Profesor de Economíaen la Deusto Business School, el analista Massimo Cermelli prevé una ralentización de la actividad en los próximos meses y subraya que las medidas del BCE necesitarán tiempo para atajar la subida de los precios.

¿Ve riesgo de que se entre en recesión en el segundo semestre? 

—No creo que vayamos a entrar en recesión tecnica este año, pero la ralentización es segura. La propia EPA y los datos sobre consumo así lo indican. El verano apunta a un gran consumo después de dos años de restricciones, pero después habrá que abordar, además de la inflación, problemas como los salarios. Ya se perciben los efectos de la inflación de segunda ronda y además está la subyacente. En términos salariales, con el último dato del IPC, estamos ganando un 10% menos. Vamos a una ralentización económica. No es ser catastrofista, sino realista. 

¿Qué comportamiento va a desarrollar la inflación a corto plazo? 

—Está fuera de control. El mercado, con tanta inflación, tiende a reducir el consumo. Si a esto se une el efecto conjunto de las medidas del BCE a partir de julio, esto va a traer subidas de tipos de interés, y eso gravará hipotecas, crédito al consumo... Esas medidas del BCE y los bancos centrales necesitarán un tiempo para poder funcionar. Por eso creo que veremos antes la ralentización, probablemente para finales de año. En la última parte de 2022 habrá una bajada de la inflación, aunque hay que ver de que manera son recibidas las decisiones del BCE. El verano será un período de fuerte encarecimiento de los precios, sobre todo por los combustibles, y luego previsiblemente irán bajando.

¿Pueden ser decisivas esas subidas del precio del dinero para atajar la espiral inflacionista?

—Temo que no van a ser suficientemente adecuadas. Son como matar moscas a cañonazos, pero por otra parte son medidas a las que se han visto abocadas y tienen que tomarse. Cuando hay un nivel de inflación como el actual en Europa, el BCE tiene la obligación de intervenir, no puede cruzarse de brazos. Mi opinión es que esa intervención no va a ser suficiente. Por un lado, puede aliviar la inflación que viene por la demanda de bienes y servicios, pero por otro no podrá compensar los problemas de la oferta y los derivados de la subida de las materias primas. Es probable que a finales de año o a principios de 2023 entremos en un escenario de estanflación: estancamiento económico e inflación. Es un escenario muy peligroso que nos recuerda a la crisis de los años 70, con una economía ahora más globalizada pero también más preparada para enfrentarse a estos problemas. Es el momento de trabajar en las reformas estructurales, como la digitalización, el sistema de pensiones, y un mercado de trabajo que dé más estabilidad a los trabajadores y flexibilidad a las empresas. Es lo que está pidiendo la Comisión Europea. Euskadi está en un entorno menos vulnerable, pero si hay tormenta fuera nos salpica dentro.

¿Qué pueden esperar los ciudadanos en los próximos meses?

—Tenemos que evolucionar hacia un consumo más responsable, que es lo que están haciendo ya las administraciones públicas con sus remanentes. Es necesario ser previsor con las finanzas domésticas. Aunque ahora haya sol, puede entrar la lluvia. A nivel familiar se puede ahorrar en pequeñas facetas, como revisar la potencia de la luz y planificar bien la compra. Y, por parte de las empresas, elevar los niveles de productividad, así como fidelizar y retener el talento interno.