- La batería es un elemento crítico y decisivo para el desarrollo de los coches eléctricos, dado que representa aproximadamente el 50% del coste total y, de momento, presenta limitaciones que disuaden a la ciudadanía de adquirir este tipo de vehículos. El centro tecnológico guipuzcoano Ikerlan se ha propuesto mejorar las capacidades de la batería para, con ello, impulsar la movilidad sostenible en la línea de lo que propugna Europa.

Precisamente es un programa de la Unión Europea, el Horizon 2020, en el que participa el centro investigador con sede en Arrasate, que lidera en el proyecto Liberty un consorcio formado por 16 agentes especializados en esta actividad que pertenecen a siete países diferentes.

El objetivo es aunar el conocimiento contrastado procedente del ámbito de la investigación, la universidad y la empresa para lograr una batería con mayores prestaciones que logre consolidar al vehículo eléctrico como una alternativa de movilidad sostenible.

Según explicó ayer Ikerlan, el reto de este proyecto consiste en optimizar las capacidades en la autonomía del coche, los tiempos de recarga, la vida útil de las baterías “e incluso su coste”, señaló el coordinador del proyecto Liberty, Egoitz Martínez-Laserna.

La batería resultante tendrá una autonomía de 500 kilómetros, lo que significa incrementar un 25% la actual, con lo que un automóvil podría realizar un viaje por ejemplo hasta Barcelona sin necesidad de parar para proceder a su recarga, con una ventaja relevante en un momento en el que los puntos donde operar se encuentran todavía muy diseminados.

No es la única mejora, puesto que el proyecto Liberty también trabaja en que esta nueva batería pueda cargarse en tan solo 18 minutos con el método ultrarrápido. De este modo, reduciría a más de la mitad el tiempo requerido por las que en la actualidad existen.

El ámbito en el que se inscribe esta iniciativa, la movilidad y la sostenibilidad, marca otra de las características que incorporará esta batería como es el alargamiento de su vida útil hasta los 20 años o 300.000 kilómetros.

Estas cifras suponen equiparar estas prestaciones a las que presentan los automóviles propulsados por los combustibles tradicionales y doblan las capacidades que en este ámbito tienen las baterías eléctricas obtenidas hasta el momento.

Ikerlan añadió que trabajará en la seguridad y la sostenibilidad de estos elementos, lo que lleva al consorcio a prever una segunda vida después de que hayan cumplido estos 20 años.

En concreto, el proyecto contempla que las inservibles podrían utilizarse en el campo de las energías renovables, para dar soporte a un parque fotovoltaico o para almacenar la energía generada en los paneles solares ubicados en un inmueble urbano.

El proyecto Liberty “dará una solución a muchas de las principales barreras que actualmente obstaculizan una mayor adopción del vehículo eléctrico, dado que trabajaremos en hacer frente a las principales preocupaciones por parte del consumidor”, señaló Egoitz Martínez-Laserna.

Dentro del consorcio que lidera Ikerlan se encuentra Mercedes Benz, que será la firma que incorpore a uno de sus coches eléctricos una batería de estas características para realizar las pruebas de funcionamiento. Junto a esta compañía trabajarán Diehl Controls, Hutchinson, Infineon, NXP, Valeo, Accurec, Virtual Vehicle Research, Flanders Make, Fraunhofer-IISB, Mondragon Unibertsitatea, BRING y CLEPA.

El centro tecnológico con sede en Arrasate subrayó que este proyecto europeo respalda su apuesta por la energía y la electrónica de potencia, unidad en la que trabaja un equipo conformado por más de 60 investigadores.

500

kilómetros es el recorrido que podrá realizar un automóvil con esta batería sin necesidad de recargarla, lo que representa incrementar un 25% la capacidad actual.

18

minutos será el tiempo de carga, menos de la mitad del que requieren las baterías en la actualidad.

20

años o 300.000 kilómetros será su vida útil, similar a la de coches de combustible tradicional.