vamos muy mal. Si hace quince años decíamos que el principal problema de los jóvenes era el acceso al empleo, ahora es el acceso a la vivienda. Y eso necesita una respuesta. Nosotros nos hemos puesto a ello a tope, dentro de lo que podemos hacer.
¿Qué es?
No podemos hacer de todo, sobre todo podemos acelerar la oferta de nueva vivienda y que la mayor parte sea protegida en distintas tipologías, porque las viviendas libres son prácticamente inalcanzables. Están Illarra, El Infierno y Añorga Txiki, que van a poner en el mercado 1.000 viviendas hasta fin de legislatura, y trabajamos en otras promociones para que salgan otras 1.300 en la siguiente legislatura. Más a medio plazo, están los Cuarteles de Loiola, con el compromiso de que todas las viviendas sean protegidas. Eso es un gran esfuerzo para el Ayuntamiento y la ciudad. En diez años no hay ninguna inversión que se asemeje por importe a lo que ha sido la compra de Cuarteles de Loiola. Seguramente la segunda ha sido la del Polideportivo de Altza y hablamos de 73 millones frente a 23. Es un gran esfuerzo que hay que hacerlo, pero que cuesta.
Donostia envejece y si nuestras hijas e hijos no se pueden quedar, ¿qué futuro tiene nuestra ciudad?
Es preocupante. Donostia es una ciudad que envejece y, pese a todo, hemos sido capaces de crecer en numero de habitantes, pero es por el fenómeno de la inmigración. El Plan de Vivienda que se aprobó en 2019 hace un diagnóstico muy acertado, pero hay que hacerle un seguimiento. Entonces ya se localizó que un tercio de nuestros domicilios tenían un único ocupante. El ratio de personas por vivienda sigue bajando. Pero llegará un momento que por el mismo motivo comenzarán a quedar viviendas vacías, y hay que calibrar muy bien en qué momento puede suceder eso para tenerlo muy en cuenta.
Con el cambio climático hay más interés por comprar viviendas en ciudades situadas más al norte.
Sí, y es un factor que me preocupa muchísimo porque puede incidir en el agravamiento de la situación. En el ámbito turístico eso ya se ve y está documentado el movimiento que hay de zonas mediterráneas al Cantábrico, no solo a Donostia. El cambio de residencia por factores asociados al clima está también presente y puede ser otro elemento de presión añadido.
Otro tema que preocupa es el turismo. ¿Hacia dónde marcha Donostia?
Hacia la contención. Los datos de este verano así lo indican. Hemos vivido muchos años de crecimiento y, si comparamos este verano con el anterior, vemos que hemos parado. Creo que está bien, porque el crecimiento perpetuo es inasumible. Creo que han pasado varias cosas que han incidido en nuestra percepción. Una es la desaparición de la violencia. Esta es una ciudad turística que ha sufrido mucho antes de 2011. Aquí no venía nadie, dejaron de venir. Entonces todos suspirábamos. A partir de ese año en cierta manera se descorcha el tapón. A eso se le une otro elemento, la evolución del turismo global. A nosotros se nos han sumado los dos.
Y preocupa.
Nosotros hemos pasado de tener un déficit de alojamiento muy grande antes de 2011 a crecer muy rápido. Eso da vértigo y lo entiendo. Nosotros hemos actuado declarando la Parte Vieja zona saturada muy al principio, regulamos las viviendas de uso turístico y cerramos muchas. A día de hoy, de las ciudades del Estado en todos los estudios figura que San Sebastián es la única que en vez de crecer en esta oferta ha decrecido. Algo hemos tenido que hacer bien. Además, está la moratoria de alojamientos, que lleva dos años y medio en vigor. Con la modificación definitiva del Plan General se quedarán zonas saturadas donde no podrá haber este tipo de establecimientos. Yo, sinceramente, creo que Donostia es ejemplo de haber actuado.
Sigue pareciendo que hay mucha gente.
Hay otro factor a tomar en cuenta, que es distinguir entre turista y excursionista. El año pasado la relación entre turista y excursionista era 40-60, la presión de quien venía de visita un día era mayor de la que ejercían quienes estaban alojados. La realidad del excursionista es más difícil de gestionar. No puedes poner una barrera en la entrada de la ciudad. Hay que gestionar de otra forma y se ha intentado desde el punto de vista de la movilidad, aparcamientos disuasorios, etc.
También les asustarán los precios de los hoteles...
Supongo que sí, pero la realidad es que el nivel de ocupación es similar al del año pasado, que no el de entradas. Eso está bien, porque siempre se ha dicho que se buscan tres cosas: que las estancias sean más largas, porque provocan menos interferencias (algo que se ha dado este verano), una descentralización, el territorio ha subido y Donostia no; y una desestacionalización, que se lleva produciendo hace algunos años.
"Donostia es la única ciudad del Estado que decrece en en viviendas de uso turístico"
Otro problema con solución compleja es el de la seguridad.
Es un tema complejo en el que intervienen distintos niveles institucionales. Nosotros tenemos la facultad y la competencia policial, de la Guardia Municipal en coordinación con la Ertzaintza. Pero a nivel de intervención preventiva y de actuación cuando ocurren los delitos. A partir de ahí hay otros estamentos que tienen algo que decir y eso creo que no está funcionando bien. Puede que sea porque el marco legal no lo permite, no me voy a meter en una discusión con los jueces sobre eso. Pero estamos ante un fenómeno, el de la reincidencia en delitos que no son de extrema gravedad pero hablamos de reincidencias de doce y trece veces con el mismo sujeto detenido y sin consecuencias. Y eso es un problema. Y también es un problema, y hay que decirlo, el de personas de otros países en situación irregular que delinquen y no son expulsadas a su país de origen. Eso lo hace todo el mundo y de eso también tenemos que hablar. Porque podemos poner comisarías, más policía. etc. que si lo demás no funciona la solución es difícil.
Sin caer en el alarmismo.
No quiero generar alarmismo, porque la percepción es peor de lo que indican los datos. Es verdad que cuando los datos empeoran, es normal que la percepción empeore más. Venimos de una situación, sobre todo antes de la pandemia, que era extraordinaria. Pero la intervención policial ha aumentado. Veo el número de detenciones y la policía actúa y funciona. Eso lo tiene que hacer pero hay otros estamentos en los que tiene que haber una respuesta.
¿Qué cree que se tiene que hacer en el Cerro de San Bartolomé?
Primero, recuperarlo. Cuando se toma una decisión hay que asumir las consecuencias. Yo no tengo duda que hay que tomar la decisión de no hacer el centro comercial, pero el cerro no es del Ayuntamiento, es de una sociedad en la que nosotros no tenemos la mayoría. Cuando sea del Ayuntamiento podremos decidir qué hacer. Estamos en ese capítulo y no en el siguiente. Lo demás pueden ser deseos muy loables de quienes no tienen la responsabilidad de gestionar.
En todo este tiempo el PNV ha ido de la mano del PSE en el Gobierno de la ciudad. ¿Han sido los socialistas compañeros de viaje leales?
En términos generales, sí. Ha habido momentos de mayor tensión y discusión, pero mirando con la perspectiva de diez años y fijándome en lo importante, sí. Hemos sido capaces de acordar programas de gobierno, de decir para qué nos ponemos de acuerdo y de ceñirnos al cumplimiento de lo acordado. La situación de inestabilidad te bloquea y eso no ha pasado en los últimos diez años, gracias al acuerdo que nos ha dado una mayoría.
¿Cómo ve Eneko Goia una Donostia liderada por Jon Insausti? ¿Hay que seguir el camino marcado?
El programa es el que es y está escrito. Pero la impronta personal marca y Jon Insausti es Jon Insausti y Eneko Goia es Eneko Goia. Pertenece a otra generación que no es la de Eneko Goia. No estoy hablando de edadismo, que ya estoy un poco aburrido de este tema. Lo que importa son las capacidades de las personas y Jon las tiene sobradas. Pero es verdad que es de otra generación y que el punto de vista que tiene sobre algunas cosas es distinto. Y aportará una diferencia.
¿Se atreve a hacer una vaticinio sobre el resultado de las elecciones de 2027?
Yo creo que las va a ganar el PNV. No tengo ninguna duda de que Jon va a hacer un buen trabajo en lo que queda de legislatura. Además, frente a otros que dicen que hay que cambiar y que no nos dicen hacia dónde hay que cambiar, nosotros tenemos un proyecto. Sí, tiene dificultades y problemas. Yo no voy a ser un satisfecho de esos que dice que todo está bien. Pero Donostia hoy es una ciudad que genera oportunidades, que tiene una renta per cápita superior en 7.000 euros a la que tenía en 2015, un nivel de desempleo que es la mitad que el de entonces, un PIB que en un 48% está basado en actividades de conocimiento intensivo, que tenemos un parque tecnológico que se está ampliando, que tiene un 27% de personas licenciadas, la mayor tasa de su historia... Hay que cambiar, dicen ¿a dónde y para qué? Hay una pregunta que hay que hacerse, si no tenemos una ciudad próspera lo demás no llega, ni la mejora de los servicios sociales ni nada. Si no es así lo que se gestiona es miseria.