inhoa Otaño decidió dar el paso en marzo de 2020. Visto ahora, todo el mundo puede concluir que no era la fecha idónea para emprender una nueva actividad económica, pero la pandemia de covid-19 la sorprendió justo cuando decidió dejar su panadería por una explotación ganadera de producción de carne de vacuno en Abaltzisketa.

Su incipiente apuesta choca hoy, apenas 15 meses después, con un enemigo inesperado: el pienso. Un artículo de lujo, de color oro casi. En apenas medio año su precio ha subido más de 20%. Del Ibex a la granja, y de la granja a la mesa. Y dicen que paga el del medio. Es la cruz de los ganaderos. ¿Cuánto vale lo que comemos?

Alimento indispensable de sus animales, cabezas de ganado entre las que nos muestra "trece o catorce" terneros en pleno engorde. Ainhoa, a sus 36 años y con una pequeña explotación, está maniatada. Igual que lo están otros ganaderos con más reses y enorme experiencia.

Nadie tiene margen para controlar el mercado del pienso, sujeto a las cotizaciones de los cereales en los mercados y tensiones internacionales. En este mapa entran la cotización del maíz en la bolsa de Chicago, la incertidumbre climatológica que amenaza las cosechas de cereales de Canadá, Brasil y EEUU y 400 millones de cerdos que vuelven a comer pienso en China, una vez que el gigante asiático deja atrás la peste porcina.

Y todo ello, aderezado por la especulación de grandes inversores que ahora ponen su dinero en materias primas a falta de otros rendimientos más golosos. El precio del pienso está disparado y quién sabe si fuera de control.

Los terneros de Ainhoa "están todo el día con la cabeza metida en la tolva", comiendo. La mayor parte de su alimentación es a base de pienso y una porción menor de paja. En apenas unos meses, la comida de esas trece terneras a base de pienso de calidad, el que demanda la producción de carne con sello Eusko Label, le cuesta casi 1.100 euros mensuales, frente a los 900 y pico que pagaba a finales de 2020.

No fue consciente de la subida hasta que se topó con la última factura. Más de 100 euros más de lo que estaba pagando en anteriores ocasiones. Sus primeras indagaciones encontraron pronta respuesta. No había nada que hacer. Solo aguantar y esperar a que escampe, o a que se articulen medidas de control que amortigüen este tipo de hachazos al productor.

Precisamente, los sindicatos agrarios EHNE y Enba se concentraron el pasado lunes en Donostia para protestar por esta situación de ahogo a la que se ven sometidos los ganaderos vascos y reclaman una Ley de Cadena Alimentaria que permita al productor, como mínimo, percibir un precio mínimo que cubra los costes de producción.

Esta misma semana, Enba lamentaba que una gran superficie vendiese el litro de leche a 0,59 euros. Por debajo del precio de coste, si tenemos en cuenta la leche, el envase (tetra break), el transporte y otros costes. A los productores les llega cada vez menos. ¿Tiene que pagar más el consumidor final? Los factores que ahogan al sector son muchos.

Pero el pienso es capital en estos momentos y se está comiendo sueldos enteros. El pienso es un alimento básico en la alimentación de todo tipo de ganado: aves de corral, bovino, porcino, vacuno, de cebo y producción de leche. Las materias primas empleadas en la fabricación de piensos son fundamentalmente cereales como el maíz, trigo o la cebada y subproductos de estos, leguminosas como guisantes y soja, aceites y otros componentes adicionales como melazas y harinas de carne y pescado, entre otros.

Las vacas de Ainhoa Otaño están pastando en la sierra de Aralar desde hace varias semanas, pero los terneros entre los 6 y los 13 meses descansan y se alimentan en la nueva nave. 40 cabezas de ganado y unas instalaciones pensadas para un máximo de 50, una explotación pequeña, pero que no piensa ampliar.

Tres kilos diarios al menos

Calculadora en mano

Ha contado con ayudas para iniciar su actividad, y vende su carne a precios estables a la cooperativa Urkaiko, pero ahora mismo las cuentas le chirrían con las subidas del pienso, incluso del acero, "un 25%", necesario para construir sus nuevas instalaciones.

"Fíjate en una cosa: antes una familia vivía con tres o cuatro vacas en el caserío, y ahora a mí sola no me llega con 40. Todavía no sé lo que es sacar un sueldo. Espero que cuando empiece a coger carrerilla, las cosas vayan mejor", asegura esta joven ganadera, madre de una criatura de 4 años.

Sin embargo, Otaño reconoce que, si para ella es difícil, no quiere ni pensar la situación que atraviesan los productores de leche de vaca, que además se han encontrado con una drástica reducción del precio al que les pagan la leche.

Nos trasladamos pues a Aia, en plena ascensión a Andazarrate, para charlar con Jon Rezabal, otro joven ganadero, sin cumplir todavía los 35, pero experimentado ya. 18 años en primera fila. Primero junto a su padre. Y ahora, al frente del negocio.

Nada más entrar a su nave, nos muestra una tolva con "unos 12.000 y pico kilos de pienso" y una pala. Ha pagado 5.500 euros por 15 toneladas y con ello tiene para alimentar a sus animales unos tres meses. Está molesto. Dice que las cuentas no salen.

Rezabal acaba de mirar los precios actuales del pienso que da a sus 65 vacas frisonas. "En octubre estaba pagando 275 euros por tonelada de pienso, y esta semana la pago a 340 más IVA (10%)", reconoce. Una subida del 23% que se junta con otros factores desencadenantes. "Ya estuvo a precios similares en 2012 o 2013, pero no creo que tanto", afirma.

Sus 65 vacas frisonas no comen a base de pienso exclusivamente. Su dieta es más variada y Jon, como productor de leche, tiene más margen en el mix. Forraje, hierba del caserío y pienso como complemento. El pienso es como las bebidas isotónicas para el deportista, el combinado exacto para mejorar el rendimiento. Un compuesto que mejora la producción de los animales de forma clara y sin el que la cantidad de leche bajaría de forma considerable.

Jon puede regular la cantidad de pienso que les da y en estas fechas les ha reducido la ración para reducir sus costes. Menos pienso y más hierba, pero "al menos necesitan 3 kilos diarios" cada res para mantener la producción. La subida, asegura, supone un ahogamiento que se suma a otros factores.

Ahora, asegura, produciendo una leche de máxima calidad, "Super A": un producto con los mejores niveles bacteriológicos, de grasa, proteína, ausencia de antibióticos y por cumplir con esos requisitos extra cobra por la tonelada por encima del precio base 279,611 por tonelada), concretamente a unos "314 euros". Recibe pues 31 céntimos por litro, frente a los 35 que se embolsaba hace ya siete o hace dos años.

Ha llegado a producir un máximo de 600.000 litros al año en sus explotación de Aia, pero sus cifras normales se sitúan en torno a las 560.000 litros. Si le restamos 4 céntimos por litro, son 22.400 euros menos de los que le habrían pagado por ello hace siete años, o hace dos.

A esta reducción de ingresos tendrá que añadir el aumento de los costes en la alimentación de sus animales. Incluso racionando las dosis de pienso, tendrá que gastar unos 20.000 euros anuales en pienso, frente a los menos de 18.000 que habría abonado por la misma cantidad en octubre. Un extra de 2.100 euros que engorda el agujero: 24.500 euros evaporados entre la caída del precio de la leche y el encarecimiento del pienso.

"Y eso sin hablar de la luz, ni los combustibles. O quieres que hablemos también de la luz y los combustibles", lamenta Rezabal. Los ventiladores de la nave para mejorar la confortabilidad de los animales en verano, las máquinas ordeñadoras, etcétera. La factura eléctrica supera en condiciones normales los 700 euros mensuales y no sabe aún qué consecuencias tendrá la nueva subida de la luz. Por no hablar del gasóleo, el combustible de sus tractores y maquinaria agrícola, que acaba de alcanzar otro pico.

"Antes una familia podía vivir con tres o cuatro vacas en un caserío y hoy a mí sola no me llega con 40"

Ganadera en Abaltzisketa

"En octubre estaba pagando 275 euros por tonelada de pienso,y esta semana pago un 23% más: 340"

Ganadero en Aia