"Cuando se produce una crisis son los más afectados y cuando se da la recuperación son los que menos se benefician de ella". Este aserto, de Pilar Ruiz, secretaria de Formación y Empleo de CC OO Navarra, condensa la realidad en la que se desenvuelven las personas en paro de más de 45 años, un colectivo cuyo volumen numérico es el que menos oscila, ya sea al alza a o la baja, en las estadísticas mensuales del desempleo. Este grupo representa, de manera aproximada, la mitad del total de parados en el Estado, con una especial afectación a partir de los 55 años. La pandemia, con su consecuente crisis y las enormes dificultades para la búsqueda de trabajo, ha agravado la situación, convertida en un problema crónico para el que los expertos reclaman no solo medidas concretas sino también un cambio de paradigma cultural que fomente, al igual que ocurre en otros países, el aprecio por la veteranía y la experiencia.

Aunque se trata de un grupo muy heterogéneo, con grandes variaciones en función de la edad, sectores, currículos personales o de si se está incluido en el paro de corta o larga duración, lo cierto es que el desempleo en esta importante franja es, desde la crisis financiera de 2008, un problema estructural. No obstante, Joaquín Arriola, profesor de Economía Política de la UPV/EHU, cree que el origen hay que encontrarlo en la reconversión industrial de la década de los 80, cuando los cierres de numerosas fábricas dejaron sin trabajo a muchas personas. "A partir de ahí se transformó el modelo productivo y los cambios tecnológicos han simplificado los procesos del trabajo. De esta manera, se despide a un empleado que lleva 25 años en la empresa y se contrata a dos nuevos por la tercera parte del sueldo, aunque no tengan los mismos conocimientos. A los 45 años ya eres viejo para el mercado y, si pierdes el empleo, es difícil que te vuelvan a contratar porque te consideran muy mayor", explica Arriola.

El problema es de una magnitud tal que la OMS reconoce la discriminación por edad como un problema similar a la de la exclusión por motivos de sexo o raza. Curiosamente, este problema se está acentuando en una época en la que el envejecimiento de la sociedad, con unas bajas tasas de natalidad y una esperanza de vida que mejora, hace aún más necesario contar con trabajadores vinculados a un estrato social que va a seguir creciendo en el futuro. Pilar Ruiz ve este problema "un fallo en el sistema económico" y manifiesta su pesar por el hecho de que las empresas no apuesten por los valores asociados a la madurez, como "el compromiso, la estabilidad y el cariño por el trabajo bien hecho". "Muchas de las personas más vulnerables, que suelen ser las de más de 52 años, se quedan atrapadas ahí", lamenta.

Y ocurre que, en algunos casos, el desánimo y la resignación suelen aparecer cuando se cronifica el estado de desempleo. Una estadística: en el primer año de pandemia, de marzo de 2020 al mismo mes de 2021, el desempleo en este grupo de edad creció en casi 100.000 personas en el Estado, únicamente superado por el registrado en los menores de 30 años, según la EPA. "La temporalidad y la precariedad se viven muy mal a estas edades", indica Ruiz, que sin embarga subraya que también hay muchas personas que mantienen la esperanza y apuestan por mantener abiertos todos los canales y posibilidades a su alcance para hallar un empleo. En este sentido, la formación y el reciclaje son esenciales. "Debe ser una formación que les dote de ciertas garantías para la inserción laboral. Se necesita que esté coordinada con las empresas, y al mismo tiempo otras alternativas legales, como una acreditación de los conocimientos adquiridos en toda la vida laboral. Puede que esos saberes no figuren en una titulación académica, pero el trabajador los posee y pueden ayudarle en la búsqueda de empleo".

Un informe de la Fundación Adecco de 2021 muestra que, a pesar de que creció el desempleo en términos absolutos en este colectivo, tras concluir el confinamiento de 2020 y también con posterioridad, mayores de 45 años que hasta el momento no habían trabajado "están incorporándose al mercado laboral para apoyar economías domésticas resentidas". Eso sí, el informe no destaca en qué condiciones laborales. Desde CCOO confían también en los frutos de la reforma laboral, que está estimulando la firma de contratos indefinidos en todos los grupos de edad.

El arrinconamiento de los mayores de 45 años en el mercado laboral no se da con tanta frecuencia en los países anglosajones, Alemania o los nórdicos, "donde la remuneración va más ligada a la cualificación, mientras que aquí está más asociada a la antigüedad", dice Arriola, que pide "políticas de cuotas" en las administraciones públicas y bonificaciones e incentivos en el plano de la empresa privada "porque solo con formación no se resuelve el problema".