La industria vasca afronta otro reto sin precedentes. En este caso, es la transición energética la quepondrá a prueba los próximos años la solidez del tejido manufacturero de la CAV, con especial protagonismo por parte del sector de la automoción ante la frontera inexplorada del fin programado del coche de combustión a partir de 2235. Por ello, la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Ambiente, Arantxa Tapia, ha pedido esta mañana a Bruselas que acompase su objetivos de neutralidad de emisiones con la realidad de las empresas.

Lo ha hecho en un coloquio organizado por Fórum Europa: Tribuna Euskadi, en el que ha analizado el impacto que puede generar la prohibición de los motores tradicionales en la industria de la automoción, y, de forma particular, la posición de Euskadi en este contexto. En este sentido, ha abogado por seguir trabajando en el Green Deal, “pero basado en nuestra Industria”. “El coste del Net Zero no puede ser la desindustrialización de Europa”, ha añadido.

Sin alejarse del sector del automóvil, Tapia también ha hecho hincapié en una de las amenazas que viene años arrastrando el sector, como es la ausencia de semiconductores en los procesos de fabricación. Así, la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente ha explicado cómo prevé prepararse Euskadi ante una hipotética nueva situación con falta de semiconductores. “La estrategia del suministro de semiconductores debe ser una apuesta europea y Euskadi participa de esa estrategia de manera activa”, ha destacado.

Industria de microchips

Tapia se ha referido de esta forma al anuncio realizado ayer por el lehendakari: la creación de un hub de fabricantes vascos de microchips para reducir la dependencia de los países asiáticos. Tapia ha recordado que uno de los principales suministradores de semiconductores de las empresas vascas tiene su sede en Taiwan, que está “en medio de una situación geopolítica muy complicada”.

Por ello ha pedido una respuesta “más intensa a nivel europeo”. Euskadi tiene capacidad para realizar “una pequeña aportación” a una estrategia del conjunto de la UE, pero su potencial no le permite el desarrollo de la “tecnología de última generación” que necesitan muchas empresas.

La fortaleza de la máquina herramienta vasca pone, por ejemplo, a su alcance la fabricación de dispositivos electrónicos, pero no le permite liderar la I+D, según ha explicado. De modo que las empresas de Euskadi tienen que “buscar su nicho” y sacar rendimiento a los segmentos en los que “son buenas”. Pero ese movimiento requiere de un impulso general por parte del conjunto de Europa.