- La falta de semiconductores sigue afectando con fuerza al sector de la automoción. No hay más que ver las cifras de ventas de los últimos meses: septiembre sufrió una reducción del 15,7% en las matriculaciones de turismos y van tres caídas consecutivas. Esto en comparación con el año pasado, profundamente afectado por la pandemia, porque si tenemos en cuenta las cifras de 2019, el descenso es del 33%. Por el momento no se sabe con certeza cuándo va a acabar esta crisis, pero muchos fabricantes se atreven a pronosticar que la escasez de semiconductores tendrá impacto en la oferta de vehículos hasta 2023.

De momento, este año se estima que la producción de automóviles en todo el mundo se reduzca en 7,1 millones este año, según un informe de OBS Business School. “Tenemos un grave problema de falta de chips y semiconductores que está afectando muchísimo a los fabricantes de coches y a sus suministradores. Estamos ante una situación de efectiva dificultad que está afectando a una actividad tan importante en Euskadi como es la fabricación de coches y vehículos de motor en general”, ilustra el secretario general de Cebek, Francisco Javier Azpiazu.

Las plantas de Mercedes-Benz y Volkswagen, respectivamente, ya han demostrado sus dificultades para producir automóviles con parones en su productividad de forma intermitente. Y es que tras la declaración de la pandemia, la recuperación del sector se ve truncada por el encarecimiento de las materias primas, problemas en el transporte y la escasez de chips que provienen directamente de Asia (el 81% se fabrican en Taiwán y Corea), que son fundamentales para el funcionamiento del motor, la dirección asistida, la cerradura de las puertas o el sistema de acceso al coche sin llave.

La escasez de semiconductores obligó a dejar de producir en el primer trimestre 1,44 millones de automóviles y 2,6 en el segundo. Asimismo, la estimación para el tercer trimestre es de 1,6 millones menos.

El problema comenzó a finales de 2020. La pandemia hizo que la demanda y la producción de automóviles cayera durante la primera mitad del año pasado. En ese momento, los fabricantes de automóviles recortaron temporalmente los pedidos de semiconductores y los proveedores de chips modificaron los planes de producción.

Y ahora, la actividad se está recuperando más rápido de lo previsto y los proveedores, sobre todo en Asia, no dan abasto.

Al mismo tiempo, han de abastecer a los diferentes sectores que usan este tipo de semiconductores además de la automoción (telefonía, informática y muchos más).

Y con todas las industrias digitalizándose a toda velocidad, la demanda de semiconductores ha aumentado significativamente hasta superar el ritmo de fabricación.

“Yo creo que Europa tiene un problema, que no es otro que no ser capaz de producir este tipo de productos, y lo que necesita es ponerse las pilas, reforzar su capacidad productiva de conocimiento, de propiedad intelectual, de este tipo de industrias, y desarrollar en el medio y largo plazo una industria especializada”, advierte Francisco Javier Azpiazu.

Las previsiones indican que el ritmo de fabricación de estos componentes no se ajustará a la demanda del sector de la automoción hasta 2022 o 2023. Este año, desde luego no: la planta de Volkswagen en Martorell ha dejado de fabricar unos 40.000 coches desde enero; en la factoría de Stellantis Vigo, la cifra se eleva a 70.000 unidades, Mercedez-Benz en Gasteiz se ha dejado por el camino unos 19.500 coches y Renault, con factorías en Valladolid, Palencia y Sevilla, ha recortado su previsión de producción mundial en 200.000 coches para este curso.